Incursiones ontológicas VII. Varios autores

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Incursiones ontológicas VII - Varios autores

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      Pasó el tiempo allí en mi habitación, mi mamá llegó a la puerta a decirme que saliera a almorzar, pero el miedo que tenía que mi papá me pegara y la rabia que todavía sentía en mí por lo que mi hermana había hecho, me impidieron salir de la habitación en todo el resto de día, así que me acosté en la cama y dormí no sé por cuánto tiempo; la verdad, estaba agotado, ese momento me había dejado realmente cansado, me desperté en la noche y escuché todo en silencio, así que abrí la puerta y me fui a la cocina a buscar comida, no recuerdo qué tomé o que comí, pero me abastecí de lo que necesitaba y regresé a mi cuarto, y allí me quedé hasta el otro día.

      En el ABC, en mi primera experiencia de Coaching, trabajé mucho el miedo al dolor y al maltrato; al ser vulnerado físicamente, este miedo a los golpes generó en mí una destreza inigualable de huir, de correr, esconderme y protegerme, incluso de desafiar la autoridad, pero desde la distancia, pero lo que no revisé en ese espacio fue: ¿qué hubiera pasado si me hubieran regresado un comportamiento con la misma rabia que yo tenía? Es bien interesante poder identificar esa sensación de poder ponerme en la situación del otro, sentir, pensar y hacer lo que viene después de ese gran maltrato físico y moral, pero me paro desde el lugar en donde efectivamente lo viví y realmente sé lo que pasaba, me disminuía por un momento, lamentándome quizás por haber venido a la tierra a vivir esto, pero después de muchos golpes, me paraba firme y fuerte, porque no me iba a dejar vencer. ¿Con qué postura me paraba? ¿Era valiente, o era arrogante? ¿Buscaba justicia o venganza?

      En los días siguientes, la única que me hablaba era mi mamá, mi papá me evadía, mi hermana me ignoraba y mi mamá se me acercaba a preguntarme cosas, no recuerdo qué, pero yo era muy temeroso y precavido de cada movimiento que sucedía; creo que aprendí a desconfiar de cualquier intención con la que llegaran, me volví meticuloso en conocer sus movimientos, en intentar descubrir lo que podía pasar, se generó una desconfianza enorme hacia mi familia; no sabía qué iba a pasar y en qué momento, solo sé que esta situación tensa duró como una semana, hasta que mi mamá se acercó a mí y me pregunto todo lo sucedido; le conté con toda la honestidad del caso y me pidió que le pidiera disculpas a mi hermana, sin esperar nada a cambio, algo que me generó un conflicto muy grande, porque la verdad era que el acto más fuerte, antes del golpe, lo había tenido mi hermana, al romperme algo que para mí era un bien muy preciado, pero hoy, siendo consciente, no escuché su necesidad y no llegué a ningún acuerdo, así que acepté ir a pedirle perdón, pero ella solo me vio, dijo bueno y se fue; las cosas nunca fueron igual entre nosotros.

      Recuerdo también un evento similar, muy parecido en cuanto a la violencia de ese golpe a mi hermana, pero que fue realizado por mi papá hacia mí. Yo tenía como diez años, mi hermana y yo estábamos en primaria, en el colegio de la Presentación Centro, en Bogotá, Colombia. Recuerdo que mi papá fue a recogernos para unas citas médicas que teníamos. El colegio tenía un corredor que iba de primaria a bachillerato, el cual íbamos transitando, mi papá, mi hermana y yo; recuerdo que comencé a saltar y a molestar a mi hermana, le movía el cabello, o algo así por el estilo, mi papá iba como afanado, quizás un poco molesto, no hablaba mucho y nos decía que nos moviéramos, empezó a alterarse mucho porque mi hermana solo le decía que yo la estaba molestando, así que me mandó adelante de él y tomó a mi hermana de la mano para separarnos; yo seguí muy folclórico, saltando y desde adelante molestando a mi hermana, solo recuerdo que mi papá muy molesto dijo “no más”, con un tono muy firme, pero no paré de hacerlo, solo sé que de un momento a otro salió su pierna derecha con mucha fuerza hacia mí y sentí una patada en la cola que recuerdo fue muy dolorosa; inmediatamente, me adelanté mucho más a ellos dos para sobarme del golpe, mi papá solo me miraba con una cara de rabia que ya me daba miedo, y mi hermana se reía de lo que había pasado; solo sé que desde ese día comencé a tener, puedo decirlo aunque suene muy fuerte, odio por mi papá y su forma de castigar – Este fue un quiebre muy fuerte que trabaje en el ABC – lloré mucho en el camino a dónde íbamos. En la noche llegué a contarle a mi mamá lo que había sucedido, no me dijo nada, pero sí escuche como ellos, en su cuarto, discutían por el tema, solo recuerdo a mi mamá diciéndole -“Cómo se le ocurre pegarle una patada al niño”, es lo último que registro en mi memoria.

