Roja esfera ardiente. Peter Linebaugh
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Antes de construir ferrocarriles, barcos de vapor, automóviles o aviones de reacción, la burguesía construyó canales[7]. Los dos grandes canales que avanzaban desde Dublín hacia el oeste –el Canal Real, al norte del río Liffey, construido entre 1790 y 1817, y el Gran Canal, al sur del río, construido entre 1756 y 1803– proporcionaron un medio clandestino para el transporte de ideas revolucionarias, además de comercio. El Gran Canal recorría ochenta y ocho millas, hasta el río Shannon. Estos eran los cursos de agua que drenaban la riqueza de Irlanda central, su trigo y patatas, por ejemplo, hacia el «sistema mundial» de comercio. Ayudaron a poner fin a la producción de subsistencia local. Si bien los historiadores posteriores se inclinan a ver en ellos la base del progreso, no todos los contemporáneos podían permitirse dicha opinión. Por una parte, del comercio del grano surgió una gran riqueza; por otra, a los productores del grano les esperaba el hambre.
La construcción de canales era un trabajo de cuadrillas, cavando con palas y arrastrando con carretas. Miles de personas trabajaron en condiciones sórdidas y peligrosas. A los peones de obra se les conocía como navvies, diminutivo de navigators. Rebeldes y fugitivos pelearon entre ellos. Richard Griffith se unió al consejo del Gran Canal en 1784, trayendo consigo una fortuna caribeña acumulada a costa del trabajo de las cuadrillas de esclavos. En el verano de 1798, el ejército usó el canal para transportar tropas fuera de Dublín y presos a la ciudad. Los peones del canal se unieron para exigir una subida de salarios el invierno que Despard fue ahorcado. Una noticia hacía referencia al «desenfrenado espíritu de asociación entre los artesanos y los obreros de todas las categorías». En 1803, aparecieron anuncios en los periódicos irlandeses ofreciendo a los obreros seis chelines al día por abrir canales en Inglaterra, el doble de lo que se les pagaba en Irlanda[8].
Lyons debe su nombre a la colina que tiene tras él, con un castro en la cumbre, Cnoch Liamhna en irlandés, y por Liamhain, el nombre del territorio, incluida la casa, su heredad y la mayor parte del distrito de Newcastle, perteneciente al condado de Dublín. La colina fue un espacio de investidura y asamblea en la Edad Media. Allí habían residido los reyes celtas. Aquí obtuvo una victoria Brian Boru. La historia del nombre del lugar está registrada en veintiocho versos del Libro de Leinster, escrito en irlandés en el siglo XII[9]. Los peones del canal hablaban irlandés. Los relatos heroicos de la historia gaélica, surgidos en los periodos pastoriles de lo que James Connolly llamó el «comunismo celta», fueron conservados por eruditos y bardos entre los hablantes de irlandés[10]. En tiempos de Connolly, las zonas rurales todavía rabiaban del dolor, la derrota y la pérdida, y tampoco por primera vez. «Muchos eran los relatos de valentía e indómita osadía, de repulsa y derrota que oyó en su niñez de los jornaleros de su padre mientras araban y gradaban la antigua finca que rodeaba las viejas ruinas del señorial O’Byrne»[11]. Los relatos pertenecían a la tierra; eran de ella y estaban en ella. ¿Era Catherine consciente de que Liamuin había desobedecido a un rey? ¿La conocían a ella criados, artesanos, peones y campesinos y sabían su historia? La sabiduría popular de la localización contribuyó a la conspiración revolucionaria desarrollada en Irlanda en la primavera y el verano de 1803.
El cuento narrado en el Libro de Leinster trata de la desobediencia de las cuatro hijas de un rey. Una, Liamuin, era una guerrera, y está enterrada en la colina de la heredad de Lyons, «a la mujer con atavío nupcial la matan, y su nombre se adhiere a la montaña». La colina toma su nombre del entierro de esta mujer legendaria que desobedeció a su padre, el rey. «Liamuin es asesinada, perfecta de temperamento, de espesa cabellera, diestra en la defensa; halló la muerte por su peculiar proeza, por la que Liamuin es tan célebre.» A diferencia de Catherine, Liamuin fue enterrada con su esposo, «la pareja de soldados de manos blancas, juntos están los dos enamorados». Catherine Despard también cuestionó la autoridad del rey, Jorge III. Los versos comienzan como sigue: «El notable lugar de Leinster, enormidad de valor atribuyen los historiadores a los lugares notables, y después los raths, muchas son las causas que les dan nombre»[12].
Nos referimos a lo que se ha llamado «la Irlanda oculta»[13]. Sin embargo, podemos fácilmente mencionar las causas de Catherine: abolición, independencia, emancipación, mejora. Juntos podrían resumirse, como sostendrá este libro, como lo común. Hay una belleza romántica en esta idea, razón por la cual me llamó tanto la atención la rosa hallada en el camino de sirga de Lyons mientras buscaba la tumba de Catherine.
[1] El Jackson’s Oxford Journal, 16 de septiembre de 1815, informó de que la señora Despard había fallecido en Somers Town, Londres, una noticia también publicada cinco meses más tarde al otro lado del Atlántico en el New England Palladium. Estas referencias las halló Bernadette M. Gillis, «A Caribbean Coupling beyond Black and White», tesis de grado, Duke University, 2014, p. 54.
[2] P. R. Girard, The Slaves Who Defeated Napoleon: Toussaint Louverture and the Haitian War of Independence, 1801-1804, Tuscaloosa, 2011, p. 288.
[3] J. M. Lawless, Personal Recollections, Dublín, 1849, p. 48; M. Jay, The Unfortunate Colonel Despard: Hero and Traitor in Britain’s First War on Terror, Londres, 2004, p. 310.
[4] Lyons Demesne: A Georgian Treasure Restored to the Nation, Belfast, 1999.
[5] NA, PC I/3117
[6] Elgin las había transportado a Gran Bretaña para decorar su mansión en Escocia antes de venderlas al Museo Británico.
[7] P. Way, Common Labour: Workers and the Digging of North American Canals, 1780-1860, Nueva York, 1993.
[8] R. Delany, The Grand Canal of Ireland, Dublín, 1995, p. 44.
[9] E. J. Gwynn, The Metrical Dindshenchas, Dublín, 1903-1935.
[10] J. Connolly, Labour in Irish History, Dublín, 1983. Véase también D. Lloyd, «Rethinking National Marxism: James Connolly and “Celtic Communism”», en Irish Times: Temporalities of Modernity, Dublín, 2008.
[11] J. Connolly, cit.
[12] «Book of Leinster», MS H 2.18, cat. 1339, Trinity College Dublin. Véase también P. O’Sullivan (ed.), Newcastle Lyons. A Parish of the Pale, Dublín, 1986.
[13] D. Corkery, The Hidden Ireland: A Study of Gaelic Munster in the Eighteenth Century, Dublín, 1924.
2. La búsqueda de lo común