Framers. Viktor Mayer-Schonberger
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Muchos de los problemas más peliagudos de la sociedad en el fondo no son más que desavenencias sobre cuál es la mejor manera de enmarcar una cuestión. ¿Debería Estados Unidos construir muros para separarse de otros países o puentes para salvar las distancias? ¿Debería Escocia quedarse dentro de Reino Unido o declarar su independencia? ¿Debería la política china de “un país, dos sistemas” aplicada a Hong Kong enfatizar la primera parte de la frase o la última? Puede que varias personas saquen conclusiones diferentes de una misma situación debido a que utilizan marcos diferentes.
El quarterback del San Francisco 49ers, Colin Kaepernick, hincó la rodilla durante el himno nacional en 2016 para llamar la atención sobre el racismo y la violencia policial, y algunos lo percibieron como una manera respetuosa de protestar simbólicamente.6 Al fin y al cabo, no había dado la espalda ni había alzado el puño (ni el dedo). Sin embargo, a otros les pareció un acto irrespetuoso y grotesco contra el país, una treta publicitaria hostil realizada por un jugador mediocre que llevó la guerra cultural hasta uno de los pocos ámbitos de la vida estadounidense que todavía no se habían echado a perder. La discusión no trataba sobre lo ocurrido, sino sobre su significado. Era como un test de Rorschach: la percepción de la gente dependía del marco que hubiese utilizado.
Cada marco nos permite ver el mundo desde una perspectiva diferente. Los marcos magnifican ciertos elementos y minimizan otros. El marco capitalista nos muestra que el mundo está lleno de oportunidades comerciales, y en cambio el marco comunista lo reduce todo a una lucha de clases. Para los empresarios industriales la selva tropical es un montón de madera que tiene un valor inmediato, mientras que para los ecologistas es el pulmón del planeta, crucial para la supervivencia a largo plazo. ¿Debería ser obligatorio llevar mascarilla en público en medio de una pandemia? En Estados Unidos, las personas que utilizaron el marco de la salud dijeron: “Sí, por supuesto”, mientras que los que utilizaron el marco de la libertad clamaron: “¡Ni de broma!”. Misma información, marcos diferentes, conclusiones opuestas.
A veces nuestros marcos no encajan con la realidad en la que los aplicamos. De hecho, no existen los marcos malos per se (salvo una excepción sobre la que hablaremos más adelante), pero desde luego sí que existen casos de enmarcación errónea en los que un marco no acaba de encajar del todo bien con la realidad. Fijémonos en el ejemplo del libro de anatomía del siglo xv titulado Fasciculus Medicinae,7 que asociaba las partes del cuerpo con los signos del zodiaco, creando así una agradable simetría entre el cielo y los órganos. Sin embargo, ese marco nunca consiguió curar a nadie, por lo que lo desestimaron en cuanto descubrieron otros más útiles.
Hoy en día seguimos cometiendo errores parecidos. En 2008 Nokia era la empresa líder mundial en la venta de teléfonos móviles. Cuando Apple presentó el iPhone, pocos creyeron que prosperaría. La tendencia en aquel momento era que los teléfonos fueran más pequeños y baratos, pero los de Apple eran más voluminosos, caros y tenían más fallos informáticos. El marco de Nokia provenía de la conservadora industria de la telecomunicación, que valoraba la practicidad y la fiabilidad por encima de todo. En cambio, el marco de Apple provenía de la entusiasta e innovadora industria informática, que valoraba que los dispositivos fueran fáciles de usar y que pudieran ampliar sus funciones con nuevos programas. Resultó que ese marco acabó encajando mejor con las necesidades y deseos de los consumidores y Apple pasó a dominar el mercado.
Sin embargo, la aplicación errónea de un marco puede acarrear terribles consecuencias. En la década de los treinta, la Unión Soviética decidió seguir la ideología del lysenkoísmo,8 una teoría de genética vegetal basada en la ideología del marxismo-leninismo, no en la botánica. Uno de sus principios dictaba que los cultivos podían plantarse más cerca unos de otros, ya que según la teoría comunista los miembros de una misma clase viven en solidaridad y no compiten por los recursos.