      Hago también acotación a este evento para volver a un punto claro y común, el silencio, el retraerme, el conformarme y quedarme resguardado, resignado, solo y con mi cabeza creando algún tipo de realidad que quizás no era la adecuada, pero era la que quería recordar, vivir o utilizar para justificar, de ahí en adelante, algunos actos por mí cometidos. En ese espacio de autoaislamiento, solo me daba fuerza para seguir, para no dejarme derrotar, en ese momento del dolor, el maltrato, quizás hoy puedo ver que en ese espacio de soledad hicieron falta declaraciones fuertes y vitales, para no entrar en modos de vida que me llevaron después a buscar venganza, pero tampoco tenía el espacio para desarrollarlas, afortunadamente hoy esas declaraciones de liberar la violencia que no me pertenece, y el identificar que tengo capacidad asociativa para crear en conjunto, apoyan y aportan para que estos espacios de dolor y aprendizaje tengan una bonita resignificación.

      Confieso que recordar los momentos descritos no me generó dolor, como pensé que podía suceder, el trabajo que hice en el ABC respecto a estos temas me ayudó muchísimo a entender los espacios vividos. Lo que rescato de este espacio es recordar las sensaciones de mi cuerpo, mis pensamientos, las caras de los demás, cómo se sentía, las emociones vinculadas, pero sobre todo las miradas, la mirada de mi padre hacia mí, la mirada que yo tenía y lo que sentía haciéndola, adicionalmente sigo construyendo cómo, poco a poco, la relación con mi hermana se iba deteriorando; fueron muchas peleas y situaciones, que como esta aportaron a que nuestra separación temporal por muchos años se diera; tengo mucha más tela que cortar para seguir construyendo el camino a mi grieta existencial.

      Es interesante poder llegar a cerrar este espacio, viendo cómo de situaciones parecidas -y bueno, no fueron las únicas ocurridas-, se empiezan a generar patrones de comportamiento, el aislamiento, el estar resignado a las consecuencias que lleguen a la vida, el aislarse, retraerse, permanecer en la sobra en la oscuridad, construyen modos de vida, formas de comportamiento y estructuras fuertes de ser para encarar desde ahí la vida.

      Sigo este camino. ahora entrando un poco más en lo que comenté al inicio de este capítulo, ya la mirada tímida de la prepotencia y la arrogancia tendrá ahora una definición y un espacio para ser reconocida y trabajada.

      Hablaba en el escrito anterior de la timidez con la que estos temas aparecían, pero, desarrollando una actividad que el programa nos pedía, encontré en el ejercicio de reconstruir mi imagen pública, la palabra arrogancia; esta apareció varias veces repetida por muchas personas, quienes me ayudaron en este trabajo, así que siendo coherente y responsable con el proceso, no podía dejar de desarrollar este tema, que increíblemente me abre una puerta más en el reconocimiento de mi quiebre existencial, Cómo ser visible ante el mundo

      Inició este relato explicando el título de este aparte, para eso es importante definir las palabras soberbia y arrogancia; según la RAE, (Real Academia Española, 2020) la soberbia es definida como “Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros; Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás” y esto nos lleva a su vez a definir de la misma fuente la palabra soberbio “Grandioso, magnífico; Dicho ordinariamente de un caballo: Fogoso, orgulloso y violento.”. Ahora hagamos el ejercicio con la palabra arrogancia “Cualidad de arrogante.”, lo mismo con la palabra arrogante “Altanero, soberbio; Valiente, alentado, brioso; Gallardo, airoso.”

      ¿Por qué voy a la RAE comenzando la búsqueda de definiciones? Bueno, porque quiero darle el primer contexto y el más aproximado a la gran mayoría de observadores, ir a donde acudimos a definir las palabras los hispano hablantes, ¿y qué encuentro en esas cortas definiciones? Pues aparecen, casi que el ADN de mi Proyecto de Investigación Ontológico, frases y palabras como: ser el

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