Confituras, mermeladas y jaleas. Varios autores
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A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos – a menudo únicos– de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. DE VECCHI EDICIONES, S. A.
Texto introductorio (pp. 7-22) y recetas de las páginas 83-86, 91, 99, 101, 104, 108, 110, 112, 115, 118, 120, 122-124, 126, 128-131 de Sara Gianotti y Anna Prandoni. Traducción de Gustau Raluy Bruguera.
Diseño gráfico de la cubierta: © YES.
Fotografías de la cubierta: © Dieterlen/Sucré Salé; © Jamie Oliver/Fotolia; © Claudio Calcagno/Fotolia;
© Richard Villalon/Fotolia; © Objectif Saveurs/Fotolia.
© De Vecchi Ediciones, S. A. 2012
Diagonal 519-521, 2º 08029 Barcelona
Depósito Legal: B. 15.919-2012
ISBN: 978-84-315-5292-3
Editorial De Vecchi, S. A. de C. V.
Nogal, 16 Col. Sta. María Ribera
06400 Delegación Cuauhtémoc
México
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o trasmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito de DE VECCHI EDICIONES.
INTRODUCCIÓN
Las mermeladas, las confituras y las jaleas tienen el encanto de las recetas de la abuela y, una vez preparadas, son una satisfacción para el paladar. La producción industrial de conservas de frutas ha ayudado, sin duda, a difundir su consumo a un precio razonable, aunque son muchos quienes consideran que este beneficio es menor si se tiene en cuenta la pérdida de aquellos sabores entrañables que tenían las preparaciones caseras. Por otra parte, la variedad de frutas empleada en la industria alimentaria es bastante reducida y siempre resulta cuestionable el uso de aditivos, empleados casi siempre más con una finalidad comercial que por necesidad de la preparación en sí.
¿Por qué no prepararlas en casa? Realmente, la elaboración de las conservas de fruta no requiere mucha habilidad y son productos que no se toman sólo para desayunar, sino que acompañan con acierto muchos platos y se convierten en protagonistas de una comida, un aperitivo o un tentempié apetitoso. Si se dedica sólo un poco de tiempo, se logra una producción suficientemente variada que se conservará de manera perfecta en la despensa durante todo el año. Si se dispone de un pequeño huerto, se tendrá ocasión de aprovechar lo que dan los árboles en su mejor momento y, si no, se puede elegir la fruta en el mercado cuando tiene mejor precio. En ambos casos, se estará seguro de que en el resultado final no se incluye otra cosa que fruta, azúcar y, a veces, agua, que es lo único necesario para elaborar unas perfectas conservas de fruta.
Este libro comprende desde las más sencillas mermeladas que se sirven para desayunar hasta las jaleas y las confituras que pueden formar parte de elaborados postres o meriendas. El lector encontrará muchas ideas, clásicas y modernas, con pasos sencillos y accesibles.
Una vez que se dominen las técnicas de elaboración, podrán variarse según los gustos personales, probando qué resultados se obtienen con otras frutas o con nuevas combinaciones de las mismas. Se dispone de un mundo de aromas, sabores y colores que convertirá la experimentación en un auténtico placer y hará que las delicias contenidas en la despensa sean una fuente de inspiración culinaria que se apliquen con fantasía en los distintos momentos del día.
Advertencia:
En las recetas, los botes con los que se miden las cantidades obtenidas son de 500 g. En los tiempos de preparación no se ha tenido en cuenta el tiempo de espera o de reposo, que se indica en la descripción de los pasos. En los tiempos de cocinado no se considera la esterilización.
CONSERVAS
Se entiende por conservas todas las preparaciones que se cocinan y se guardan para consumirlas posteriormente. Se utilizan distintos métodos de conservación, naturales o artificiales. En el caso de las frutas, la forma de preservación que se ha empleado con preferencia ha consistido en su cocinado en azúcar.
El hecho de conservar significa interrumpir parcialmente el deterioro físico natural de los alimentos neutralizando la actividad de las bacterias y otros microorganismos. En el caso que nos ocupa, el azúcar cumple la función de conservante ya que, presente en una concentración suficientemente alta, inhibe el crecimiento de los organismos responsables de la fermentación. Dado que la cantidad de azúcar contenida en la fruta es relativamente baja, resulta imprescindible añadirla durante el proceso de elaboración de la conserva. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que no hay que incorporarla en exceso porque cristaliza, lo que hace que el producto obtenido pierda sus características deseables. También debe evitarse que la cantidad de azúcar sea demasiado baja, ya que se corre el riesgo de favorecer la fermentación y que la conserva se estropee sin remedio.
El proceso de cocinado tiene como finalidad aumentar la concentración de nivel de azúcar procediendo a evaporar parte del agua contenida en la fruta, al tiempo que elimina los microorganismos presentes en la misma. Al finalizar la elaboración, los botes que contienen la preparación se tapan y se sumergen en agua hirviendo durante algunos minutos para esterilizarlos.
El sistema de conservación altera la textura original de la fruta, pero si está bien elaborada debe mantener en su mayor parte el sabor y el gusto de la misma, con lo que siempre se dispondrá de productos sabrosos, incluso fuera de temporada.
MERMELADAS. Las mermeladas se obtienen a partir de frutas previamente troceadas y maceradas en azúcar durante algunas horas. La cantidad de azúcar utilizada suele representar una cifra comprendida entre el 45 % y el 100 % del peso de la fruta limpia. Posteriormente, se cocina de forma prolongada hasta que la fruta se reduce a un puré.
El término inglés marmalade se aplica exclusivamente a las conservas de cítricos. No importa que la fruta esté troceada o triturada; lo que cuenta es que contengan limón, naranja, pomelo, cidra… El sabor acidulado hace que combinen bien con dulces, como el chocolate, o con quesos semisecos.
Las mermeladas de todas las frutas permiten degustar durante los meses de invierno los productos de la temporada de verano. Resultan un alimento sabrosísimo untadas sobre el pan o con deliciosas costradas o estupendas tartas afrutadas.
CONFITURAS. Este dulce se prepara a partir de fruta entera o troceada, que representa más del 40 % del producto final. La fruta se cocina en almíbar elaborado con 250 ml de agua por cada kilo de azúcar, aproximadamente, hasta obtener una consistencia espesa.
A diferencia de la mermelada, el tiempo de cocinado es más corto ya que la fruta debe mantener una cierta consistencia.
Las confituras se emplean principalmente en elaboraciones de pastelería, pero también constituyen un excelente ingrediente de meriendas y desayunos.
JALEAS. Las jaleas son conservas fluidas y transparentes, elaboradas con azúcar y zumo concentrado de fruta. Son mucho más delicadas que las mermeladas.