Camino de héroes. Anji Carmelo
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Uno de ellos, consiste en poder reaccionar y volver a empezar el curso de la vida que no se puede interrumpir, y en eso el tiempo, con los hechos de la vida cotidiana, nos ayuda a superar estos estados y a dejar de lado el hundimiento en la tristeza, la depresión y el sentimiento de falsa culpabilidad que suele acompañar en estos casos, y empezar a pensar en los demás seres queridos que comparten nuestras penas y alegrías. A esto, dedica varios capítulos, unos sobre el sentido de la culpabilidad y el perdón y otros sobre la soledad.
La culpabilidad se refiere a la sensación que casi siempre se experimenta en esos casos en los que nos auto-acusamos por no haber hecho suficiente caso o no haber prestado suficiente atención a la vida de la persona querida. Hay que tener un gran sentido del perdón, de un perdón que abarque todo y a todos, a los otros y a uno mismo, si queremos adquirir la necesaria tranquilidad de espíritu.
Ya hemos dicho que uno de los primeros consuelos es el sentirse acompañado por personas queridas, pero mucho peor que la soledad es la compañía de personas indiferentes a nuestro dolor, tal y como expresa García Lorca en uno de sus poemas, cuando dice: “Se murió solo en la calle y nadie le conocía”, mostrándonos en pocas palabras la verdadera imagen de la soledad que nos es la de encontrarse solo en un desierto, sino que es mucho mayor la de encontrarse en medio de una multitud que nos desconoce.
También nos habla de creencias. La ciencia nos explica muchas cosas, pero no lo explica todo y hace falta recorrer las teorías y creencias. En efecto, la ciencia nos dice y demuestra que la materia que forma nuestro cuerpo cambia continuamente y que la muerte, igual que el nacimiento, forman parte indiscutible de la vida. También nos dice que la muerte comporta la desintegración de nuestro cuerpo material, que la materia no explica todos los fenómenos de la vida y que es necesario aceptar la existencia de un principio inmaterial, no objetivable ni detectable por los métodos científicos y de creencias religiosas, de tal manera que la parte más sustancialmente viva del hombre es el Espíritu y en el plan del Espíritu todos los seres son partes integrantes de un Todo Indisoluble y Universal.
La muerte. Con su carácter inexorable, plantea al hombre que reflexiona, la brevedad de la vida y el enigma de la eternidad, con su carácter absoluto, ante el cual todas las cosas de nuestro mundo que tanto nos preocupan, como son los intereses y deseos, las penas y dolores, caen en una total insignificancia. Por esto, Anji nos señala otra vía para huir de la abstracción estéril de la tristeza, que está en la misma introspección reflexiva que, además de demostrarnos la brevedad de la vida y la insignificancia de todas las cosas de este mundo, hace que este contacto con la profundidades de nuestro propio ser nos permita encontrar el recuerdo de la persona querida, que se nos aparece y acompaña con todas sus virtudes y detalles, como si todavía nos mirara y nos hablara.
Cuando de esta manera, conseguimos vencer el gran dolor que nos afecta, las cosas ya no son iguales que antes. Nuestro espíritu surge como de un baño purificador, que nos hace ser más tolerante y comprensibles; comprendemos más el dolor de los demás, el dolor que inunda el mundo y sentimos una compasión que lo abraza todo. Para llegar a este estado de perfección, hace falta conectar con el fondo más profundo de nuestra propia realidad, donde no existen las alteraciones del mundo material y, para llegar, lo que más ayuda es, sin lugar a dudas, la sublimación de un gran sufrimiento. Kyeserling, en su libro “Del sufrimiento a la Plenitud” nos dice: “Todo aquel que quiera llegar a una vida personal profunda de pasar por el sufrimiento”.
Anji Carmelo acaba su libro con una serie de preguntas dirigidas a personas que han pasado por la tragedia de perder un hijo o un pariente íntimo y en todos encuentra palabras de consuelo y señala camino para salir de la amenaza de la depresión y el desespero.
