El Despertar Del Valiente. Morgan Rice
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу El Despertar Del Valiente - Morgan Rice страница 8
Tan pronto como cayeron las cadenas, la bestia pisó con sus patas como anunciando un ataque.
Pero, extrañamente, no lo hizo. En vez de eso, fijó sus ojos en Kyra, lentamente cambiando su mirada de furia ahora por una de tolerancia. Quizá hasta de gratitud.
Aunque muy despacio, pareció inclinar su cabeza; fue un gesto sutil, casi imperceptible, pero uno que ella podía descifrar.
Kyra se acercó, tomó su melena y, en un solo movimiento, lo montó.
Un gemido llenó el lugar.
Al principio la bestia se estremeció y empezó a pelear. Pero Kyra sintió que sólo quería montar un espectáculo. En realidad no quería derribarla; tan sólo quería establecer un punto de desafío, de quién estaba en control, para mantenerla a raya. Quería hacerle saber que era una criatura salvaje, una que nadie podía domar.
Yo no deseo domarte, le dijo ella en su mente. Sólo quiero ser tu compañera de batalla.
El Solzor se calmó, aun relinchando pero no tan salvajemente, como si la escuchara. Pronto dejó de moverse y se quedó perfectamente quieto, gruñéndoles a los otros como si la protegiera.
Kyra, sentada encima del Solzor ahora en calma, miraba a los otros. Un mar de rostros impactados la miraban de vuelta con la boca abierta.
Kyra sonrió ampliamente con una gran sensación de triunfo.
“Esta,” dijo ella, “es mi elección. Y su nombre es Andor.”
Kyra cabalgó a Andor a hasta el centro del patio de Argos, y todos los hombres de su padre, hombres experimentados, la miraban con asombro. Estaba claro que nunca habían visto algo como esto.
Kyra acariciaba su melena gentilmente tratando de calmarlo mientras les gruñía a los hombres, observándolos como si deseara venganza por haber sido enjaulado. Kyra ajustó su equilibrio después de que Baylor pusiera una nueva montura de cuero en él y trató de acostumbrarse a la altura. Se sintió más poderosa sobre esta bestia de lo que nunca se había sentido.
A su lado, Dierdre cabalgaba un hermoso corcel que Baylor había elegido para ella, y ambas avanzaron por la nieve hasta que Kyra miró a su padre a lo lejos al lado de la puerta, esperándola. Estaba de pie junto a sus hombres quienes, de igual manera, la observaban con admiración y temor al verla cabalgar esta bestia. Ella vio la admiración en sus ojos y esto le dio valentía para el viaje que tenía enfrente. Si Theos no regresaba con ella, al menos tenía esta magnífica criatura a su lado.
Kyra desmontó al llegar con su padre, guiando a Andor por la melena y observando un reflejo de preocupación en los ojos de su padre. No supo si esto se debía a la bestia o al viaje que estaba a punto de hacer. Su mirada de preocupación le dio confianza, le hizo saber que no estaba sola al sentir temor por lo que vendría, y le confirmó su cariño por ella. Por el más mínimo momento él bajó la guardia y le dio una mirada que sólo ella podía reconocer: el amor de un padre. Se dio cuenta que era difícil para él enviarla en esta misión.
Se detuvo a unos pies de distancia frente a él y todos los hombres guardaron silencio esperando la despedida.
Ella le sonrió.
“No te preocupes, padre,” dijo. “Tú me enseñaste a ser fuerte.”
Él asintió con la cabeza pretendiendo estar confiado, aunque ella sabía que no era así. Después de todo, él principalmente era su padre.
Él volteó hacia arriba examinando el cielo.
“Si tan sólo tu dragón viniera por ti ahora,” dijo. “Podrías cruzar Escalon en tan sólo unos minutos. O mejor aún, podría unirse a tu misión e incinerar a cualquiera que se pusiera en tu camino.”
Kyra sonrió con tristeza.
“Theos se ha ido, padre.”
Él la miró y sus ojos se llenaron de curiosidad
“¿Para siempre?” le preguntó, con el sentimiento de un general que lleva a sus hombres a la batalla, necesitando saber pero con miedo a preguntar.
Kyra cerró los ojos y trató de obtener una respuesta. Esperaba que Theos le respondiera.
Pero sólo hubo un total silencio. Le hizo preguntarse si en algún momento realmente había tenido una conexión con Theos, o si sólo había sido su imaginación.
“No lo sé, padre,” respondió con honestidad.
El asintió con aceptación, con la mirada de un hombre que ha aceptado su situación y decidido a contar sólo con sí mismo.
“Recuerdas lo que – ” empezó su padre.
“¡KYRA!” se escuchó un grito cortando el aire.
Kyra volteó mientras los hombres abrían camino, y su corazón se elevó al ver a Aidan corriendo por las puertas de la ciudad, con Leo a su lado, bajando de un carro que guiaban los hombres de su padre. Él corrió hacia ella tropezando por la nieve con Leo corriendo más rápido y muy adelante de él, y apresurándose a saltar a los brazos de Kyra.
Kyra rio mientras Leo la derribaba y se paraba sobre su pecho con las cuatro patas lamiéndola una y otra vez. Detrás de ella, Andor gruñía de manera protectora y Leo se puso enfrente gruñendo también. Eran dos criaturas intrépidas e igual de protectoras y Kyra se sintió honrada.
Saltó y se puso en medio de los dos deteniendo a Leo.
“Está bien, Leo,” le dijo. “Andor es mi amigo. Y Andor,” dijo volteándose, “Leo es mi amigo también.”
Leo retrocedió a regañadientes, mientras que Andor continuó gruñendo aunque de forma más calmada.
“¡Kyra!”
Kyra volteó mientras Aidan corría hacia sus brazos. Ella lo tomó y lo abrazó fuertemente mientras él hacía lo mismo. Se sintió muy bien al abrazar a su hermano pequeño después de haber pensado que nunca lo volvería a ver. Era lo único que le quedaba de su vida normal después del remolino en que se había convertido su vida, lo único que no había cambiado.
“Escuché que estabas aquí,” dejo apresurado, “y pude hacer que me trajeran. Estoy muy feliz de que estés de vuelta.”
Ella sonrió con tristeza.
“Me temo que no por mucho, mi hermano,” dijo.
Una mirada de preocupación cruzó por su rostro.
“¿Te vas?” le preguntó cabizbajo.
Su padre intercedió.
“Se va a ver a su tío,” explicó. “Tienes que dejarla ir.”
Kyra notó que su padre dijo a su tío y no a tú tío, y se preguntó por qué.
“¡Entonces yo iré con ella!” Aidan insistió orgulloso.