Diario de un adolescente precoz colombiano. SAMC

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Diario de un adolescente precoz colombiano - SAMC

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su cuerpo sobre el mío, estábamos disfrutando mi papel de pasivo e incluso me dijo al oído: “Que como pasivo me superaba”, nos levantamos, me apoyé sobre la cama y siguió follándome.

      Estábamos muy calientes, le pedí que me echara la leche en mi culo y pude sentir como se corría, dejó salir la leche sobre mi ojete y luego volvió a meterme la polla con su leche, provocando un placer en mí de correrme al momento.

      Habíamos terminado agotados, él tomó pañitos húmedos, se limpió, luego me limpio a mí besándome cariñosamente, dejó los pañitos en el suelo, fue a la cocina y me trajo la merienda para recuperar energía, luego nos quedamos acostados en la cama abrazados viendo la TV.

      Estábamos disfrutando muchísimo, permanecimos varias horas abrazados, jugando, haciéndonos alguna que otra broma, pero de broma en broma nos colocamos de nuevo cachondos, él no sabía qué le estaba ocurriendo conmigo, pues se ponía muy caliente y su calentura me ponía muchísimo, no podíamos evitar que nuestras pollas se relajaran y nos tocó volver a follar, pero esta vez lo hicimos tranquilamente en la cama.

      Primero me folló él, me acosté de lado, me abrazó y me la metió delicadamente mientras me besaba el cuello y me abrazaba, luego la sacó, se puso de lado y quería también que le follara yo, intenté hacerlo cariñosamente, pero soy mucho más salvaje follando y cuando se la metí, después de hacérselo delicadamente, le follé muy duro, no se quejó y se corrió de nuevo, pero no le solté hasta que me corrí en su culo.

      Se me había pasado el tiempo, cuando miramos la hora, eran las 09:30 de la noche y ya era momento de prepararme para irme. William me pidió que me quedara a dormir, pero tenía que trabajar y lo comprendió, sabía que vivía en una casa que no era la mía y debía ser responsable. No podíamos dejar de besarnos, no queríamos separarnos, deseábamos quedarnos así, pero llamé a un taxi y él me acompañó a la puerta.

      Los días pasaron y cada vez que le llamaba no me contestaba y cuando lo hacía me decía que estaba ocupado, así varias veces, estaba muy triste porque pensé que él también sentía lo mismo que yo, pero no fue así y no quise volver a molestarle.

      Un día llamé a mi madre y me dijo que se venía a vivir a Cali de nuevo, que estaría al sur de la ciudad, que iba a trabajar cuidando una bodega y que allí mismo podía vivir. Así que hablé con Aracelly y le dije que me iba a vivir con mi madre y que desde allí iría a trabajar.

      Eso significaba que no tenía que sentirme obligado a trabajar como habíamos acordado, ya que con el tiempo se había vuelto costumbre y esto significaba que cumpliría el horario como los otros, provocando así su desacuerdo, porque sabía que ningún otro llegaría tan temprano como yo.

      Recogí mis cosas y me fui a donde mi madre, cuando llegué a allí, me sentí tranquilo, me gustó, allí tenía mi propio espacio, porque mi mamá había arreglado una habitación para mí, por fin tenía una habitación para mí solo y sobre todo que estaría con mi familia.

      En los días siguientes, sin duda Aracelly mostró su enojo, porque las ventas ya no eran las mismas y ya no me sentía obligado a hacer lo que fuese por ella, cumplía con un horario y con mi trabajo y tenía que pagarme por ello, pero por cualquier cosa o discusión la convivencia era insoportable, así que mi madre al ver la situación me dijo que no volviera, que ella se hacía cargo de mis cosas, que lo importante era que terminara de estudiar. Así que le hice caso y quince días después renuncié a mi trabajo en Sameco.

      Al lado de donde vivíamos había un negocio de comida rápida llamado Mundo Costeño, trabajaban allí dos hombres jóvenes y costeños. Me gustó siempre espiarlos, ya que mi ventana daba casi a un metro de su negocio, así que podía ver y oler lo que allí preparaban.

