En vivo y en directo. Fernando Vivas Sabroso

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En vivo y en directo - Fernando Vivas Sabroso

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de Bravo en la célebre CMQ habanera.

       Anticipo del sur

      Sin relación con las aventuras limeñas, silvestre y autosuficiente dentro de su conmovedora modestia, la televisión nació en Arequipa el 15 de agosto de 1959, poco después de los canales 4 y 9 de Lima, y antes del 13 de los Delgado. Allí se fundó además la primera planta de ensamblaje de televisores en el país. En este proceso se mezcla el pionerismo tecnológico de un digno descendiente del exuberante inventor Pedro Paulet, la disposición al riesgo de un gringo empeñoso y la credulidad de las autoridades de la UNSA (Universidad Nacional San Agustín).19

      Gustavo Quintanilla Paulet se interesó por la televisión al pasear por Radio City en Nueva York y por la RAI en Roma. Terminados sus estudios de filosofía, retornó al Perú en 1958 y visitó el recién fundado canal 7. Inmediatamente reinstalado en Arequipa para trabajar en la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA), donde había sido encargado de la Radio Universitaria, propuso al rector Isaías Mendoza fundar un canal educativo. La propuesta no hubiera prosperado en absoluto si Quintanilla no se pone en contacto con el norteamericano Jack Dwyer, gerente local de la Coca Cola y dueño de una cámara de televisión, que tenía el plan de montar una fábrica de ensamblaje de televisores con algunos amigos arequipeños. La iniciativa universitaria le venía de perilla a Dwyer, quien a través de sus socios locales Jorge Bedoya, Humberto Portillo y Eleodoro Freyre, entre otros, manejaba la fábrica que subvencionaría a la flamante Televisora Sur Peruana S.A., canal 2. Quintanilla se reservaba la gerencia del canal y Bedoya la presidencia del directorio. El canal se programaría con espacios en vivo y con algunos enlatados de la CBS, pues Dwyer tenía contactos amicales con la gran cadena. El único camarógrafo sería el autodidacta Juan Ojeda.

      La primera transmisión de prueba, en circuito cerrado, se hizo en enero de 1959, desde el Teatro Municipal hacia una serie de televisores ubicados en la calle. Pasó medio año para el lanzamiento oficial del canal desde el Pabellón de Cultura de la universidad y poco después, por inadecuación del edificio, Televisora Sur se trasladó a un local de propiedad de la Beneficencia. La inauguración oficial fue vista por muy pocos hogares —la multitud se agolpaba ante las vitrinas con televisores marca CBS cuyas cajas de madera fueron pintadas por brochas nativas— pero contó con la presencia del presidente Manuel Prado, invitado por su pariente Bedoya. Tras la ceremonia que apadrinó el presidente, se aireó un modesto show musical. El primer auspiciador fue el bazar Creaciones Lima.

      Los primeros programas, lanzados desde la UNSA fueron conferencias y diálogos académicos, además de un modesto noticiero con fotos fijas. Aceite Cocinero auspiciaba un espacio culinario y Alfredo Cano, el productor más ambicioso, montó zarzuelas y dirigió telenovelas en vivo. La primera fue El secreto de sor Teresa, según el libreto comprado a Juan Ureta Mille y previamente ejecutado en Lima. Su esposa Elvira Travesí viajó al Sur para trabajar en el primer capítulo. Comerciales en vivo con modelos como la Miss Arequipa Doris Castro interrumpían el drama. Más popular que las novelas fue La Uruguaya regala, concurso de tareas inspirado en Scala regala y apadrinado por Pablo de Madalengoitia. En él trabajaron, entre otros, Fernando Herrera, Andrés Bedoya, Frida Osorio y Jimmy Vargas. El productor arequipeño Humberto Polar hizo sus pinitos en los primeros años de canal 2. Jorge Cornejo Polar dirigió una temporada del noticiero El Sur Peruano. Más adelante, Quintanilla desarrolló un plan de teleducación llamado Teda (Televisión Educativa de Arequipa), experiencia que será tomada en cuenta para la creación del Inte (Instituto Nacional de Teleducación) durante el gobierno militar.

