Paraíso. Divina comedia de Dante Alighieri. Franco Nembrini
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Empezamos así a ver que en el paraíso «la misericordia y la verdad se encuentran» (Sal 85,11) realmente. La verdad, es decir, el juicio que ha formulado Beatriz sin paliativos: «No pueden estas almas ser excusadas por eso, pues la voluntad, si no quiere, no cede» (vv. 75-76). No hay atenuantes. Si Piccarda y Constanza han cedido a la fuerza es porque han aceptado, en parte, ceder. Y, al mismo tiempo, la misericordia: «Tan sólida voluntad es demasiado rara» (v. 87), no es fácil mantenerse firmes. Lo importante es que «no hay voluntad absoluta de consentir en el daño» (v. 109), que conservemos al menos la fidelidad del corazón. No es lo mismo aceptar el martirio que ceder para salvar el pellejo; pero incluso quien cede, si reconoce su debilidad sinceramente y vive santamente, se salva.
Es una posición vertiginosa que acaba con cualquier tipo de moralismo; los cielos celebran a los mártires que han resistido hasta la muerte e igualmente a todos los pobrecillos que, aunque se han dejado doblegar por las dificultades de la vida, han custodiado en el fondo del corazón un rescoldo de fidelidad.
Como si no fuese suficiente esta maravilla, ¿qué rimas ha empleado Dante en los versos 104 a 108? «Spense», «pense», «offense». Justamente aquí, donde se exalta el libre albedrío y se conoce la libertad herida, aparecen las rimas de Paolo y Francesca (Inf., V, vv. 107-111). ¡No puede resultar más claro y explícito! Nada más lejos del «amor, que al que es amado obliga a amar» (Inf., V, v. 103). Si la voluntad puede permanecer libre interiormente incluso cuando cede a la violencia, ¡figuraos si no puede resistir a la pretendida violencia del amor!
Pero aún hay más. Al final del canto, ¿qué hace Dante ante la mirada paradisíaca de Beatriz? «Mi fuerza desmayó y casi me anonadé con la vista baja» (vv. 141-142): casi se desmaya. Un desvanecimiento, como en los otros dos cantos marcados por las rimas «spense», «pense» y «offense» (Inf., V, vv. 107-111, y Purg., XXXI, vv. 8-12), como para poner firma y sello al recorrido que nos propone. Al terminar la explicación, Dante la comenta con un himno que alaba la inteligencia (vv. 124-132):
«[…] Bien veo que jamás se sacia nuestro entendimiento si no lo ilustra aquella verdad fuera de la cual no hay nada cierto. Pósase en ella, como fiera en su cubil, tan pronto la alcanza; y alcanzarla puede, pues, si no, todo deseo sería vano. Nace por eso, a guisa de retoño, al pie de la verdad la duda, y por su naturaleza nos empuja hacia la cima de grado en grado […]».
Se trata de una imagen estupenda. La razón humana es como una bestia («fiera») que continuamente va a cazar a su presa —es decir, el conocimiento, la verdad de las cosas— y «jamás se sacia», no está satisfecha hasta que no alcanza una compresión completa que abarque el horizonte entero, «aquella verdad fuera de la cual no hay nada cierto». Solo entonces descansa por fin, como la bestia cuando vuelve saciada a su guarida («cubil»). Y menos mal que existe esta posibilidad —añade Dante—, porque de otro modo todo nuestro deseo de conocer sería «vano»: se vería frustrado.
A lo largo de este recorrido, cada descubrimiento es, además, ocasión para una nueva pregunta, y así esta curiosidad inagotable «nos empuja hacia la cima de grado en grado», de pregunta en pregunta, de descubrimiento en descubrimiento; el deseo de conocer nos empuja incansablemente hasta la cima, hasta la contemplación de Dios.
Una vez más, Dante no pierde la ocasión de recordarnos los dos hechos constitutivos de la experiencia humana: una libertad indomable aunque herida y un intelecto insaciable, que solo puede encontrar paz en el conocimiento del fundamento último de la realidad.
