Marginado : Por Estas Razones.. Lambert Timothy James
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Interludio I
"Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta. Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, hermoso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres un hijo de Dios. Que juegues en pequeño no le sirve al mundo. No hay nada de iluminado en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras a tu alrededor. Todos estamos destinados a brillar, como lo hacen los niños. Nacimos para manifestar la gloria de Dios que está en nosotros. No es sólo en algunos de nosotros; es para todos. Y mientras dejamos que nuestra propia luz brille, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia libera automáticamente a los demás".
Esta inspiradora cita de Marianne Williamson es de su libro Un Retorno al Amor: Reflexiones sobre los Principios de un Curso de Milagros, Harper Collins, 1992. Del CapÃtulo 7, Sección 3 (págs. 190-191). Aunque Nelson Mandela nunca pronunció esta cita en su discurso inaugural de 1994, para mi generación está siempre ligada al hombre. Si hay que decir algo objetivamente acerca de su único mandato como Presidente de Sudáfrica, su cobarde enfoque del arco iris sobre la disolución del apartheid lo habÃa convertido en el campeón blanco burgués sudafricano. Y, por supuesto, si uno simplemente trata de mirarlo dentro del contexto de un hombre que pasó veintisiete años en prisión sin pedir perdón a sus amos ni partirle el cráneo a otro recluso, él, en esencia, merece ser considerado como una de las figuras mÃticas del poder de la convicción que ejemplifica la fuerza de carácter requerida en la lucha contra la desigualdad social, polÃtica y económica. ¿Qué otra forma mejor de pasar a la siguiente fase de esta expedición?
CapÃtulo 1
Introducción
"El arte es un intento de integrar el mal."- Simone de Beauvoir
Yo no escucho los discos compactos. Toco viejas melodÃas en vinilo. Revisando tiendas de segunda mano en busca de un Sam Cooke, un Wendo Kolosoy, un Thelonious Monk, un Eduardo Sánchez de Fuentes, un Jimmie Rodgers, un Notorious B.I.G., un Mikhail Glinka, un Mariam Makeba, un Nana Mouskouri, un Fela Kuti, un Claude Debussy, o un Sergei Sergeyevich Prokofiev es tan relajante como el yoga. Atesoro ritmos auténticos del folklore peruano e instrumentos musicales mongoles más que el funk de un artista pop o una exhibición de cucharas torcidas e inusuales. Cualquier forma de expresión que deja de ser una experiencia y se convierte en una forma de arte pierde su divinidad resplandeciente. Con el mismo espÃritu, este libro es una experiencia, no un ejercicio de acrobacia artÃstica para recordar que existe.
He sido excomulgado de una larga lista de tiendas de té y bares bajo la falsa acusación de ser la encarnación de Fernando Lassalle. El público en general une erróneamente un examen del statu quo económico con una bravura anti-capitalista basada en una paranoia aguda del libro de Karl Marx "Das Kapital". Si no me creen, traten de encender la luz sobre las facetas más feas del capitalismo, y ¡bam!, serán condenados al ostracismo de la sociedad como comunistas. Impulsar una conversación sobre una nueva alternativa robusta al libre mercado sólo hará que te veas asustado con las autoproclamadas reencarnaciones de Marx. ¿Qué puedes decir de las aburridas peleas de gallos entre las deidades capitalistas de nuestro tiempo? DeberÃas estar tan disgustado como yo por estos espectáculos de payasos que quitan la sustancia de los diálogos sobre la disparidad económica. Mis despotriques pueden convertirse en un tsunami, pero hay acontecimientos en nuestras vidas que, aunque pequeños, resultan ser muy significativos.
En tránsito en el Aeropuerto Internacional Kenyatta de Nairobi, Kenia, esperando mi vuelo de regreso a los Estados Unidos, una vez me preguntaron qué querÃa ser cuando creciera. El hombre estaba sentado al otro lado de mi mesa. PodrÃa tener más de sesenta años. Pude darme cuenta por sus rasgos y su acento que era de Ruanda, una nación que los informes de las organizaciones de control han señalado como la mente maestra de los horrores polÃticos y sociales de mi paÃs natal. Pueden comprender mi rabia después de que se me informara de cómo Ruanda proporcionó apoyo financiero y militar a grupos sádicos de bandidos y, a cambio, Ruanda saqueó directamente los recursos naturales congoleños e indirectamente se convirtió en un centro de comercio de minerales.
Ese dÃa, me perseguÃa una pregunta: ¿cuántos golpes y vidas perdidas tendrÃa que soportar la República Democrática del Congo antes de que el mundo diga lo suficiente? Con un tono de enfado, mi respuesta a su pregunta fue audaz y directa: "Quiero llegar a ser un lÃder en la República Democrática del Congo". Mientras luchaba por reprimir su alegrÃa, preguntó cuáles serÃan mis soluciones para la RDC. Después de todo, mi paÃs de origen ha pasado por más de medio siglo de caos económico y social. Al principio, yo alegremente expuse mis ideas. Se quitó las gafas y me pidió que elaborara más mi plan. No hace falta decir que cuanto más hablaba, más ingenuo y tonto sonaba. Al final, no fui capaz de articular mi visión por la razón de que nunca pensé seriamente en ello en detalle. Mi plan entero no podÃa soportar ningún escrutinio. La conversación casual se convirtió en una experiencia humillante y degradante.
Este libro emana de las disciplinas económicas secuestradas por artistas del escape y matemáticos, durante más de dos siglos. Por todas las razones equivocadas, los economistas han volado en millones de pequeños pedazos los Santos Griales de la clásica TeorÃa Laboral del Valor y han despojado al humanismo y al mundo real de sus fundamentos teóricos. Luego se llevaron el dolor de coser algunas de las piezas de nuevo, utilizando patéticas suposiciones como tiritas. Hay algo de verdad en la acusación del marxista Fred Moseley de que el sistema académico económico ha sido construido para recompensar a la gente que se adhiere a la corriente dominante.
El testimonio personal es mostrar la condenatoria verdad universal de que la gente, asà como las naciones, están más preocupados por sà mismos hasta que su suerte cambia. Va para el "Ocupar Wall Street" después de que los americanos fueron sacudidos de su sueño de una casa con una cerca de piquete, y los americanos duros ordinarios vieron sus pensiones totalmente borradas hacia fuera por algunos vagabundos codiciosos. Otro ejemplo cáustico es el pequeño grupo de oligarcas rusos que desde entonces han caÃdo fuera del favor de Vladimir Putin, que no pueden evitar predicar justicia e igualdad desde su exilio de oro en Londres. ¿Qué se puede decir de los paÃses europeos que hacen malabarismos con una deuda alucinante superior a su valor (Producto Interior Bruto)? Añádase a este cuadro Brasil, Rusia, India y China, los paÃses BRIC, que están arrasando con su crecimiento económico por cuenta y riesgo de la madre naturaleza. A este gumbo se suma la generación árabe de Facebook, que ya no se contenta con la pequeña porción de su riqueza nacional mientras una minorÃa se empalma con el resto, que está intentando cambiar de cartas.
Estos recientes volcanes burbujeantes deben despertar nuestro sentido de que se deben buscar medidas preventivas para romper el statu quo. En el siglo XXI, el discurso de los perezosos economistas "Estaremos bien mientras nos mantengamos en el curso actual y tergiversemos un poco más la vieja rueda del capitalismo", ha perdido desde hace tiempo su potencia y relevancia. Es más que nunca imperativo iniciar una revolución cultural y desarrollar