      Uno de ellos llamaba mucho mi atención, ya que era un chico de unos veintiocho años, era alto, o sea, el típico costeño joven. Para ganarme su confianza le saludaba todos los días e incluso salía para ayudarle a abrir y organizar el negocio, tanto que sacaba mi equipo de sonido y poníamos música para darle más vida al negocio. Él pudo notar que con mi presencia y mis ideas empezaban a venir más clientes y al mismo tiempo para mí, poder aprender sobre su trabajo.

      Me encantaba mi nueva vida estando alejado de las peleas y la envidia que se vivía en Sameco, vivir con mi madre fue lo mejor, estudiaba y mi madre por fin se había convertido en lo que quería, aunque mi hermana Vanessa se había ido a vivir a casa de Don Hernando y allí se había vuelto inseparable de Alba, pero siempre estuvimos en contacto. Pero Alba la quería llevar al lado de hombres y borracheras así que me tocaba jalarle* las orejas de vez en cuando, para que se controlara, porque aunque era nueve meses mayor, yo le ganaba en madurez.

      Un día mientras ayudaba a mi nuevo amigo el costeño, vi que una camioneta como la del Tieso se había aparcado enfrente del negocio, pero nadie salía, diez minutos después salió el Tieso, estaba pasando por allí y pudo reconocerme, pero quería confirmar que fuese yo.

      Solo de verle me había alegrado, pues en el fondo me gustaba muchísimo. Mi amigo el costeño que se llamaba Julián, me preguntó que quien era y yo le respondí, el hombre que más me gusta, fue un descaro que no medí, siempre me hice el machito en su compañía, pero me gustó tanto ver al Tieso que no me importó.

      Estaba fumando marihuana en su coche y fue tan rico que le dije que quería, él me preguntó si sabía fumar y le dije que el Rolo y Michín me habían dado a probar un día, pero que no había sentido nada, pero que me gustaba el olor y sabor de la marihuana.

      Esa noche le dije a mi madre que iba a salir con un amigo y ella preocupada, anotó las placas y el modelo del carro, el Tieso la vio y se puso a reír, porque no daba crédito a lo que estaba pasando.

      Él también se había puesto feliz al verme y sobre todo verme tranquilo y sonriente, tanto que me dijo que le hacía muy feliz que estuviera con mi madre y no con personas que se aprovechaban de mí.

      Era un viernes, estaba contento y me dijo que si quería ir a una fiesta. Yo le dije que me gustaría, pero que no tenía ropa y que ya había pasado pena en la fiesta del Rolo y Michín, porque era el único mal vestido, así que me llevó a Chipichape, allí me enteré de que el Rolo tenía con su hermano Cherazy, una tienda de ropa llamada Emporium, que era la más popular. Esa noche el Rolo se puso a reír cuando nos vio llegar a los dos juntos y dijo que cogiera lo que quisiera que el Tieso pagaba.

      Solo pude coger un pantalón y una camisa pues me daba vergüenza abusar de la confianza, todos se rieron de mí y me dijeron que tenía el gusto en el culo, así que entre ellos eligieron la ropa, zapatos y la cuenta fue de casi 3.000.000 de pesos, no podía imaginar por qué pagaba tanto por una persona que aún conocía poco. Pero me dijo: “Relájese y párchese*, que usted va a ser mi bebé y todos lo van a saber”.

      Esa noche también me llevó a cenar y compramos comida para llevarle a mi madre y a mis hermanas, en el camino paramos en su peluquería para que nos hicieran el corte. Luego me dejó en casa y me dijo que pasaba a por mí, a las 02:00 de la madrugada.

      Mi mamá estaba muy preocupaba, porque no sabía qué amistades tenía yo y cuando me vio llegar con todas esas compras se tranquilizó y se puso contenta de verme a mi feliz. Sin duda ese fue el comienzo de una gran amistad entre el Tieso y yo, no sabía si era por el porro, o porque había visto que él tenía una sonrisa de oreja a oreja.

      Después de dejarme en mi casa, pasé al negocio de mi amigo Julián y le dije que no se preocupara, que cuando terminara le podía dar el equipo a mi madre, o si no, que lo guardara y ya me lo daría.

      En cierto modo, me dio algo de pena por irme y dejar a mi amigo solo, estaba trabajándole, porque quería

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