Paraíso. Divina comedia de Dante Alighieri. Franco Nembrini

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Paraíso. Divina comedia de Dante Alighieri - Franco Nembrini Digital

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es paraíso —dice Dante—, aunque la gracia de Dios no se extienda por todas partes del mismo modo; para subrayar el concepto, utiliza la misma rima en ove [dove, piove en el texto italiano (N. del T.)] con que abría el canto (cf. Par., I, vv. 1-3).

      Lo mismo podríamos decir nosotros a propósito del mundo. Todo es conforme a un designio bueno, no existen manchas en la creación, como hemos visto en el Canto II. Por eso, podemos estar alegres con lo que tenemos y no angustiarnos siempre por lo que nos falta, podemos vivir disfrutando del bien que hay sin envidiar la suerte de otros. En definitiva, se puede vivir santamente —es decir, de forma plenamente humana— en todas partes, en cualquier circunstancia, hasta en un campo de concentración, como testimonió el padre Kolbe.2

      1 L. Giussani, Qui ed ora, Rizzoli, Milán, 2009, pp. 430-431 (traducción propia).

      2 Maximiliano Kolbe, sacerdote franciscano, prisionero en Auschwitz, se ofreció para morir en lugar de un compañero que había sido condenado al barracón de la muerte. Entre toda la bibliografía sobre el tema, me permito indicar el ensayo, a la vez sintético y profundo, contenido en A. Sicari, Retratos de santos I, Encuentro, Madrid, 1995, pp. 125-135.

