La observación del desarrollo infantil. Rosa Julia Guzmán

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу La observación del desarrollo infantil - Rosa Julia Guzmán страница 3

La observación del desarrollo infantil - Rosa Julia Guzmán Estudios

Скачать книгу

que necesitan adelantar en el aula los educadores en proceso de formación, con el fin de mejorar sus prácticas educativas. A continuación, se presentan los dos conceptos centrales de este proceso: en primer término, la observación, y, posteriormente, el desarrollo infantil.

      La observación es el centramiento de la atención en un objeto o proceso. Según la Real Academia de la Lengua, observar es mirar con atención. Cuando centramos la atención, iniciamos un proceso que invita a desarrollar procesos de pensamiento de orden superior.

      Para el caso de la observación de los niños1 es necesario tener en cuenta que debemos ser muy respetuosos y prudentes para no incomodarlos ni interrumpir sus actividades. Es importante señalar que cuando tenemos un propósito en la observación, mientras estamos mirando con atención lo que hace un niño, nos planteamos preguntas como las siguientes: ¿qué está haciendo?, ¿cómo lo hace?, ¿por qué lo hace?, ¿con quién?, y otras inquietudes similares; es decir, nos tomamos el tiempo de pensar sobre lo que estamos observando, de modo que evitamos así la emisión de interpretaciones y juicios precipitados.

      Con las preguntas que formulamos y el planteamiento de posibles respuestas nuestro pensamiento se expande: buscamos comprender lo que el niño hace, tratamos de conectar lo que vemos con los conocimientos tanto teóricos como prácticos que tenemos acerca del desarrollo de los niños; generalmente, esto lleva a promover diálogos con personas expertas, así como a buscar más información sobre aquello que observamos.

      Una vez que tenemos algunas posibles respuestas a nuestros interrogantes procedemos a organizar las evidencias que hemos recogido, a fin de sustentar alguna pregunta que sea lo más profunda y precisa posible. Para esto, resulta muy útil hacer uso de la rutina de pensamiento2 “Veo, pienso, me pregunto”. Las respuestas resultantes de esta rutina contribuirán a seguir expandiendo nuestro pensamiento y nuestros conocimientos acerca del desarrollo infantil. Vale la pena resaltar el orden en el que se lleva a cabo el proceso: primero, miramos con atención, luego tomamos un tiempo para pensar y, al final, planteamos una pregunta.

      El propósito del planteamiento de las preguntas es promover los procesos de reflexión, los cuales, según Dewey (2010), implican pensar ordenadamente y con un propósito, para acercarnos temporalmente a algunas conclusiones y, sobre ellas, continuar con el análisis de nuestras ideas.

      La reflexión es un proceso iterativo que parte del planteamiento de preguntas con miras a ampliar nuestros conocimientos, considerar diferentes puntos de vista y, posteriormente, considerar de nuevo nuestras ideas; es una indagación cognoscitiva, en este caso sobre el desarrollo de los niños. La reflexión permite conectar nuestro mundo interior de ideas y pensamientos con el mundo exterior de lo que observamos.

      Los educadores necesitamos reflexionar permanentemente acerca de lo que hacen los niños, en relación con las características del contexto en el que se desenvuelven, lo cual, por supuesto, incluye nuestras propias acciones en el aula.

      Como puede notarse, la reflexión es un proceso que demanda tiempo; por ser iterativo nos exige repetirlo constantemente y volver sobre las ideas iniciales e intermedias para comprender mejor aquello sobre lo que reflexionamos. Este proceso es central en la labor del educador, porque es lo que permite que asumamos una posición profesional sobre lo que hacemos; de otra manera, nos convertiríamos en operarios de lo que otros piensan. La tarea de educar es altamente reflexiva.

      Dado que aquí se propone la reflexión sobre el desarrollo infantil, basada en la observación, se requiere pensar acerca de él. Por eso se presenta este tema a continuación, empezando por la exposición de la postura que se asume en este libro.

      Producto de los estudios y análisis adelantados por el Grupo de Investigación Educación y Desarrollo Infantil de la Universidad de La Sabana, proponemos la metáfora de la telaraña para explicar cómo el desarrollo no se produce de manera segmentada en lo que se ha denominado “dimensiones del desarrollo”, sino que, por el contrario, cuando se propician situaciones que buscan desarrollar, por ejemplo, el aspecto comunicativo, también se promueven desarrollos en diversos campos, tales como el social, el emocional y el cognitivo, entre otros. Wallon afirma: “es antinatural tratar al niño fragmentariamente. En cada edad constituye un conjunto original que no se puede disociar. En la sucesión de sus edades es un mismo y único ser en curso de metamorfosis” (1976, p. 176).

      La manera en la que podemos mostrarlo gráficamente se presenta en la figura 1. Ahora, si bien encontramos una referencia similar en Papalia y Martorell (2017), consideramos importante hacerle una adición muy importante, relacionada con la labor del educador. Proponemos una comparación entre el trabajo permanente de la araña en la construcción del tejido y la labor que adelanta el educador, en términos de establecer conexiones entre los hilos orbitales y los radiales del tejido reticular de la telaraña. Así como no es posible para la araña atrapar a sus presas si los hilos no están unidos, tampoco es posible promover el desarrollo infantil integral si se dejan espacios en los que no se promueva este desarrollo. Por esta razón, es importante que exista una observación continua: a partir de las reflexiones que ella nos genera, tomamos decisiones didácticas tendientes a crear ambientes que propicien la continuidad del tejido que soporta el desarrollo infantil.

image

       Figura 1. Metáfora de la telaraña. Fuente: elaboración propia.

      Nos interesa utilizar esta metáfora debido a que cuando se afecta un hilo de la telaraña, así sea levemente, toda ella se afecta. De la misma manera, el educador necesita desarrollar una aguda observación para percibir cualquier modificación en el desarrollo de los niños; la observación debe dar cuenta también de cuando el desarrollo tarda en modificarse. Tanto una situación como la otra se constituyen en la base de las planeaciones de sus acciones en el aula.

      Por otra parte, la telaraña tiene un núcleo que se constituye en el soporte de los hilos que van del centro hacia el exterior; estos hilos se denominan “radiales” y su función es dar soporte a toda la red. Los otros hilos, que van alrededor de los radiales, se llaman “orbitales” y conectan a los radiales entre sí, permitiendo la comunicación entre todos los componentes de la telaraña. De esta forma, podemos hablar de núcleos del desarrollo, que serían los focos en los que centramos nuestra acción pedagógica, pero, al igual que en la telaraña, las acciones pedagógicas afectan toda la estructura, que en nuestro caso es el desarrollo infantil.

      Los hilos radiales sugieren los procesos en expansión, tal como sucede a medida que los niños amplían su desarrollo, mientras que los hilos orbitales insinúan las conexiones entre los desarrollos.

      En esta propuesta resulta además muy sugerente el concepto de red, en la medida en que una de las definiciones que ofrece la Real Academia de la Lengua (2021) es la de “[c]onjunto de elementos organizados para un determinado fin”. En el caso de la telaraña, con el fin de retener las presas de la araña, y en el caso del desarrollo para conectar los diferentes ámbitos del desarrollo en un proceso de sinergias continuas.

      El propósito de utilizar la metáfora de la telaraña para el desarrollo

Скачать книгу