Antología. Elkin Restrepo
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hubiera velado su vida.
Pero tenía veinte años,
y era hora de aliviar el alma (y el cuerpo)
de cuanta porquería se había echado encima,
hora de respirar nuevos aires,
aquellos que tan memorable día le traían.
Había hecho suya a una mujer,
a la más carnal y deleitosa de las hetairas,
a la pequeña ramera que sería siempre su ramera
cada que del amor terreno se tratara,
y esto cambiaba su vida.
El Hades
No era la muerte un pensamiento
que le preocupara
demasiado
era joven
y aún restaba el pabilo
de los años mozos
su fácil inconsciencia
la vida había que vivirla
hasta el borde
volverla una historia
con muchas historias propias
y dentro
de ellas la esencial
cómo claudicamos siempre ante la tentación de Afrodita
cómo nos ciegan hasta vencernos sus resplandores maritales
una ilusión ¡ay!
que la impaciente marcha del tiempo
con su color de luna caída
convierte luego en una broma
en un engaño
de repente llega la época
en que como a moscas
te toca ver caer a padres amigos
conocidos
tu pequeño mundo
y ya nada es lo mismo
dolor tristeza ensimismamiento
lo único real es la muerte
dicho de otro modo
es la muerte esta dama enlutada
que no deja ver su rostro
y ahora ocupa tus pensamientos
la que de pronto torna irreal todo
un día soñé con mi padre
caminábamos por el borde de un lago
donde nos habíamos citado
para hablar de algunos asuntos
todavía pendientes después de su muerte
vestido de sport sin sombrero
tenía mi misma edad
lo que me incomodaba
pues me parecía que hurtaba lo que no era suyo
además un destello de incredulidad
asomaba en sus ojos
como si dudara de mi existencia
y el muerto fuera yo y no él
lo que hacía aún más inverosímil nuestra conversación
“fue una tristeza que te me anticiparas” me dijo
“¿es un chiste?” respondí descompuesto
… “ya hace tres años de lo tuyo
aquél horrible accidente de trabajo
¿lo has olvidado?” continúe
entonces
me miró compasivo
desde una inesperada lejanía
que ahora se lo llevaba a la fuerza
mientras murmuraba por lo bajo
que lo mío
le había partido el alma
pues no hay dolor más grande
que la muerte de un hijo
y que aunque siguiéramos discutiéndolo
–recalcó– no dejaba de ser una alegría
volverme a ver
así fuera en sueños
y ya no oí más
porque una densa niebla lo envolvió
llevándoselo a los encogidos
verdores de otros paisajes
El viaje es la vida
El viaje es la vida
así no se salga del lugar natal
basta mirar el mapa intrincado
que fabrican los días
para darse cuenta
cuán nómadas hemos sido
cómo la aventura
que nos aleja de casa
por rutas que son también
una odisea
(pensamientos hechos e instantes
que son una posibilidad
entre otras muchas otras
de tejer un destino
y de darle al mundo una forma)