Lo Que Nos Falta Por Hacer. Emmanuel Bodin
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Читать онлайн книгу Lo Que Nos Falta Por Hacer - Emmanuel Bodin страница 10
—No has cambiado, eres como una niña pequeña.
Le dije que me contara por qué pensaba eso.
Me dijo que me encontraba agitada: miraba a todos lados, observaba a cada pez; al parecer, actuaba como una chiquilla.
—Eres maravillosa. ¡No cambies nunca! —añadió.
Franck me sirvió un segundo vaso de vino y, como quien no quiere la cosa, me preguntó algo bastante indiscreto.
—¿Con cuántos hombres te has acostado desde que rompimos?
Una pregunta que te fulmina en el acto, inesperada, fuera de lugar, ofensiva, incluso vejatoria. ¿Qué podía responderle? Seguro que él también se había acostado con numerosas mujeres. Preferí devolverle la pregunta hábilmente para evitar encontrarme en una situación incómoda.
Franck me contó brevemente que había estado con dos mujeres antes de conocer a Sylwia.
No me atrevía a hacerle una lista con mis relaciones anteriores. Se habría llevado una mala imagen de mí. Además, esas relaciones, o, mejor dicho, esas experiencias, no tenían la menor importancia, a excepción de una o dos.
—Mira, Franck, prefiero no contestarte. No te lo tomes a mal, pero he tenido bastantes desencuentros. Ha habido hombres que me hicieron creer que me querían. El número no importa en realidad. Lo que importa es el ahora, nosotros, el presente, nuestro reencuentro. ¿No es así?
Franck sacudió la cabeza, como un muelle tambaleándose. Su mirada se perdía en el vacío, hacia el centro de la mesa.
—Te parece mal. ¿Me equivoco?
Franck me miró con los ojos como platos.
—¿Mal? ¿Por qué me parecería mal? Es solo que me decepciona esta respuesta que oculta algo menos glorioso. Habría preferido no saberlo.
—¿Entonces para qué me preguntas? Nos conocimos, nos distanciamos, yo rehice mi vida y tú, la tuya. Nuestra historia acabó. Hoy estamos aquí, cenamos juntos en un restaurante. Si acabases de conocerme, jamás me habrías hecho esa pregunta o incluso te reirías de la respuesta. Únicamente pensarías en nosotros y en nuestro futuro, o puede ser que solo me quisieras en tu cama, como tantos otros, así que no me juzgues, te lo pido por favor.
—¿Sabes qué, Sveta? Me decepcionaste mucho cuando me expulsaste de tu vida. Te quería, te deseaba a mi lado…
—Pero era joven, y muy ingenua, todavía inmadura. No podía abandonarlo todo por ti. ¡Entiéndelo, Franck!
—La juventud no es excusa para todos. Las mujeres son muy responsables con veinte años. Tú huiste.
—Lo siento, no quería que sufrieras. De ser así, ni siquiera seguiríamos juntos. He vivido y sé lo que ya no quiero.
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