El arte de la adaptación. Linda Seger

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El arte de la adaptación - Linda Seger Cine

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      El adaptador actúa al modo de un escultor. Cuando le preguntaron a Miguel Ángel cómo era capaz de esculpir un ángel tan bello contestó: «El ángel está ahí encerrado en la piedra; yo simplemente elimino de ella todo aquello que no es el ángel». El adaptador elimina todo aquello que no es el drama; de forma que, al final, permanezca la esencia del drama que está en el interior de otro material.

      ¿Qué necesitas hacer para que una adaptación funcione? ¿Qué incluye este proceso?

      CONDENSAR O AMPLIAR EL MATERIAL

      Muy pocas historias originales serán equivalentes a las dos horas de duración de una película. La novela de seiscientas páginas será demasiado larga; el relato breve o la noticia de periódico, demasiado cortos. El primer trabajo del adaptador consistirá en averiguar cómo encajar el material de origen en parámetros de tiempo diferentes.

      Rara vez una película comienza o termina donde lo hace el libro. Ciertamente, hay notables excepciones: la película Lo que el viento se llevó comienza con la primera escena del libro y termina con la última. Pero lo más frecuente es encontrar los principios y finales en el interior de la historia. La novela El color púrpura comienza con el primer incidente de incesto entre Celie y su padre, que ocurre varios años antes del momento en que comienza la película. En el caso de Cuenta conmigo, la película termina once páginas antes del final del libro.

      La condensación, por naturaleza requiere pérdida de material. Supone eliminar subtramas, combinar o reducir personajes, omitir varios de los temas desarrollados en una novela larga; y buscar, dentro del material, los tres actos de la estructura dramática. Estas decisiones pueden resultar frustrantes, ya que muchas veces los escritores necesitan renunciar a escenas y personajes para que la película funcione.

      Los cortes y combinaciones de personajes ayudan a condensar una amplia novela en un formato más manejable. En la película Lo que el viento se llevó conocemos a personajes como Scarlett O’Hara, Rhett Butler, Melanie, Ashley, la tía Pittypat, el doctor Meade, o las criadas Prissy y Mammy. Si lees el libro conocerás otros personajes importantes que no aparecen en el filme, como Archie, Will o el gobernador. En el libro, la madre de Scarlett, Ellen, es una figura importante, cuyos valores, amabilidad y visión de lo que significa ser una dama sureña sirvieron a Scarlett como ejemplo y norma de conducta; y, a la vez, como causa del sentimiento de culpabilidad por su actuación. A pesar de esto, Ellen se ve muy poco en la película. Fue necesario sacrificar su personaje por la excesiva longitud de la novela.

      El trabajo de adaptar una historia corta requiere añadir más que sustraer. Normalmente, un relato breve tiene menos personajes que una novela; y estos se enfrentan a situaciones sencillas que a veces carecen de un principio, medio y final. En muchas de esas historias cortas no hay apenas subtramas que compliquen la acción. Trabajar con ellas significa añadir subtramas, añadir personajes y desarrollar nuevas escenas o secuencias.

      Muchas de las mejores películas han partido de relatos breves. Podríamos citar La diligencia, Sucedió una noche, Eva al desnudo, Qué bello es vivir o Solo ante el peligro. Una de mis películas musicales favoritas, Siete novias para siete hermanos, surgió de una historia corta encantadora, The Sobbin Women, de Stephen Vincent Benet.

      The Greatest Gift, un relato breve de Philip van Doren Stern que fue llevado al cine en Qué bello es vivir, gira en torno a un solo incidente: George quiere suicidarse y un ángel le hace ver cómo sería la vida sin él. El guionista utiliza este episodio, pero se extiende en la vida de George y en sus relaciones con otros personajes.

      En The Tin Star, de John M. Cunningham, que llegó a ser el filme Solo ante el peligro, el protagonista muere en el desenlace. En la película se añadieron relaciones con otros personajes y se incluyó un final glorioso.

