Esperando . Блейк Пирс
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Finalmente, Ryan le dio unos golpecitos a la mesa con sus dedos y dijo: —Eh, Riley, tenemos que hablar de algo.
«Eso suena grave», pensó Riley.
Ryan se volvió a quedar callado y tenía una mirada lejana en sus ojos.
—¿Terminarás conmigo? —le preguntó Riley.
Estaba bromeando, obviamente. Pero Ryan no se echó a reír. Parecía que ni siquiera la había escuchado.
—¿Qué? No, nada que ver, es que…
Su voz se quebró, y Riley se sintió muy incómoda.
«¿Qué pasa?», se preguntó Riley.
¿Habían llamado a Ryan para decirle que el trabajo ya no era suyo?
Ryan miró a Riley a los ojos y le dijo: —No te vayas a reír, ¿de acuerdo?
—¿Por qué lo haría? —preguntó Riley.
Temblando un poco, Ryan se levantó de su silla y se arrodilló a su lado.
Y entonces Riley entró en cuenta: «¡Dios mío! ¡Me pedirá matrimonio!»
Y, efectivamente, se echó a reír. Era una risa nerviosa, por supuesto.
Ryan se ruborizó. —Te dije que no te rieras —le dijo.
—No me estoy riendo de ti —dijo Riley—. Adelante, di lo que quieres decir. Estoy bastante segura… Bueno, adelante.
Ryan rebuscó en el bolsillo de su pantalón y sacó una cajita negra. La abrió para revelar un anillo de diamantes modesto pero muy bonito. Riley no pudo evitar jadear.
Ryan tartamudeó: —Eh… Eh, Riley Sweeney, ¿te quieres casar conmigo?
Intentando infructuosamente de contener sus risitas nerviosas, Riley logró decir: —Pues sí. Por supuesto.
Ryan sacó el anillo de la cajita y Riley le tendió la mano izquierda y dejó que se lo pusiera en el dedo.
—Es hermoso —dijo Riley—. Ahora levántate y siéntate conmigo.
Ryan sonrió tímidamente mientras se fue a sentar en la mesa a su lado. —¿Ponerme de rodillas fue demasiado? —le preguntó.
—No, fue perfecto —dijo Riley—. Todo esto es… perfecto.
Se quedó mirando el pequeño diamante en su dedo anular, absorta por un momento. Ya había logrado dejar de reírse, y ahora sentía un nudo de emoción en su garganta.
No había visto esto venir. Ni siquiera se había atrevido a esperarlo, al menos no tan pronto.
Pero aquí se encontraban los dos, tomando otro paso gigante en sus vidas.
Mientras miraba el diamante, Ryan dijo: —Te daré un anillo más bonito algún día.
Riley jadeó y le dijo: —¡Ni se te ocurra! ¡Este será mi único anillo de compromiso!
Pero mientras seguía mirando el anillo, no pudo evitar pensar: «¿Cuánto le habrá costado?»
Como si hubiera leído sus pensamientos, Ryan dijo: —No te preocupes por el anillo.
La sonrisa tranquilizadora de Ryan la hizo calmarse al instante. Sabía que era muy inteligente con el dinero. Probablemente le había salido muy barato. Sin embargo, nunca se lo preguntaría.
Riley vio que la expresión de Ryan se entristeció mientras miraba por el apartamento.
—¿Pasa algo? —le preguntó.
Ryan soltó un suspiro y dijo: —Te daré una vida mejor. Te lo prometo.
Riley se sintió extrañamente sacudida, así que le preguntó: —¿Qué pasa con la vida que tenemos ahora? Somos jóvenes, estamos enamorados, vamos a tener un bebé y…
—Sabes a lo que me refiero —dijo Ryan, interrumpiéndola.
—De hecho, no —dijo Riley.
Un silencio cayó entre ellos.
Ryan suspiró de nuevo y dijo: —No ganaré mucho en este nuevo trabajo que comienzo mañana. No me siento muy exitoso en este momento. Pero es un buen bufete, y si me quedo allí podré ir subiendo poco a poco. Quizá me convierta en socio algún día.
Riley lo miró fijamente y le dijo: —Sí, quizá algún día. Pero este es un buen comienzo. Y me gusta lo que tenemos ahora mismo.
Ryan se encogió de hombros y dijo: —No tenemos mucho. Por un lado, solo tenemos un auto, y yo voy a necesitarlo para ir a trabajar, lo que significa…
Riley interrumpió: —Lo que significa que tendré que tomar el metro hasta el programa de prácticas todas las mañanas. Eso no tiene nada de malo.
Ryan se inclinó sobre la mesa, tomó su mano y le dijo: —Tendrás que caminar dos cuadras desde y hacia la estación de metro más cercana. Y este no es un vecindario tan seguro. Alguien forzó el auto hace unos días. No me gusta que tengas que andar sola. Estoy preocupado.
Riley comenzó a sentirse extraña. No entendía muy bien el por qué.
Ella dijo: —A mí me gusta este vecindario. Siempre he vivido en la zona rural de Virginia. Este es un cambio emocionante, una aventura. Además, sabes que soy fuerte. Mi padre fue un capitán de Marine. Él me enseñó a cuidar de mí misma.
Estuvo a punto de añadir:
—Y sobreviví el ataque de un asesino en serie hace un par de meses, ¿recuerdas?
No solo había sobrevivido ese ataque. También había ayudado al FBI a encontrar al asesino y llevarlo ante la justicia. Por eso le habían ofrecido la oportunidad de unirse al programa de prácticas.
Pero sabía que Ryan no querría escuchar eso ahora mismo. Su orgullo masculino estaba un poco delicado ahora mismo.
Y Riley se dio cuenta de algo: «Realmente me molesta que se sienta así».
Riley escogió sus palabras con cuidado, tratando de no decir lo incorrecto: —Ryan, sabes que no eres el único que tienes que acarrear la responsabilidad de hacer una vida mejor para ambos. Es responsabilidad de ambos. Yo también tendré mi propia carrera.
Ryan apartó la mirada con el ceño fruncido.
Riley contuvo un suspiro mientras pensó: «Dije lo que no debía».
Casi había olvidado que Ryan realmente no quería que asistiera a las prácticas de verano. Tuvo que recordarle que solo eran diez semanas y que no se trataba de entrenamiento físico. Solo vería a agentes trabajar, más que todo en lugares cerrados. Además, pensó que incluso podría llevarla a un trabajo de oficina allí mismo en la sede del FBI.