Antes de que Codicie . Блейк Пирс

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Antes de que Codicie  - Блейк Пирс Un Misterio con Mackenzie White

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sonreír ante la situación. Sabía que Harry le dispararía; no tenían la clase de relación en que él haría lo que fuera por quedar bien con ella y la dejaría ganar. Estaban en el mismo barco—ambos se graduaban mañana como nuevos agentes.

      Sin embargo, habían pasado mucho tiempo juntos en situaciones tanto académicas como informales. Mackenzie le conocía bien y sabía lo que tenía que hacer para ganarle. Casi sintiéndose mal por hacerlo, Mackenzie se inclinó lentamente y disparó, dando a la rueda del coche detrás del cual él estaba escondido.

      Salió de su escondite de inmediato, asomando la cabeza por encima del capó. Ella hizo un amago hacia la derecha, como si fuera a regresar detrás del poste. Como era de predecir, ahí es cuando él disparó. Mackenzie cambió de dirección y rodó hacia su izquierda. Se balanceó sobre su abdomen, elevó el arma y disparó.

      El tiro le dio a Harry en el lado derecho del tórax. La pintura amarilla era casi tan brillante como el sol en las sombras donde estaba escondido.

      Harry dejó caer los hombros y tiró su arma al suelo del aparcamiento. Salió del otro lado del coche, sacudiendo la cabeza, sorprendido.

      “Estoy eliminado.”

      Mackenzie se puso en pie e inclinó su cabeza, frunciéndole el ceño.

      “¿Enfadado?” preguntó en tono jocoso.

      “En absoluto. Esa maniobra fue genial.”

      Detrás suyo, Cousins y Shawn aplaudían. Más atrás de ellos, Bryers salió de su coche y se unió a ellos. Mackenzie sabía que había estado preocupado por ella pero también sabía que se había sentido honrado de acompañarla. Parte de la tradición de este ejercicio es que un agente con experiencia tenía que venir en caso de que algo saliera mal. De vez en cuando, sucedía. Por lo que Mackenzie había oído, un chico se había golpeado en la parte de atrás de la rodilla en el 99. Se tuvo que graduar en muletas.

      Bryers se les unió al tiempo que ellos se reunían junto al banco. Entonces metió la mano en el bolsillo y sacó los quinientos dólares que había estado guardando por ellos—un dinero que habían puesto entre todos. Se lo entregó a Mackenzie y dijo:

      “¿Acaso teníais alguna duda, chicos?”

      “Buen trabajo, Mac,“ dijo Cousins. “Prefiero que hayas sido tú la que me haya eliminado antes que uno de estos payasos.”

      “Gracias, supongo,” dijo Mackenzie.

      “Siento sonar como un viejo aburrido,” dijo Bryers, “pero casi es la una de la madrugada. Iros a casa y descansad. Todos vosotros. Por favor, no vengáis a la graduación cansados y sin ganas.”

      Esa extraña sensación de felicidad invadió de nuevo a Mackenzie. Este era su grupo de amigos—un grupo de amigos al que había acabado por conocer bien desde que había regresado a una vida más o menos normal después del pequeño experimento que McGrath había hecho con ella hacia nueve semanas.

      Mañana, todos se graduarían de la academia y, si todo salía de la manera que se suponía, todos ellos serían agentes la próxima semana. Mientras que Harry, Cousins y Shawn no se hacían ilusiones de comenzar sus carreras con casos ilustres, Mackenzie tenía más expectativas de… en concreto, unirse al grupo de agentes especiales que McGrath le había mencionado en los días posteriores a su último e inesperado caso. Ella todavía no tenía ni idea de lo que eso implicaba, pero estaba emocionada al respecto de todos modos.

      Mientras su pequeño grupo se separaba y todos se iban por su camino, Mackenzie sintió otra cosa que no había sentido en algún tiempo. Era la sensación de que el futuro estaba todavía por delante, todavía en crecimiento y a su alcance. Y por primera vez en mucho tiempo, se sintió a los mandos respecto a la dirección por la que se encarrilaba.

