Las islas griegas. Manuel Casanova
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Las islas griegas - Manuel Casanova страница 5
Fuimos a un bosquecillo de eucaliptos, cercano a la ciudad, en el que yo solía refugiarme a veces. El día era desapacible y permanecimos en el interior del coche. Le leí mis poemas despacio, deteniéndome de cuando en cuando para mirarla, acentuando algunos pasajes, alargando los silencios. No se inquiete, no voy a repetirle ahora mis poesías. Tengo un gran sentido del ridículo y además he olvidado la mayoría de aquellos escritos. Pero recuerdo un verso. “No me conozcas nunca, nunca me aprendas del todo”, había escrito yo. María dijo que era triste y traducía una barrera interior difícil de traspasar. Tal vez, le contesté, pero no desvelar por completo el misterio es la mejor manera de prolongar el amor. Oportuna frase, un poco críptica y no del todo incierta, que provocó en María el punto de ternura necesario para dejarse besar.
Estará de acuerdo conmigo en que el primer beso es el último acto definitorio de una mujer. Antes —por sus palabras, por sus actos— puede uno imaginarla, suponerla, pero sólo después del primer beso tiene uno certeza de cómo es. Es, en mi opinión, un instante mágico, mucho más esclarecedor que una primera noche de amor. Por supuesto cada primer beso es distinto y comunica cosas diferentes. Los labios de María me transmitieron paz y mansedumbre. Si me permite utilizar una imagen manida pero certera, fue como contemplar las aguas inmóviles de un lago. Tengo leído que el beso no es tan antiguo como la humanidad, que los romanos, por ejemplo, no se besaban en la boca, y se dice también que los esquimales en vez de besarse se frotan la nariz, aunque no creo que ese rito haya persistido después de que el cine y la televisión invadiesen Alaska. Si así fuera, no consigo explicarme cómo antiguos y esquimales han suplido tan importante carencia.
Los siguientes encuentros con María fueron de igual modo secretos. Reconozco que siempre me ha fascinado la clandestinidad en las relaciones amorosas, aun cuando no fuera necesaria. María aceptó de buen grado este tipo de relación oculta, porque le permitía continuar sin problemas su noviazgo con José Antonio. Para mi sorpresa, asumió esta doble vida con naturalidad: salía regularmente con su novio y de manera ocasional conmigo sin que ello alterase su estabilidad. La situación era por demás extraña. Ella mantenía con su novio una conducta normal, adulta, incluido el aspecto sexual, mientras que su comportamiento conmigo era —a excepción de los besos— bastante asexuado: hablábamos mucho, divagábamos, leíamos o comentábamos libros y películas. En fin, un tipo de relación que no podía durar demasiado. Lo cierto es que yo estaba muy a gusto con ella y disfrutaba con aquella serenidad oceánica que emanaba de su persona. Pero también quería acostarme con ella y cada vez erosionaba más mi amor propio la irritante fidelidad de María con su novio.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.