Fundamentos de microeconomía. Marco Antonio Plaza Vidaurre
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Esta ley se cumple en todo tipo de consumo y está siempre relacionada con un tiempo determinado. Veamos el caso de la alimentación diaria: una persona desayuna, almuerza y cena todos los días. Supongamos que desayuna a las 8 a. m., almuerza a la 1 p. m. y cena a las 7 p. m. Asumimos que no come nada entre dichas horas. Sin embargo, cada una de estas actividades tiene un rango de duración hasta que el individuo nuevamente tiene hambre. Incluso el caso es más complejo para cada tipo de alimento. El típico almuerzo está compuesto por una entrada, un segundo y un postre; en cada uno de estos se llega a un punto de saturación relativo, en el sentido de que nadie come solamente entrada ni los otros alimentos. La persona se satisface de comer entrada y sigue teniendo hambre, pero no le provoca comer más de esta; igual sucede con el segundo. Ahora bien, si come mucho, quizá no le provoca ningún dulce como postre. Luego, la ley de la utilidad marginal en el caso de la alimentación no solamente se aplica a la necesidad como un todo, sino que esta puede ser compartimentada. Igual sucede con otras actividades que dan placer a las personas, como ver televisión, escuchar un tipo de música o conversar de un tema específico. En cada una de las actividades se cumple la ley de la utilidad marginal porque siempre existirá un nivel de saturación del uso de un bien o de su respectivo consumo. Los economistas han desarrollado un gráfico que explica esta ley de manera que visualmente podamos comprender más este concepto.
Figura 1. La utilidad del consumidor
Elaboración propia
En la figura 1 tenemos la evolución de la utilidad del consumidor cada vez que aumenta el consumo de un bien, al que denominamos X. En el eje vertical se tiene la variable utilidad total que es acumulativa, y en el horizontal, la cantidad del bien mencionado. La curva aumenta de manera decreciente volviéndose más plana a medida que se consume más X, es decir, los cambios en la utilidad son menores cada vez que se incrementa en una unidad el consumo de X. Observamos dos triángulos pequeños que se forman cuando aumenta el consumo de X y dos catetos verticales: a y b. El cateto a es más grande que el b. Esto refleja el 'cambio' en la utilidad. La pendiente de la curva también disminuye a medida que se consume más X. Si se sigue aumentando el consumo de X, la pendiente tiende a ser horizontal, por tanto no hay cambio en la utilidad total y la utilidad marginal se convierte en cero.
Podemos también representar este comportamiento en una tabla. Por ejemplo, la primera unidad de X arroja 50 de utilidad, la segunda solo 30 que sumada a la primera da un total de 80, la tercera unidad contribuye con 20 y el total es 100, así hasta que la sexta unidad no contribuye con nada a la utilidad y, por tanto, la utilidad total se estanca.
Tabla 1
La utilidad marginal
Consumo del bien X | Utilidad total | Utilidad marginal |
1 | 50 | 50 |
2 | 80 | 30 |
3 | 100 | 20 |
4 | 110 | 10 |
5 | 105 | 5 |
6 | 105 | 0 |
Elaboración propia
En este ejemplo, una persona consume determinado bien hasta que sacia su necesidad o llega al punto de saturación. Podemos concluir entonces que cuando se consume un bien, la utilidad total aumenta, pero de manera decreciente, y que los valores marginales de utilidad disminuyen hasta convertirse en cero.
2. LA LEY DE LA UTILIDAD MARGINAL DE MENGER
Carl Menger, fundador de la escuela austriaca de economía, en su obra Principios de la economía política (1871/1996) desarrolló una teoría del valor completamente diferente a la vigente en aquella época, la teoría del valor trabajo, seguida por economistas clásicos, como Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill, entre otros, mediante la cual los bienes se valoraban según el trabajo utilizado en la producción de un bien, es decir, el costo definía el valor o el precio de los bienes.
Menger define el valor de la siguiente manera:
Por consiguiente, valor es la significación que unos concretos bienes o cantidades parciales de bienes adquieren para nosotros, cuando somos conscientes de que dependemos de ellos para la satisfacción de nuestras necesidades. Por tanto, aquel fenómeno vital que llamamos valor de los bienes, brota de la misma fuente que el carácter económico de estos últimos, es decir, de la antes descrita relación entre necesidad y masa de bienes disponibles. (pp. 103-104)
También:
El valor de los bienes se fundamenta en la relación de los bienes con nuestras necesidades, no en los bienes mismos. Así pues, el valor no es algo inherente a los bienes, no es una cualidad intrínseca de los mismos, ni menos aún una cosa autónoma. (p. 108)
En estas citas podemos ver cómo la apreciación de una persona respecto al placer que le brinda el consumo de un bien es el meollo de la valorización, que en términos concretos, se convierte en un valor monetario o precio. Como bien dice el autor, es el carácter económico lo que diferencia la valorización de los bienes, y esta, indudablemente, es subjetiva, en el sentido que cada individuo percibe de manera diferente. En síntesis, el valor económico de las cosas no una cualidad intrínseca de estas.
En cuanto la utilidad, la define de la siguiente forma: “Utilidad es la capacidad que tiene una cosa de servir para satisfacer las necesidades humanas…” (p. 107).
Menger utiliza un modelo numérico para explicar el principio de la utilidad marginal y la teoría del intercambio. A continuación, tenemos una tabla de valoraciones de una serie de bienes denominados con números romanos del I al X, y cada uno tiene un diferente grado de utilidad marginal que se hace menor. Siguiendo el ejemplo de Menger, el primer bien es el más necesario de toda la estructura de consumo de la persona; sea este el agua. Analicemos cómo el individuo puede ir cambiando de un bien a otro.
Tabla 2
Las preferencias de un consumidor
Fuente: Menger (1996)
Supongamos que el agua se consume en vasos al día, y el primer vaso le da una satisfacción de 10; el segundo, 9 y así sucesivamente. Pero el tercer vaso, que le produce una utilidad marginal de 8, lo puede cambiar por el bien III que es carne de res; dividimos este bien en 50 gramos por consumo. La tercera ración de carne le daría una utilidad marginal de 6 y de ahí pasaría al bien IV que podrían ser frutas. Al consumir la cuarta fruta, que le da una utilidad marginal de 4, pasa al bien VI que es el cigarrillo; y así puede seguir estableciendo una serie de prioridades sobre la base de la utilidad