La ciudad en movimiento. Группа авторов
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Ahora bien, mientras en el mundo anglo las discusiones intelectuales sobre movilidad y transporte parecían consolidar el giro sociocultural, el ámbito iberoamericano atendió con mayor prioridad cuestiones como su relación con la expansión urbana, proceso central para entender el crecimiento de la ciudad moderna a partir del siglo XIX y su progresiva separación de funciones entre áreas de vivienda y zonas productivas, ya fuesen fabriles o de servicios, hecho central para el desarrollo de los medios asociados9. Muestras de este interés surgen con una marcada frecuencia en publicaciones seriadas como las revistas Transportes, servicios y telecomunicaciones, editada por la Fundación de Ferrocarriles Españoles desde el año 2001, y de la Revista dos Transportes Públicos, lanzada por la Asociación Nacional de Transporte Público de Brasil desde 1978.
Estas publicaciones se acercan al objeto desde una perspectiva principalmente “transportística”, noción acuñada por la catalana Carme Miralles-Guasch para describir aquellos estudios que desde la economía, el urbanismo o la ingeniería del transporte desarrollados en las últimas décadas, han puesto el foco sobre las dimensiones productivas y políticas que acompañan al desarrollo de los medios de circulación a nivel global10. Justo con entregar insumos para las discusiones tecnocráticas relacionadas con la movilidad, ofrecen ocasionalmente acercamientos a las problemáticas históricas que ha generado su presencia en las ciudades. La actualidad editorial de estos medios refleja la discusión constante entre el desarrollo urbano y el rubro de nuestro interés, con particular interés sobre los medios de movilización colectiva de uso público, debido a sus alcances sociales.
Advirtiendo el desarrollo intelectual de las diversas disciplinas que construían discursos historiográficos sobre este ámbito, el historiador español Francisco Monclús señalaba a comienzos de la década de 1990 que el avance de estos trabajos había permitido consolidar una articulación historiográfica sobre tres ejes: 1) el paso de la urbe peatonal a la introducción del ómnibus, el tren de cercanías y el tranvía de tracción eléctrica; 2) la introducción del tranvía eléctrico y el transporte rápido; y 3) la ciudad del automóvil.
Esta división promovía el estudio de una relación abierta entre lo urbano y la circulación, sea pública o particular, realzando su desarrollo histórico entre los cambios experimentados por las ciudades y sus procesos de expansión desde mediados del siglo XIX, sin descuidar además la influencia que estos tenían en la conformación de una sociedad en complejización11. Que estas reflexiones hayan surgido desde el mundo ibérico se debió a la adopción de tecnologías por parte de países periféricos –incluso dentro del espacio europeo de la economía capitalista–, lo que advertía sobre la necesidad de hacer una lectura de dichos procesos en realidades regionales no exentas de particularidades, impulsando una corriente de estudios que se consolidó en las décadas siguientes12.
A nivel regional, desde las últimas décadas del siglo XX comenzaron a emerger monografías historiográficas ligadas a los transportes y movilidad urbana. Aunque sin una agenda sistemática, diversos artículos y libros empezaron a indagar en temáticas como la incorporación de nuevos servicios de transporte urbano en los países latinoamericanos, particularmente de las redes tranviarias, uno de los aspectos más estudiados a nivel regional13. El impacto de la tracción eléctrica no solo implicó transformaciones a la morfología y el paisaje de las ciudades, sino que también tuvo alcances económicos, políticos y socioculturales; en los primeros podemos considerar desde la llegada de inversión extranjera hasta los conflictos con las autoridades tanto municipales como del Estado central, pasando por el desarrollo de una cultura laboral moderna y las tensiones entre los trabajadores de una actividad cada vez más estratégica para la vida urbana. Desde el prisma sociocultural, más recientemente se han pesquisado los impactos en la construcción de nuevos imaginarios y sociabilidades en la ciudad masificada, instalando al tranvía como uno de los principales ejes de interés para los nuevos estudios latinoamericanos sobre el transporte urbano14.
Siguiendo estas directrices, se han desarrollado también estudios sobre otros medios de transporte masivo que, a diferencia del tranvía, son hasta hoy de uso generalizado para la movilidad colectiva en América Latina. Tal es el caso de los sistemas de ferrocarriles subterráneos que, partiendo por el temprano caso de Buenos Aires a inicios del siglo XX, se extendieron desde 1960 por otras de las principales urbes regionales como Ciudad de México, Caracas y Sao Paulo. Frente a un panorama basado en un criticado transporte público de superficie, las redes de metro emergieron como epítome de la ciudad moderna: más allá de las fronteras nacionales, velocidad, higiene y tecnología de punta serían los principales valores asociados a su puesta en marcha15. Por otra parte, autobuses y taxis colectivos también han aparecido para América Latina como temáticas de interés en los últimos años, las que se han desarrollado sobre todo inspiradas por las experiencias europea y norteamericana16. Además, el ya mencionado declive del tranvía y la masificación de los vehículos con motor a explosión, han generado diversas monografías referidas a estos y otros medios de movilización en diversas ciudades del subcontinente, dando cuenta de objetos y protagonistas poco explorados17.
El estudio de estos medios también ha tenido un énfasis en los alcances sociopolíticos, económicos y en la calidad de vida metropolitana, producto ya sea de los impactos que en las últimas décadas tuvieron los ajustes a la actividad como también a la desregulación y creciente privatización de los servicios que acompañaron a las agendas neoliberales desde los años noventa. A partir de ello, diversas pesquisas se han acercado a cuestiones como las tensiones en el espacio vial –producto de la presencia descontrolada de vehículos– sobre todo considerando la fuerte informalidad en que opera la oferta de movilidad pública, con externalidades negativas debido a la congestión, los accidentes o la contaminación ambiental, que en rigor emergen como aspectos críticos para la movilidad urbana latinoamericana18. Igualmente, se advierte aún la necesidad de continuar ampliando las temáticas a miradas comparativas e interdisciplinarias que aún permanecen pendientes: una señal de esto es la ausencia de perspectivas regionales, lo que permitiría adentrarse en un análisis más general de la evolución de estos servicios en las principales ciudades de América Latina. En tal sentido, resulta relevante considerar estas referencias disciplinares más allá de las distinciones de un contexto particular, en especial porque proporcionan marcos teóricos y metodológicos para las exploraciones históricas desarrolladas durante las últimas décadas en la región.
Las nuevas preguntas que ha modelado el creciente número de investigaciones contemporáneas sobre la movilidad, acusan indudablemente esta influencia. Ello se ha verificado en particular por parte de los trabajos que indagan los cambios de las sociedades latinoamericanas a partir del siglo XX, a causa de la acelerada expansión de muchas de sus ciudades. La multiplicidad de actores y dinámicas involucradas en este proceso –así como las variadas fuentes documentales disponibles– han estimulado el replanteamiento de las preguntas sobre la relación entre