Fundamentos de microeconomía. Marco Antonio Plaza Vidaurre

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Fundamentos de microeconomía - Marco Antonio Plaza Vidaurre

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síntesis, al aumentar el consumo de un producto, la persona evalúa la utilidad marginal y la compara con la que le daría otro bien que sigue en la lista de prioridades. También, se observa que mientras más se tiene de un bien, la valoración marginal es menor. Finalmente, en la tabla se puede observar que la utilidad marginal disminuye en dos dimensiones, horizontal y vertical. En la primera está la prioridad de los bienes para el consumidor, y en la segunda, la valoración marginal a medida que se poseen una mayor cantidad de bienes, vale decir, la utilidad marginal que se perdería si el consumidor se deshace de este bien.

      La paradoja del agua y los diamantes es tan antigua como la ciencia económica. La solución responde a la pregunta que se formularon los economistas clásicos: ¿por qué damos más valor y estamos dispuestos a pagar más por un bien que no es necesario para la vida y, sin embargo, pagamos mucho menos por un bien que necesitamos para vivir? Esta paradoja se relaciona con la de los diamantes, o el oro y el agua, que los clásicos trataron de explicar durante muchos años. Los clásicos diferenciaban el valor de uso y el valor de cambio sin considerar la marginalidad decreciente en la utilidad, pues no contaban con la teoría de la utilidad marginal; valoraban las cosas en función del esfuerzo laboral, y se inspiraban en la teoría del valor trabajo desarrollada por Adam Smith (1997):

      El precio real de cualquier cosa, lo que realmente le cuesta al hombre que quiere adquirirla, son las penas y fatigas que su adquisición supone. Lo que realmente vale para el que ya la ha adquirido y desea disponer de ella, o cambiarla por otros bienes, son las penas y fatigas que lo librarán, y que podrá imponer a otros individuos […]. El trabajo fue, pues, el precio primitivo, la moneda originaria que sirvió para pagar y comprar todas las cosas. (p. 31)

      En esta línea continuaron los economistas clásicos David Ricardo (1985) y John Stuart Mill (1996), entre otros, cuyas teorías del valor nos explican que el precio de un bien es formado sobre la base del costo de producción.

      Menger (1996), Jevons (1998) y Walras (1987) invirtieron la valoración de las cosas, planteando en sus escritos la innovadora teoría de la utilidad marginal, lo cual originó una revolución en la ciencia económica, que, en términos generales, consiste en dos aspectos: los costos no influyen en el precio de un bien, sino que este es definido por los consumidores con base en la utilidad marginal, y la valoración de los insumos depende del valor del bien final. Tomemos como ejemplo una mesa fabricada con caoba, que, como se sabe, es una madera muy resistente al paso del tiempo, por no decir, eterna. A continuación, definimos algunos atributos de una mesa de caoba: primero, la duración de la mesa e imposibilidad de deterioro; segundo, la distinción que nos da entre nuestros conocidos poseer una mesa de caoba por su elevado precio; tercero, este tipo de mesas son vendidas en tiendas de reconocido prestigio. Y el ebanista que hace la mesa ¿qué piensa de la caoba? Este sabe que en el mercado se paga un buen precio por esta mesa y estará dispuesto a pagar por la madera. ¿Y el vendedor de la caoba? Percibe que la mesa es valorada en el mercado, por tanto, ofrece este insumo a un mayor precio. El ebanista estará dispuesto a pagar un buen precio por la caoba siempre y cuando al vender la mesa obtenga una rentabilidad. Por tanto, la valorización de la caoba depende de la valorización de la mesa. El precio de la caoba no influye en el precio de la mesa, sino al revés: el precio de la mesa es la que predomina en el precio de la caoba. En resumen, la mesa de caoba no es cara por el precio de esta madera, sino que la caoba es cara porque el bien final es valorado por las personas que conocen de los atributos de los muebles fabricados con esta madera.