      En otras adaptaciones de relatos breves se han añadido escenas nuevas para redondear o desarrollar personajes y matices de la historia. En Stage to Lordsburg, de Ernest Haycox (La diligencia), el personaje de Ringo se convirtió en el foco central de la narración con el fin de ampliar el papel de John Wayne. En la adaptación de Night Bus, de Samuel Hopkins Adams (Sucedió una noche) se reforzaron las subtramas y se añadieron nuevos matices.

      Estas decisiones contribuyen a dar al guion una línea dramática. Pero el adaptador tendrá que considerar también que su traducción de la historia sea una película comercialmente viable.

      HACERLA COMERCIAL

      Para muchos escritores la palabra «comercial» resulta desagradable. Sugiere la pérdida de integridad del propio proyecto, adición de escenas gratuitas de persecución o de sexo, y reducción de la historia al mínimo común denominador para ganar audiencias.

      Es cierto que para muchos productores «lo comercial» es un concepto muy limitado. Si tuvieran que definirlo, muchos Estudios aludirían al último bestseller como La jungla de cristal 2 y no, por ejemplo, a Paseando a Miss Daisy, que ha conseguido una recaudación superior a los cien millones de dólares. Lo ejemplificarían con Desafío total, y no con Mi pie izquierdo, una película de bajo presupuesto que ha conseguido beneficios respetables. En síntesis, lo definirían por su línea más baja y no por la más alta, que es la calidad.

      Pero es importante recordar que el cine y la televisión son también un negocio, y que los productores necesitan tener las garantías suficientes de que pueden conseguir beneficios con el dinero que invierten. Hay una línea muy sutil entre aceptar riesgos razonables, de forma que se puedan hacer proyectos originales, y tomar decisiones con cautela, asegurando lo que ha tenido éxito en el pasado.

      Esta línea divisoria adquiere especial importancia cuando se decide aquello que se va a adaptar. Existen muchas novelas, obras de teatro e historias de la vida real que no son viables comercialmente. Resultan demasiado difíciles de adaptar, y se resistirán a cualquier cambio que intente hacerlas más asequibles. El guionista y los productores necesitan hacer una valoración razonada sobre aquello que podría funcionar y aquello que sería económicamente complicado y no merece la pena invertir ni tiempo ni dinero en el intento.

      Personalmente, creo que muchos proyectos son adaptables. Por eso aplaudo a productores y escritores que buscan nuevas ideas en el arte del cine. Me encantan las sorpresas, los libros y obras de teatro que nadie esperaba que tuvieran éxito. Películas como Paseando a Miss Daisy, Amadeus, Una habitación con vistas, Gente corriente o El misterio de von Bulow. Todas ellas tienen problemas implícitos en el material que fácilmente hubieran acarreado el fracaso. Pero esos problemas se resolvieron, demostrando que si realmente sabes lo que estás haciendo, y lo haces bien, las historias poco corrientes pueden tener éxito. Pero, ¿cómo saber qué es lo que hay que hacer? ¿Y cómo convertir un trabajo aparentemente poco atractivo en algo comercial?

      Un libro bestseller puede ser leído por un millón de lectores; o quizá cuatro u ocho millones, si es uno de los grandes. Una obra de teatro con éxito en Broadway puede ser vista por uno o por ocho millones de personas. Pero si solo fueran cinco millones de personas a ver una película, se consideraría un fracaso. Si solo ocho millones de personas vieran una serie televisiva, se suspendería su emisión. Las películas y los programas de televisión necesitan una audiencia de masas para conseguir beneficios. Las novelas y obras de teatro tienen una audiencia más selecta, de forma que pueden abastecer un mercado de élite. Pueden ser temáticas, pueden tratar de cuestiones esotéricas o experimentar con estilos abstractos. Pero la traslación al cine requiere que el material sea accesible a un público muy amplio.

      Hay un conjunto de decisiones que pueden hacer el material más viable comercialmente. Definir claramente la historia es una de ellas, ya que a la audiencia le gustan las historias bien contadas. Una buena historia tiene, además, ritmo y un foco de atención que enganche a la audiencia desde el principio hasta el final. La mayoría de las películas

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