Tomar un marco comunista económico y aplicarlo a la agricultura es una completa locura, pero es lo que hicieron los líderes del país, que convirtieron ese marco en la base de su política agraria. El proponente de esa ideología, Trofim Lysenko, tenía el favor del propio Stalin. Los científicos que cuestionaron sus hallazgos fueron despedidos, presos, exiliados o ejecutados. El gran biólogo ruso Nikolái Vavílov criticó las investigaciones científicas de Lysenko y fue condenado a muerte. ¿Y cuáles fueron los resultados del lysenkoísmo? A pesar de que el país incrementó su superficie cultivable por cien, la cosecha disminuyó debido a que las plantas se morían o se pudrían. La aplicación errónea de un marco contribuyó a una trágica hambruna que costó millones de vidas.
Pero la buena noticia es que si un marco no encaja con la realidad podemos cambiarlo por otro distinto o incluso inventarnos uno nuevo y mejor. Algunos marcos de nueva creación son los responsables de los avances más revolucionarios de la historia. Por ejemplo, la teoría de la evolución de Darwin consiguió explicar el origen de la vida sin tener que recurrir a la religión. Asimismo, la física newtoniana sirvió para explicar los movimientos de los objetos físicos en el espacio durante siglos, pero con el tiempo se observaron fenómenos que ese marco no pudo justificar. Einstein reenmarcó la física al demostrar que el tiempo, que durante muchos años se había considerado constante, en realidad es relativo.
Resulta mucho más sencillo comprender la importancia de los marcos en ámbitos científicos, ya que en estas disciplinas son explícitos (o por lo menos deberían serlo), y además los investigadores documentan las ideas que han utilizado para sacar sus conclusiones. Sin embargo, cuando se trata de los enormes desafíos a los que la humanidad se enfrenta hoy en día, a veces somos incapaces de ver los marcos que estamos aplicando. Es vital que comprendamos la importancia que tienen los marcos en todos los ámbitos. Tenemos que aprender a ver los problemas de manera diferente para poder resolverlos. La pieza clave para preparar nuestra respuesta ante los dilemas más complicados (ya sea a nivel individual, comunitario, nacional o de toda la civilización) se encuentra en nuestro interior: es la capacidad única que tenemos los humanos de enmarcar.
Pero tenemos que aprender a enmarcar mejor. Y en este libro explicaremos cómo conseguirlo.
ver lo que no está ahí
A lo largo de las últimas décadas se ha producido una revolución en el campo de la psicología cognitiva y de la teoría de la decisión que ha colocado los modelos mentales en el centro de cómo pensamos y vivimos. Normalmente enmarcamos de manera subconsciente. Sin embargo, las personas que sistemáticamente toman buenas decisiones u ocupan puestos en los que tienen que tomar decisiones importantes son perfectamente conscientes de su capacidad de enmarcar y reenmarcar. Esto afecta a las opciones que contemplan y a las acciones que finalmente llevan a cabo.
Cuando un inversor de capital examina detalladamente una inversión, un oficial militar reflexiona sobre una operación o un ingeniero aborda un problema técnico, tienen que enmarcar la cuestión. ¿Dónde deberían construir un parque eólico?, ¿o sería mejor optar por un parque solar? La información recabada es solo una parte del proceso de toma de decisiones. En muchos aspectos es mucho más importante la manera en que se evalúa una situación, es decir, cómo se enmarca.
No reservamos nuestra capacidad de enmarcar únicamente para los asuntos más importantes, sino que está presente en nuestro día a día. Todos nos enfrentamos constantemente a cuestiones que implican que tenemos un modelo del mundo en la cabeza. ¿Cómo podría llevarme mejor con mi pareja? ¿Cómo podría impresionar a mi jefe? ¿Qué podría hacer para llevar una vida más sana? ¿Y para ser más rico? Utilizar nuestra capacidad de enmarcar para resolver este tipo de cuestiones es igual de importante. Nos ayuda a apuntalar nuestros pensamientos, determinando así lo que percibimos y nuestra manera de pensar. Si logramos que nuestros marcos sean claros y aprendemos a elegirlos y aplicarlos deliberadamente, conseguiremos