Encapsulación de probióticos . Marcelo Fernando Valle Vargas
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Por otra parte, se han reportado coinfecciones en cultivos de peces, las cuales son comunes en la naturaleza y se dan cuando el pez es infectado por dos o más microorganismos patógenos genéticamente diferentes, donde cada patógeno causa daño al hospedero, en este caso, el pez. La interacción de los microrganismos patógenos puede ser sinérgica o antagonista. Las coinfecciones pueden ser causadas por patógenos homólogos o heterólogos. En las homólogas, las coinfecciones son causadas por dos o más bacterias, dos o más virus, dos o más parásitos, mientras que las heterólogas son causadas por la interacción de bacteria-parasito, parásitovirus, bacteria-virus y hongo-bacteria, principalmente (Kotob et al., 2016; Nicholson et al., 2020).
En el cultivo de tilapia, se presentan estas coinfecciones, las cuales resultan en altas tasas de mortalidad entre las tilapias infectadas, con graves pérdidas económicas para los productores. Sin embargo, las pérdidas económicas en la producción son escasamente tenidas en cuenta en las investigaciones. Se han reportado muchas coinfecciones en tilapia, las cuales se pueden estudiar en mayor detalle en la revisión de literatura realizada por Abdel‐Latif et al. (2020).
Basri et al., (2020) reportaron el primer caso de coinfección por TiLV, A. hydrophila y S. agalactiae en cultivos de tilapia roja (O. niloticus × O. mossambicus) en Malasia. Los peces infectados presentaron letargia, separación del grupo de peces, pérdida de apetito, piel con hemorragia, exoftalmia y engrandecimiento de la vesícula biliar. Assis et al. (2017) reportaron una coinfección de S. agalactiae y F. noatunensis subsp. orientalis en un cultivo de tilapia nilótica en Brasil. En esta investigación determinó que la hipoxia crónica y la reducción en la temperatura del agua fueron factores de riesgo para la coinfección.
Nicholson et al. (2020) infectaron tilapia con TiLV y A. hydrophila en un experimento de laboratorio y encontraron que la tasa de mortalidad acumulada fue del 93%, en el caso de la coinfección, comparada con 0, 34% y 6,7% en el grupo control, TiLV y A. hydrophila, respectivamente. Los autores concluyeron que la coinfección aumentó significativamente la mortalidad y empeoró la gravedad de la enfermedad en la tilapia.
Dada la intensificación de los cultivos, se hace necesario entonces la implementación de protocolos de gestión sanitaria que permitan la prevención y control de enfermedades en toda la cadena de producción, con el fin de mejorar la bioseguridad, el bienestar animal y la seguridad alimentaria en el cultivo de tilapia.
Uso de antibióticos en cultivo de tilapia
Los antibióticos han sido usados en la acuicultura para tratamiento de enfermedades de tipo bacteriano, que en muchos casos se han originado por la intensificación del cultivo de especies acuícolas y la mala calidad del agua (Watts et al., 2017). El uso inadecuado de los antibióticos ha resultado en la aparición de microrganismos resistentes a antibióticos (MRA), los cuales pueden transferir esta resistencia a otros microorganismos presentes en las especies acuáticas, que a su vez se puede trasmitir a animales terrestres y estos finalmente al ambiente del ser humano, y viceversa, todo lo cual tiene un efecto adverso en la salud humana y animal, como también en los ecosistemas acuáticos (Santos y Ramos, 2018). La transferencia de la resistencia de una bacteria a otra se conoce como transferencia horizontal de genes. En este fenómeno, dicha resistencia se puede transferir por medio del ADN (plásmidos) o de porciones de cromosomas que contienen el gen que codifica dicha resistencia. La adquisición de esta resistencia se puede dar por tres vías o mecanismos: conjugación (transferencia de plásmidos), transformación (adquisición de ADN) y transducción (adquisición por un bacteriófago infectado) (FAO, 2005).
Los MRA son responsables de muchas infecciones difíciles de tratar, las cuales requieren antibióticos menos disponibles, más costosos y, usualmente, más tóxicos, dándose casos en los microrganismos se han vuelto resistentes a todos los antibióticos conocidos (ECDC, 2017). A nivel mundial, existen reportes que relacionan el uso de antibióticos con la aparición de MRA en especies como tilapia (Pauzi et al., 2020; García et al., 2021; Rico et al., 2014; Monteiro et al., 2016; Wamala et al., 2018), salmón (Miranda et al., 2018), bagre (Chuah et al., 2016), carpa (Zdanowicz et al., 2020; Patil et al., 2016) y otras (Watts et al., 2017).