      Retornando a la paradoja, Menger señala lo siguiente:

      Si nos preguntamos, por ejemplo, a qué se debe que una libra de agua potable no tenga para nosotros, en circunstancias normales, apenas ningún valor, mientras que de ordinario, concedemos un valor elevado a la más pequeña parte de una libra de oro o diamantes, obtendremos la respuesta a partir de la siguiente reflexión: Los diamantes y el oro son tan escasos que la totalidad de las cantidades de los primeros en poder de los hombres pueden guardarse en una caja […]. En cambio, el agua potable abunda tanto que apenas cabe imaginar un depósito lo suficientemente grande para almacenarla en su totalidad. (p. 125)

      Sin embargo, Menger explica que si el agua se vuelve muy escasa, a tal extremo de que peligra la vida de las personas, adquiere un gran valor, a diferencia del oro que en términos relativos se volvería muy barato respecto al agua. Por ejemplo, si una persona no tiene agua, pero posee una gran cantidad de joyas, la utilidad marginal del agua aumenta mucho y, en términos relativos, se hace mayor que la utilidad marginal de las joyas lo que significa que la percepción de las personas es que hay abundancia de joyas, pero escasez de agua y la vida está en peligro. En consecuencia, será capaz de entregar todas sus joyas por agua. Pero si la situación vuelve a la normalidad, los productores de agua potable, al haber mucho de este producto, tendrán que venderlo a su precio original y vuelve a ser muy barato. Por ejemplo, si la persona usa el agua para subsistir, la valorará más que si la usa para llenar la piscina de su casa. Sobre esa base, la cantidad que se tiene de un bien y el orden de prioridad en la satisfacción de las necesidades, las personas valoran los bienes según el uso menos importante que les dé. Esta paradoja sigue vigente en todo tipo de bienes, pues constantemente valoramos los bienes que consumimos en función de la cantidad que tenemos y en qué medida satisfacen nuestras necesidades.

      El intercambio directo al que nos referimos en el acápite anterior es el trueque y es el fundamento para comprender el intercambio indirecto donde se utiliza el dinero, que investigaremos en el siguiente capítulo. Sin embargo, es importante resaltar que la explicación del intercambio directo o el trueque tiene un objetivo didáctico, que es exponer los principios fundamentales de todo intercambio entre individuos donde la valoración marginal es pieza clave.

      Menger explica que para que se dé normalmente y sin coerciones un libre intercambio entre dos personas, se deben cumplir tres condiciones: ambas personas deben tener los bienes necesarios para el intercambio, y la valorización marginal debe ser diferente; deben estar conscientes de ambas situaciones antes planteadas, y, por último, deberán tener cierta capacidad de acción para el intercambio (p. 160).

      Menger usa un modelo aritmético para explicar el caso de dos personas que intercambian animales y cómo en este proceso se van formando las utilidades marginales de cada bien y los criterios que favorecen estas operaciones, destacándose que, en determinado momento, luego de una serie de intercambios, desaparece el incentivo para continuar con estos.

      El modelo consiste en que dos personas, A y B, poseen caballos y vacas para su supervivencia, cada una necesita de ambos animales y transan para intercambiarlos con base en la valoración subjetiva, es decir, la utilidad marginal. En la tabla 3, A tiene 6 caballos y una vaca, y B posee lo contrario. El individuo A valora el primer caballo en 50 de utilidad marginal, el segundo con 40 de utilidad marginal y así hasta llegar al sexto caballo, el cual no contribuye a la utilidad total y por tanto la utilidad marginal es cero. En cambio, como tiene una sola vaca, la utilidad marginal es 50. Menger en su ejemplo nos explica que el primer caballo es para la producción de alimentos; el segundo, para mejorar la tierra de otra finca y contar con más alimentos; el tercero, para trasladar cosas de un lado a otro; el cuarto, para diversión; el quinto, para la reserva, y el último no contribuye a la utilidad dado que no tiene función alguna.

      Tabla 3

       Momento 1

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      Fuente: Menger (1996)

      En la tabla 4 (momento 2), tenemos el primer intercambio, donde A se deprende de un caballo, que en este caso tiene 0 de utilidad marginal,

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