Quel sol che pria d’amor mi scaldò ’l petto, di bella verità m’avea scoverto, provando e riprovando, il dolce aspetto; e io, per confessar corretto e certo me stesso, tanto quanto si convenne leva’ il capo a proferer più erto; Aquel sol que primero había encendido mi pecho de amor1 me acababa de descubrir el dulce aspecto de una bella verdad, demostrándomela y refutándome, y yo, para confesarme corregido y convencido en el grado que debía, levanté la cabeza para hablar claramente, pero se me apareció una visión que me atrajo de tal modo al percibirla que ya no me acordé de mi confesión.
ma visïone apparve che ritenne a sé me tanto stretto, per vedersi, che di mia confession non mi sovvenne.
Quali per vetri trasparenti e tersi, o ver per acque nitide e tranquille, non sì profonde che i fondi sien persi, tornan d’i nostri visi le postille debili sì, che perla in bianca fronte non vien men forte a le nostre pupille; Como vidrios transparentes y tersos o aguas límpidas y tranquilas, pero no tan profundas que el fondo sea oscuro, reflejan de nuestro rostro los perfiles tan débilmente que una perla en una frente blanca no sería más difícil de ver por nuestros ojos, así vi yo muchos rostros dispuestos a hablar, por lo que incurrí en el error contrario de aquel que encendió el amor entre el hombre y la fuente.2
tali vid’ io più facce a parlar pronte; per ch’io dentro a l’error contrario corsi a quel ch’accese amor tra l’omo e ’l fonte.
Sùbito sì com’ io di lor m’accorsi, quelle stimando specchiati sembianti, per veder di cui fosser, li occhi torsi; e nulla vidi, e ritorsili avanti dritti nel lume de la dolce guida, che, sorridendo, ardea ne li occhi santi. Tan pronto como me di cuenta de ellos, creyéndolos semblantes reflejados en espejos, volví los ojos hacia atrás para ver de quién eran y no vi nada, y, volviéndolos de nuevo hacia adelante, los fijé en el resplandor que brillaba sonriendo en los santos ojos de mi dulce guía.
«Non ti maravigliar perch’ io sorrida», mi disse, «appresso il tuo püeril coto, poi sopra ’l vero ancor lo piè non fida, ma te rivolve, come suole, a vòto: vere sustanze son ciò che tu vedi, qui rilegate per manco di voto. «No te maravilles de que me sonría de tu pueril pensamiento –me dijo–, pues aún no fijas el pie sobre la verdad y te dejas llevar, como sueles, por las impresiones. Seres reales son los que ves, aquí relegados por no haber cumplido enteramente sus votos.
Però parla con esse e odi e credi; ché la verace luce che le appaga da sé non lascia lor torcer li piedi». Habla, no obstante, con ellos, óyelos y cree lo que te digan, pues la verdadera luz que los hace felices no les permite alejar sus pasos de allá».
E io a l’ombra che parea più vaga di ragionar, drizza’mi, e cominciai, quasi com’ uom cui troppa voglia smaga: «O ben creato spirito, che a’ rai di vita etterna la dolcezza senti che, non gustata, non s’intende mai, grazïoso mi fia se mi contenti del nome tuo e de la vostra sorte». Ond’ ella, pronta e con occhi ridenti: Y yo me dirigí a la sombra que parecía más inclinada a hablar y empecé casi como el hombre a quien turba el exceso de sus propios deseos: «¡Oh espíritu bien creado, que a la luz de la vida eterna sientes la dulzura que, de no gustarla, no se comprende jamás! Hazme la gracia de declararme tu nombre y cuál es vuestra suerte». A lo que la sombra, pronta y con ojos risueños, replicó: «Nuestra caridad no cierra las puertas a un deseo justo, sino que hace como aquella que quiere semejante a sí a toda su corte.
«La nostra carità non serra porte a giusta voglia, se non come quella che vuol simile a sé tutta sua corte.
I’ fui nel mondo vergine sorella; e se la mente tua ben sé riguarda, non mi ti celerà l’esser più bella, ma riconoscerai ch’i’ son Piccarda, che, posta qui con questi altri beati, beata sono in la spera più tarda. Fui en el mundo una virgen religiosa; y si tu memoria se esfuerza, no la nublará el ser yo ahora más hermosa, sino que reconocerás que soy Piccarda,3 que, puesta aquí con estos otros bienaventurados, soy bienaventurada en la esfera más lenta.
Li nostri affetti, che solo infiammati son nel piacer de lo Spirito Santo, letizian del suo ordine formati. Nuestros afectos, que solo están inflamados por el Espíritu Santo, gozan conformándose al orden dispuesto por Él.
E questa sorte che par giù cotanto, però n’è data, perché fuor negletti li nostri voti, e vòti in alcun canto». Y esta suerte, que parece tan baja, nos ha sido designada porque descuidamos nuestros votos y en algo faltamos a ellos».
Ond’ io a lei: «Ne’ mirabili aspetti vostri risplende non so che divino che vi trasmuta da’ primi concetti: A lo cual contesté: «En vuestros admirables rostros resplandece un no sé qué divino que transfigura vuestra imagen primera, por lo cual no estuve pronto al recordar; pero ahora me ayuda lo que me dices, y el recordarte me es fácil.
però non fui a rimembrar festino; ma or m’aiuta ciò che tu mi dici, sì che raffigurar m’è più latino.
Ma dimmi: voi che siete qui felici, disiderate voi più alto loco per più vedere e per più farvi amici?». Pero dime: vosotras, que sois felices aquí, ¿deseáis un lugar más alto para ver y tener mayores afectos?».
Con quelle altr’ ombre pria sorrise un poco; da indi mi rispuose tanto lieta, ch’arder parea d’amor nel primo foco: «Frate, la nostra volontà quïeta virtù di carità, che fa volerne sol quel ch’avemo, e d’altro non ci asseta. Sonrió ligeramente al par que las otras sombras, y luego me contestó con aire tan feliz que parecía arder en el primer fuego del amor: «Hermano, nuestra voluntad se aquieta por la virtud de la caridad, que nos hace no querer más que lo que tenemos y otra cosa no ansía.
Se disïassimo esser più superne, foran discordi li nostri disiri dal voler di colui che qui ne cerne; che vedrai non capere in questi giri, s’essere in carità è qui necesse, e se la sua natura ben rimiri. Si deseásemos estar más altas, estarían en discordancia nuestros deseos con la voluntad de Aquel que aquí nos agrupa, lo que no cabe en estas esferas si el espíritu de caridad es aquí indispensable y consideras bien su naturaleza.

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