Leer antes. Márgara Noemí Averbach
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En sus libros sobre Jaritos, la situación económica, política y social del país pesan enormemente. ¿Por qué? ¿Cree usted que esa es una de las características del género policial o es algo que usted quiso explorar o las dos cosas al mismo tiempo?
No es nada que yo haya inventado. Sciascia y Montalbán hicieron lo mismo. La novela policial nórdica sigue el mismo camino.
Entonces, hablamos de una característica del género.
Yo creo que la novela policial está volviendo a la novela burguesa del siglo XIX. Muchos novelistas de ese siglo —desde Víctor Hugo a Charles Dickens; desde Fedor Dostoievski hasta Emile Zola— toman una historia criminal como punto de partida. Usan la historia del crimen como vehículo para hablar sobre la realidad social. Actualmente, muchos novelistas que escriben policiales hacen lo mismo. Usan la historia del crimen como pretexto para hablar sobre la realidad social, y a veces también sobre la política de sus países.
¿Por qué es tan importante el dinero en sus novelas, sobre todo en las últimas? La globalización de la economía creó la globalización del crimen. El crimen ya no es local; tiene raíces y conexiones en todo el mundo. Hay un gran flujo de dinero que proviene del crimen y pasa a la economía establecida. Eso crea lazos cercanos entre la política y el crimen organizado. Por otra parte, en países como Grecia, que fueron pobres en casi toda su historia, el flujo de dinero de fuentes como los Estados Unidos ha creado un sistema de clientelismo, organizado y dirigido por las clases políticas. Mis novelas se ocupan de los dos aspectos de ese problema.
En las novelas de Jaritos, hay una relación cercana entre vidas individuales e Historia nacional. En ese sentido, ¿no cree que sus libros, sobre todo los últimos tres, son una cruza entre el policial o la literatura detectivesca y la novela histórica?
Es verdad que el pasado está jugando una parte esencial en mis novelas. En la última, que todavía no está traducida al castellano, el pasado es la clave para entender todo. En parte, eso tiene que ver con el hecho de que, inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, Grecia pasó por una guerra civil. El trauma de esa guerra está muy presente en Grecia, sobre todo para las generaciones de mayor edad. Mi punto de vista es el siguiente: lo que le está pasando hoy a Grecia tiene raíces en el período posterior a la guerra civil, es decir, en la década de 1950.
En ese mismo sentido, ¿usted cree, como alguna vez dijo Sartre, que los crímenes reflejan el estado de una sociedad? Los crímenes de la serie, ¿están relacionados con crímenes que se dieron en su país? ¿Usted los relaciona con Grecia en particular?
Bueno, piense en los asesinatos que se dan en las novelas escandinavas del género; después piense en los de las novelas mediterráneas y compare. La diferencia se nota inmediatamente y esa diferencia existe porque los hechos suceden en sociedades completamente distintas.
¿Usted escribe con la intención de producir algún tipo de efecto fuera de la literatura? ¿Aceptaría la idea de que sus libros son “literatura política”?
Bueno, como dije antes, uso el género policial para hablar sobre la realidad social y política de mi país. No estoy interesado en escribir novelas de esas que se dedican solamente a responder a la pregunta “¿quién lo hizo?”
Leer sus últimos libros desde Argentina es una experiencia especial porque hay parecidos impresionantes entre la Grecia de los últimos años y la Argentina de 2001-2002. ¿Sabía usted eso? Lo que pasó en mi país, ¿lo influenció en alguna forma?
Conozco el colapso de la economía argentina en 2001 y 2002, sí. Lo conocía cuando escribí las novelas. Pero no los detalles. Y lo cierto es que una crisis económica produce los mismos efectos en todas partes. Tiene sentido que haya semejanzas entre la crisis argentina y la griega. También los hay entre la de España y la de Grecia.
Hábleme un poco de la elección de la primera persona singular como narradora en las novelas de Jaritos.
El narrador de las novelas es Jaritos, nunca el autor. Jaritos cuenta la historia en primera persona y en tiempo presente. El lector tiene la sensación de que pasa por los hechos al mismo tiempo que él, con él. Cada vez que empiezo un nuevo capítulo, me pregunto: ¿Qué va a hacer Jaritos ahora? En ningún momento durante el proceso de escritura, sé más que Jaritos sobre la historia. El resultado de esa manera de plantear las cosas es que, en mis novelas, la narración tiene un carácter más oral que escrito. Eso siempre es un problema para la traducción pero yo tuve la buena suerte de tener buenos traductores. Y la calidad esencial de esa oralidad es el presente. Jaritos habla sobre las personas y las cosas que ve y conoce mientras las ve, mientras las conoce. Lo que da es su primera impresión. Siempre. Y la lengua no es escrita sino oral.
Sus libros hablan de lo injusto del sistema de “Justicia”. En las primeras novelas de Jaritos, por ejemplo Noticias de la noche, hay una visión muy negativa de la Justicia. En las últimas, al contrario, hay alguna esperanza, por lo menos cuando se piensa en ciertas reacciones individuales (por ejemplo, los actos y decisiones de la hija de Jaritos). ¿Hay alguna razón para este cambio?
Sí, especialmente en las novelas sobre la crisis. El cambio tiene que ver con la reacción de los jóvenes. Cuando llegó la crisis, los jóvenes griegos estaban totalmente perdidos. Había por lo menos dos generaciones de griegos jóvenes que crecieron en la creencia absoluta de que “la madre Europa” solucionaría todos sus problemas. Cuando se dieron cuenta de que eso era una ilusión, la situación los devastó. La reacción más común fue abandonar el país y buscar trabajo en otros lugares del mundo. Pero después de los primeros dos años, hubo algún tipo de reacción. Actualmente hay una parte de las generaciones jóvenes que decidió quedarse y pelear. Katerina, la hija de Jaritos y su amiga, Mania, son buenos ejemplos.
¿Cuál es su opinión sobre la capacidad de un individuo para hacer alguna diferencia en una situación crítica como la que sufre Grecia hoy o la que sufrió Argentina en 2001-2?
Luchar es la única opción, pero no es una opción fácil. Depende mucho de la generación. Mi generación creció en la lucha. Perdimos muchas batallas pero seguimos peleando. Por otro lado, éramos muy políticos. Al contrario, muchos hoy en día, sobre todo los jóvenes, desprecian la política. Y ese es su punto débil porque, no importa lo que pensemos de los políticos, la política está íntimamente conectada con nuestra vida cotidiana y nuestra lucha por la supervivencia. No hay resistencia sin una opción política.
CULTURA, LITERATURA, CINE, TELEVISIÓN
Prólogo
Como se dijo en el prólogo general, las notas principales que se piden a los críticos u otros periodistas suelen tener que ver con efemérides, autores que se ponen de moda por alguna razón, escritores que visitan el país o llegan en versiones audiovisuales a la televisión o al cine (las notas sobre Patricia Highsmith, Talima Nasrim, José Saramago y Robbe Grillet que se leen en esta sección son de ese tipo). En otros momentos, es el o la crítica quien ofrece una nota sin ese tipo de anclaje en el día a día: porque le interesa el tema o porque lee una nota de otra persona en el suplemento y quiere iniciar un debate.
Esta sección del libro ofrece algunas notas principales que publiqué en los últimos años. Estas notas centrales suelen ser panorámicas, pensadas como introducción o resumen de ciertos temas u obras, excepto en el caso de los