Dr. Moisés Broggi
Texto leído en la presentación de Camino de Héroes el 13 de Mayo 2002
Prólogo
Ante la muerte de un ser querido todo se nos desmorona, caemos en la noche oscura del alma, nos preguntamos “¿Y ahora qué hago yo aquí?”. Nos parece que la vida carece de sentido, que no vale la pena seguir viviéndola, porque ya nada será igual que antes. Nos sentimos desorientados.
Sin embargo, una vez que hemos tocado fondo no podemos quedarnos sumidos en la tristeza, debemos ascender hacia la superficie. Tenemos que encontrarle paulatinamente un sentido a lo que nos resulta absurdo, entender que todo acontecimiento tiene una razón de ser que forma parte de una realidad mucho mayor y eso da un rumbo a nuestra vida.
Para llevar a cabo ese proceso, sin embargo, se requiere ayuda, y un elemento tanto de gran apoyo como de motivación en esos casos es la fe. Obviamente nuestra vida no volverá a ser igual que antes. Pero aunque nos cueste creerlo, puede llegar a ser mejor, porque las circunstancias difíciles nos ayudan a superarnos si sabemos sacar lo mejor de nosotros mismos para vencer el vacío, la angustia, el sufrimiento y el dolor.
Gracias a esa nueva perspectiva de la vida nos enriquecemos con nuevas cualidades, modificamos nuestra escala de valores, nos damos cuenta de que hay que cambiar lo que nos queda por vivir, haciéndolo con responsabilidad y alegría, practicando el desapego y asimismo aprendiendo a dar y a servir a los que nos rodean.
Todo eso nos explica Anji Carmelo en Camino de Héroes, su segundo libro después de Déjame llorar. En él tiende una mano a las personas que hemos perdido a un ser querido, para ayudarnos a levantar y guiarnos por los vericuetos de la vida. Del mismo modo, nos enseña que debemos abrir nuestro corazón aceptando los presentes que nos brinda la vida y dejando que nos conmuevan.
La autora ejemplifica esos estados con una metáfora que considero muy acertada: es como hallarse en un desierto que parece interminable, de días abrasadores y noches de viento helado. El caminar por las dunas es dificultoso, puesto que debemos debatirnos con la arena para que no se nos engulla. No poseemos pues ningún punto de apoyo estable y las ganas de rendirnos ante tan arduo avanzar son grandes. Aparecen espejismos que distorsionan la realidad y al acercarnos, desaparecen.
Pero luego llega la segunda fase: repoblar el desierto. Nos sentimos vacíos, y a partir de la nada debemos crear un mundo nuevo. Esa tarea no es fácil, pues supone un enorme esfuerzo que no siempre estamos dispuestos a hacer. Anji Carmelo nos aconseja que simplemente dejemos que la vida fluya, que siga su curso a través de nuestro desierto y que volvamos a admitir gente y actividad.
Además, debemos dejar de temer a la muerte, pues no es más que un retorno a casa. Eso lo entendí una vez mientras le hacía reiki a una amiga que se estaba muriendo: quedó plácidamente dormida. Entonces sentí que su alma abandonaba el cuerpo y estaba feliz porque regresaba a sus orígenes, a casa. Entonces me di cuenta de que lo realmente difícil era nacer, adoptar un cuerpo físico que nos limita, perder con ello la conexión con nuestro mundo anterior, atravesar el canal del parto y encima ser recibidos por el ser humano con una palmada para hacernos llorar.
Así pues, sigamos la vida, aceptemos el reto de vivirla.
María-Luján Comas
Introducción
Hace veinte años que Déjame llorar se publicó. Desde entonces se han puesto en circulación miles de ejemplares que para mí han sido semillas que han podido aliviar y ayudar.
Camino de Héroes nace del deseo de acompañar a todos los que están en su viaje personal por ese país de lágrimas que es el duelo y que quieren ir más allá del sufrimiento para reencontrarse. Con esta intención he incluido algunas charlas ampliadas que se trataron en el centro de duelo AVES, en Barcelona y también he profundizado