En cultivos de tilapia en jaula en ríos de Tailandia, se ha reportado la acumulación de oxitetraciclina (OCT) y enroflozaxina (ENR) en muestras de sedimentos de ríos con concentraciones de 6.908 y 2.339 mg/kg, respectivamente. Además, en esta investigación se encontraron en el agua de cultivo concentraciones de OCT y ENR de 49 y 1,6 µg/L, respectivamente. Los resultados de la investigación concluyeron que el riesgo a corto plazo para los productores primarios e invertebrados no es significativo; no obstante, sugieren que los cultivos estudiados constituyen una fuente importante de polución ambiental por efecto de los antibióticos utilizados (Rico et al., 2014).
En otro estudio, realizado por Monteiro et al. (2016), se evaluó la posible relación entre la presencia de residuos de antibióticos y la ocurrencia de bacterias resistentes a antibióticos en peces de tilapia cultivados en jaulas en Brasil. Se evaluó la presencia de los siguientes antibióticos: oxitetraciclina (OTC), tetraciclina (TC), clorotetracilina (CTC), ciprofloxacina (CFX), enrofloxacina (EFX), sarafloxacina (SAR), norfloxacina (NFX), sulfataziol (STZ), sulfadimetoxina-d6 (SDM-d6), florfenicol (FF), sulfadimetoxina (SDM), sulfametazina (SMZ) y cloranfenicol (CAP). Los peces pequeños presentaron mayores concentraciones de residuos de antibióticos y ocurrencia más frecuente, en comparación con los peces medianos y grandes. OTC fue el antibiótico más detectado en las muestras (31%) en concentraciones de 10-1.379 mg/kg; en el caso de TC, este fue detectado en los peces donde los niveles de OTC fueron superiores. Los mayores contenidos de OTC y TC se encontraron en peces pequeños, cuyos valores estuvieron por encima de los límites máximos establecidos por la Unión Europea (100 mg/kg) y la autoridad competente de Brasil (200 mg/kg). Entre las bacterias patógenas identificadas, se encontraron Pseudomonas, Burkholderia, Pasteurella, Streptococcus y Aeromonas. La mayoría de las bacterias presentaron resistencia a STZ, seguido de TC; esto último se dio cuando la frecuencia de resistencia a FF fue la menor.
En Uganda, Wamala et al. (2018) estudiaron la ocurrencia de patógenos en tilapia nilótica y pez gato africano (Clarias gariepinus) cultivados en estanques, jaulas y medios naturales. Además, evaluaron la resistencia a 15 antibióticos de algunas de las bacterias aisladas. Como resultados principales, se lograron identificar 18 especies bacterianas en total, todas en tilapia, mientras que en el pez gato africano solo se encontraron cuatro especies. De las especies identificadas, que son de particular interés, por su prevalencia en los cultivos, se encontraron: A. hydrophila (43,8%), A. sobria (20,8%), E. tarda (8,3%), Flavobacterium sp. (4,2%) y S. agalactiae (6,3%). De estas bacterias, en particular los aislados de Aeromonas sp. fueron 100% susceptibles a sulfametazol-trimetripin, tetraciclina, gentamicina, estreptomicina, imipenem, ceftriaxona, cloranfenicol, aztreonam, ácido nalidíxico, enrofloxacina, pero fueron 100% resistentes a penicilina y ampicilina. Los autores de esta investigación en sus conclusiones recomiendan el uso de estrategias alternativas a los antibióticos para el control de infecciones bacterianas en los cultivos de peces.
En Colombia, la administración y uso de medicamentos veterinarios en las prácticas pecuarias están regulados por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA) y el Instituto Nacional de Salud (INS) con base a la Resolución 1382 del 2013 del Ministerio de la Protección Social. En dicha resolución se establecen los límites máximos de residuos (LMR) permitidos de medicamentos veterinarios en alimentos de origen animal destinados al consumo humano (Arenas y Melo, 2018).
En el caso de las prácticas