      ***

      Mackenzie miró el moratón en el pecho de Harry y, aunque sabía que su primera emoción debería haber sido la compasión, no pudo evitar reírse. El punto en el que le había acertado estaba al rojo vivo, la irritación se extendía como unos cinco centímetros en todas las direcciones. Tenía el aspecto de una picadura de abeja y, sabía muy bien que dolía aun más.

      Estaban parados en su cocina mientras ella envolvía una bolsa de hielo en un trapo de cocina para él. Se la entregó y él la sostuvo sobre su moratón, de manera cómica. Era obvio que estaba avergonzado pero también halagado de que le hubiera invitado a volver a casa con ella para asegurarse de que se encontraba bien.

      “Lo siento,” dijo ella con sinceridad. “En fin, quizá te pueda invitar a un café con las ganancias.”

      “Ese debe ser un café increíble,” dijo Harry. Alejó la bolsa de hielo de su pecho y arrugó la nariz al tiempo que miraba la zona.

      Mientras Mackenzie le observaba, se dio cuenta de que a pesar de que él había estado en su apartamento más de diez veces y de que se habían besado en algunas ocasiones, esta era la primera vez que se quitaba la camisa en su casa. También era la primera vez desde Zack que había visto a un hombre parcialmente desnudo tan de cerca. Quizá fuera la adrenalina de ganar la competición o la graduación de mañana, pero lo cierto es que le gustaba.

      Ella dio un paso adelante y colocó su mano en el lateral sano de su pecho, sobre el corazón. “¿Todavía te duele?” preguntó ella, acercándose todavía más.

      “Ahora mismo no,” dijo él, sonriendo con nerviosismo.

      Lentamente, deslizó su mano hasta la marca y la tocó con cuidado. Entonces, operando solo con los instintos femeninos que hacía tiempo que había suprimido para sustituirlos por obligaciones y aburrimiento, se inclinó hacia delante y le dio un beso en la marca. Sintió como él se ponía tenso de inmediato. Entonces su mano se apoyó en su lateral, acercándole hacia ella. Ella le besó en la clavícula, después la base del hombro, y después el cuello. Él suspiró y la acercó todavía más hacia sí.

      Como solía ser el caso con ellos, ya se estaban besando antes de que ninguno de los dos supiera cómo había ocurrido. Solo había sucedido en cuatro ocasiones previas pero cada vez, había ocurrido como si fuera una fuerza de la naturaleza, algo que no estaba planeado y sin ninguna expectativa.

      En menos de diez segundos, él ya la tenía presionada ligeramente contra el mostrador de la cocina. Las manos de ella exploraban su tórax mientras que la mano izquierda de él comenzó a trepar por la camisa de ella. A Mackenzie le tamborileaba el corazón en el pecho y cada músculo de su cuerpo le comunicaba el deseo que sentía por él, y que ella estaba lista para esto.

      Ya habían estado cerca antes—dos veces, de hecho. Sin embargo, en ambas ocasiones, lo habían interrumpido. De hecho, ella lo había detenido. La primera vez, ella lo había terminado justo cuando él empezaba a juguetear torpemente con el botón de sus pantalones. La segunda vez, él estaba bastante borracho y ella demasiado sobria. Ninguno de los dos lo había afirmado claramente, pero las dudas sobre acostarse provenían del mutuo respeto que se tenían y de una incertidumbre sobre el futuro.

      Además, ella tenía en demasiada estima a Harry como para utilizarle simplemente para el sexo por deporte. A ella le estaba atrayendo cada vez más, pero el sexo siempre había sido un asunto íntimo. Antes de Zack, solo había habido dos hombres, y uno de ellos había sido básicamente un caso de agresión más que de consentimiento mutuo.

      Mientras le pasaba todo esto por la mente mientras besaba a Harry, se

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