Antes del Amanecer . Морган Райс
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"Kate", dijo, cerrando de golpe la puerta del coche. “¿Qué onda?"
Kate no pudo evitar sentirse incómoda. Deseaba no estar cubierta de sudor, ni verse agotada.
"Bien," dijo ella, fue lo único que le vino a la mente.
"Ey," él dijo con una expresión ligeramente burlona. “Hoy te ves diferente. Te hiciste algo en los ojos.”
“Es máscara", ella respondió, sintiéndose aún más incómoda.
"Se te ve bien," dijo de una manera natural. "No me había dado cuenta de lo azules que son tus ojos."
El estómago de Kate se arremolinó. Si él no quería ligarla, estaba haciendo un muy mal trabajo.
"Ey, ¿estoy en lo cierto que hoy es tu cumpleaños?", añadió.
Ella no pudo evitar desmayarse. ¿Cómo lo sabía? No recordaba habérselo dicho.
"Uh, sí, lo es," dijo.
Tony sonrió, mostrando sus preciosos dientes, como perlas. "Feliz cumpleaños."
Se inclinó y le dio un abrazo. Kate se quedó tiesa. Todo su cuerpo parecía vibrar con la electricidad. Quería abrazarlo, pero le preocupada que si levantaba los brazos, mostraría unos parches de sudor del tamaño de China.
Tony la soltó y se echó hacia atrás.
"Gracias", ella murmuró, sintiéndose como la mayor idiota en el mundo. Deseó poder verse tranquila. Sabía que Madison nunca habría perdido el control si su amor platónico la hubiera abrazado.
“Ey, mira," dijo Tony, mirando sobre su hombro al equipo de fútbol que caminaba por el estacionamiento. "Tengo prisa. Que tengas un lindo día de cumpleaños, ¿de acuerdo?” Él se alejó mientras hablaba por encima del hombro. "Si te veo en el almuerzo, te daré una magdalena." Luego se alejó con sus amigos.
Kate agarró la bolsa con fuerza, sabía que había estado terrible. Había sido el comentario sobre sus ojos lo que la había sacado de onda. No podía dejar de preguntarse si Tony había estado coqueteando. Tal vez una pequeña parte de Tony también estaba enamorado de ella.
“¡Kate!", alguien gritó, y Kate se dio vuelta para ver a sus tres mejores amigas correr hacia ella.
Dinah Higgins, Nicole Young, y Amy Tan habían sido las mejores amigas de Kate desde el noveno grado. Dinah era afroamericana y provenía de una familia grande, cálida que parecía interesarse en Kate más que su propia familia. Llevaba el pelo recogido en trenzas, con hilos rojos y blancos entretejidos. Nicole vivía solo con su padre, su madre había muerto de cáncer cuando ella era muy pequeña. Era californiana de cabo a rabo, pero trataba de ocultarlo bajo capas de vestidos negros y botas de motociclista. Dado que su cabello era rubio natural, a menudo iba a la ciudad para teñirlo con todo tipo de colores. Ahora, los extremos eran de un naranja brillante. Amy era con quien Kate se sentía más cercana. Sus padres eran de origen chino y se habían mudado a los Estados Unidos para darles mejores oportunidades a ella y a su hermano. Como consecuencia, había una gran diferencia cultural entre Amy y sus padres. Ellos la veían con un poco de extrañeza, por su amor a la cultura pop, su obsesión por la reality TV, y su personalidad algo torpe. Por estas razones, Kate y Amy se sentían muy cercanas. Amy también se sentía como una extraña en su familia.
Las tres chicas tomaron a Kate y la envolvieron en un abrazo de oso.
“¡Feliz cumpleaños!" Todas gritaron.
Muchos de los chicos más fresas que estaban en el estacionamiento las miraron con disgusto – se creían mucho para comportarse así en público. Pero a Kate no le importaba. Amaba a sus amigas y lo especial que siempre la hacían sentir, a pesar de que fuera simple y aburrida en comparación con Madison.
“¡Tenemos regalos para ti!" Dinah dijo, sacando un regalo mal envuelto de su bolso y depositándolo en los brazos de Kate.
"Abre primero el mío," Nicole añadió, empujando una pequeña caja hacia Kate.
"No vas a adivinar lo que es," dijo Amy, dándole un paquete en forma de libro.
Kate se sintió abrumada por todos los regalos. "Gracias, chicas," con una sonrisa radiante. "No sé qué decir."
“¡Ábrelos de una vez!", exclamó Nicole.
Todas se sentaron sobre la hierba junto a las canchas de tenis. Kate abrió todos sus regalos -una caja de bombones de Dinah, unos pendientes con forma de cráneo y con cruces de hueso de Nicole, y un ejemplar de segunda mano de Romeo y Julieta. Kate amaba a Shakespeare y amaba las tragedias románticas, y se podía pasar toda la noche leyendo, si pudiera.
"Ustedes son las mejores", dijo, abrazando a cada una.
Amy le dio un codazo a su amiga. "Así que … ¿qué te dijo la Mamá Monstruo esta mañana? ¿Te dijo feliz cumpleaños?"
Kate sacudió la cabeza. "No" Entonces, se acordó de la tarjeta de Max. "Max fue el único que me hizo caso."
Ella sacó la tarjeta. Se había maltratado en su bolso. Abrió el sobre y vio una tarjeta de color rosa brillante con una flor en el frente. Era el tipo de tarjeta que se compraba para alguien de cuatro años, pero igual se sentía agradecida. Max debió gastar su dinero; seguramente su madre no le había prestado nada.
El interior de la tarjeta decía: "Para mi hermana, en su cumpleaños." Él no había escrito nada, simplemente "Kate" en la parte superior y "Max" debajo. Al ver la tarjeta tan simple se le encogió el corazón de nuevo, recordando la dolorosa y decepcionante mañana. Antes de que Kate pudiera evitarlo, su labio inferior empezó a temblar.
“¡Kate!", exclamó Dinah, poniendo sus brazos alrededor de su amiga. "¿Qué pasa?"
Kate trató de hablar a través de sus lágrimas, pero se sentía abrumada. Las tres chicas sabían lo difícil que era su vida en su casa – la habían escuchado y ayudado a lo largo de tres años de angustia- y estaban preocupadas por su amiga.
"Mamá me dijo," comenzó Kate, inhalando con fuerza, ”dijo que no puedo ir a la universidad. Que tengo que trabajar para ayudar a pagar la colegiatura de Madison.”
Amy abrió la boca. Dinah miró a Kate con una expresión de dolor. Nicole le apretó el brazo.
“¡Ella no puede hacer eso!", exclamó Amy.
"Es tan injusto," dijo Nicole, frunciendo el ceño con dureza. “Puedes quedarte con mi familia si necesitas salir de su casa."
"O con la mía", agregó Dinah. "Mi mama te adora. Tú lo sabes."
"Gracias", se quejó Kate. "Pero no sé qué haré si no puedo ir a la universidad. Es como mi plan para escapar, ¿saben? "
Las chicas asintieron. Habían hablado mucho de la universidad, incluso hablaron de asistir a la misma para no tener que