      A mediados de los sesenta, el pionerismo arequipeño fue comprado por Panamericana de Lima (incluidas las sucursales de Cusco, Puno y Tacna) y, como ha sucedido en el resto del país, este canal regional terminó convirtiéndose en mera repetidora con escasa o nula programación local. Recién a mediados de los noventa, desde la misma UNSA, se lanzó un programa de auditorio ambicioso, Mirando al sur, producido por el limeño Horacio Paredes y animado por Estrella Amprimo. Lolita Ronalds le tomó, luego, la posta. Tras estos brotes eventuales, la principal plaza nacional fuera de Lima confirma, en su tedio repetidor, el cruel centralismo de la televisión peruana.

      Antonio Umbert Féllez y Nicanor González Vásquez fueron socios y amigos veinteañeros desde 1944. Casi fueron una versión criolla del empresario yanqui que comienza desde la nada, pues se hicieron a sí mismos, y Nicanor, tipo campechano y gritón, arquetipo del empresario en manga de camisa, se enorgullecía de haber sido lechero; así como don Antonio —que se había negado a trabajar las tierras de su familia en Huacho—, vendedor de automóviles.20 Tenían la complementariedad de un sólido matrimonio, encarándose desde sus escritorios en la misma oficina —ni en la mejor época de América dejó de ser así— y se repartían poses y actitudes: si Nicanor parecía algo así como la voz cantante, Antonio era la cabeza pensante, perfectos gerente y presidente de directorio. En fin, caretas de un dúo fraterno y de una sociedad comercial que solo acabó tras la muerte de ambos durante la dictadura militar, cuando sus herederos inamistosos —Nicanor González Bryce y Mauricio Arbulú Urrutia— pelearon y vendieron el canal a Televisa.

      Umbert había iniciado en 1936 una exitosa carrera de empresario radial que tuvo un hito en 1942, cuando fundó la Compañía Peruana de Radiodifusión (radio América) a la que se asoció González un par de años más tarde. Juntos hicieron de América una empresa pujante que, a la hora de fundar el canal 4, lideraba una cadena de 17 estaciones afiliadas a la Asociación de Radioemisoras del Perú. El prolífico y conservador Umbert tuvo 13 hijos con Rosa Bentín, una de las propietarias de la Backus y Johnston, mientras el vital González solo tuvo 4. Dos con su primera esposa que falleció a temprana edad (Nicanor González Urrutia fue uno de ellos) y dos en su segundo matrimonio con la cantante Lucy Díaz.

      El prurito de la televisión obró con rapidez en Umbert y en González. La sociedad con Avelino Aramburú y las facilidades que les otorgó la RCA Victor, empresa urgida por colocar sus productos en nuevos mercados, les permitió anunciar la inauguración del primer canal privado para julio de 1958, poco después de la fundación del canal 7. Tras algunas postergaciones de rigor, debidas al desaduanaje de los equipos en el puerto del Callao y a la instalación de la antena de 132 metros en el edificio de Montero Rosas y Mariano Carranza en Santa Beatriz, el acto se trasladó a agosto, luego a octubre y finalmente al 15 de diciembre, fecha oportuna, pues los anunciantes intensifican sus campañas publicitarias hacia la Navidad.

       El día D

      Los ensayos comenzaron en los primeros días de diciembre. Para medir la eficacia del equipo técnico y la celeridad del laboratorio fílmico, se decidió reportar un hecho de interés fundamentalmente científico aunque no desprovisto de misterio y emoción góticos: la apertura de un fardo funerario en la Facultad de Medicina de San Fernando. El doctor Arturo Jiménez Borja dirigiría la operación a las 10 de la mañana; el canal tendría que filmarla, revelarla y, sin positivar la película pues los proyectores de la televisión trabajaban directamente con el negativo, transmitirla a las 8.30 de la noche. Quedaba el suspenso de lo que se hallaría una vez desenfardado el envoltijo, pero los especialistas aseguraron que se trataba de una pacífica mujer habitante de la zona de Huallamarca, la huaca cercana al Club El Golf de San Isidro, de donde no podría provenir nada que chocara a la encopetada teleaudiencia inicial.

      Tras la exitosa prueba del fardo, vino la transmisión del sorteo de coches del II Gran Premio Internacional República del Perú, una sencilla ceremonia donde pilotos extranjeros y ases nacionales como Arnaldo Alvarado y Eduardo Dibós, futuro alcalde de Lima, escogían una balota numerada; también hubo una incursión filmada en Acho, motivo de temores entre varios empresarios de espectáculos que avizoraban el día en que la televisión los sacara de ruta. De modo que la conferencia de prensa

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