1 «Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu» («No hay nada en el intelecto que no haya pasado primero a través de los sentidos») es una fórmula canónica de la filosofía de Tomás. Cf. Tomás de Aquino, Quaestiones disputatae de veritate, q. 2, a. 3, arg. 19.
2 Cf. D. Alighieri, Purgatorio, op. cit., pp. 180-182 y 337.
3 En realidad, la cita es dudosa. Este aforismo se le atribuye universalmente a él, pero sin indicar nunca una fuente concreta. Probablemente, se trata de la generalización de una expresión afín contenida en Ortodoxia: «El mundo moderno está repleto de antiguas virtudes cristianas […] que se han desquiciado» (G. K. Chesterton, Ortodoxia, Acantilado, Barcelona, 2013, p. 37).
Intra due cibi, distanti e moventi d’un modo, prima si morria di fame, che liber’ omo l’un recasse ai denti; sì si starebbe un agno intra due brame di fieri lupi, igualmente temendo; sì si starebbe un cane intra due dame: | Entre dos manjares igualmente distintos y apetitosos se moriría de hambre un hombre libre antes de llevarse uno de ellos a la boca; así permanecería un cordero entre la voracidad de dos feroces lobos, temiéndolos por igual. Así se quedaría un perro entre dos gamos. Por lo cual, si yo callaba, no me lo reprocho, pues estaba por igual suspenso ante mis dudas, y, puesto que era necesario, tampoco me alabo por ello. |
per che, s’i’ mi tacea, me non riprendo, da li miei dubbi d’un modo sospinto, poi ch’era necessario, né commendo. | |
Io mi tacea, ma ’l mio disir dipinto m’era nel viso, e ’l dimandar con ello, più caldo assai che per parlar distinto. | Yo callaba; pero mi deseo se me pintaba en el rosto, y mi pregunta así era más intensa que si la hubiera dicho claramente con palabras. |
Fé sì Beatrice qual fé Danïello, Nabuccodonosor levando d’ira, che l’avea fatto ingiustamente fello; e disse: «Io veggio ben come ti tira uno e altro disio, sì che tua cura sé stessa lega sì che fuor non spira. | Hizo Beatriz entonces lo que Daniel cuando aplacó la ira de Nabucodonosor, que le había llevado a injusta crueldad,1 y dijo: «Bien veo cómo te atraen un deseo y otro, aunque tu curiosidad se ata a sí misma de modo que no se manifiesta al exterior. |
Tu argomenti: “Se ’l buon voler dura, la vïolenza altrui per qual ragione di meritar mi scema la misura?”. | Tú te dices: “Si la buena voluntad persevera, ¿por qué razón la violencia de los demás acorta la medida de mi mérito?”. |
Ancor di dubitar ti dà cagione parer tornarsi l’anime a le stelle, secondo la sentenza di Platone. | También te ofrece motivo para dudar el que parezcan volverse las almas a las estrellas, según la doctrina de Platón.2 |
Queste son le question che nel tuo velle pontano igualmente; e però pria tratterò quella che più ha di felle. | Estas son las cuestiones que en tu voluntad pasan igualmente; pero antes trataré de la que presenta mayor peligro. |
D’i Serafin colui che più s’india, Moïsè, Samuel, e quel Giovanni che prender vuoli, io dico, non Maria, non hanno in altro cielo i loro scanni che questi spirti che mo t’appariro, né hanno a l’esser lor più o meno anni; | El serafín que se halle más cerca de Dios, Moisés, Samuel, aquel de los Juanes que quieras escoger, te digo, y también María, no tienen sus escaños en otro cielo que estos espíritus que ha poco se te aparecieron, ni han de permanecer en su estado más o menos años, sino que todos embellecen el primer círculo y tienen diferente vida de beatitud según sienten más o menos el eterno espíritu. |
ma tutti fanno bello il primo giro, e differentemente han dolce vita per sentir più e men l’etterno spiro. | |
Qui si mostraro, non perché sortita sia questa spera lor, ma per far segno de la celestïal c’ha men salita. | Aquí se mostraron no porque les tocara en suerte permanecer en esta esfera, sino para dar señal de que en la celeste ocupan la parte menos alta.3 |
Così parlar conviensi al vostro
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