Un Rastro de Vicio . Блейк Пирс

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Un Rastro de Vicio  - Блейк Пирс Un Misterio Keri Locke

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No estaba segura de qué tan efectivo sería pedirle que saliera, bajo las actuales circunstancias.

      Sé dulce. Actúa como ignorante. Solo sal.

      —Está bien —dijo animada—, vayamos a la cocina entonces.

      Mientras hablaba escuchó que tiraban de la cadena. Se volvió para ver que la puerta del baño se abría, mostrando a un enorme hispano con una camiseta blanca parcialmente subida sobre su enorme y peluda barriga. Su cabeza estaba afeitada y tenía una larga barba. Detrás de él, estaba echada, en el suelo de linóleo del baño, una chica que no podía haber tenido más de catorce. Solo tenía puestas las pantis y parecía estar inconsciente.

      Sarah sintió una opresión en su pecho y que su respiración se aceleraba. Intentó ocultar el creciente pánico que sentía.

      —Sarah, este es Chiqy —dijo Dean.

      —Hola, Chiqy —dijo ella, obligándose a mantener la calma en su voz—. Siento tener que cortar, pero voy a la cocina a hacer una llamada. Dean, si pudieras abrirme la puerta.

      Decidió que en lugar de tratar de encontrar la cocina, donde dudaba que hubiera un teléfono de todas formas, se dirigiría directo a la puerta principal. Una vez afuera, le pediría a alguien un aventón. Entonces llamaría al 911 para conseguir ayuda para Lanie.

      —Déjame verte mejor —ordenó Chiqy con una voz cavernosa, ignorando lo que ella había dicho. Sarah sintió ganas de vomitar.

      —¿Qué piensas? —preguntó Dean ansioso.

      —Creo que con un vestido veraniego y unas trenzas tendremos una sólida fuente de ingresos aquí.

      —Me voy ahora mismo —dijo Sarah, y se apresuró a ir hasta la puerta. Para su sorpresa, Dean se apartó, con una mirada divertida.

      —¿Usaste el amortiguador para que ella no pudiera llamar o enviar un mensaje de texto? —escuchó que Chiqy preguntaba detrás de ella.

      —Sí —contestó Dean—, la observé muy de cerca, Intentó muchas veces pero nunca pareció hacer conexión. ¿O sí, Sarah?

      Luchó torpemente con la cadena y casi logró quitarla cuando una inmensa sombra bloqueó la luz. Comenzó a girarse pero antes, sintió un golpe seco en la parte de atrás de su cabeza y todo se volvió negro.

      CAPÍTULO UNO

      El corazón de la Detective Keri Locke latía con fuerza. Aunque se hallaba en medio de una enorme estación de policía, se había desconectado de todo lo que la rodeaba. A duras penas podía pensar con claridad mientras contemplaba el correo-e en su teléfono, rehusándose a creer que fuera real.

      dispuesto a reunirme si sigues las reglas. me pondré en contacto muy pronto.

      Las palabras eran sencillas, pero su significado era colosal.

      Había esperado por esto, durante seis largas semanas, aguardando contra toda esperanza que el hombre que ella sospechaba había raptado a su hija hacía cinco años hiciera contacto. Y ahora lo había hecho.

      Keri apartó su teléfono en el escritorio y cerró sus ojos, tratando de mantenerse serena mientras le ponía cabeza a la situación. Cuando al principio descubrió la información de contacto de un hombre conocido solo como el Coleccionista, hizo cita para una reunión. Pero él nunca apareció.

      Ella lo contactó para averiguar qué había sucedido. Él indicó que ella no había seguido las reglas pero dio a entender que podría ponerse en contacto más adelante. Había exigido toda su disciplina y paciencia no intentar contactarlo de nuevo. Desesperadamente quería hacerlo, pero le preocupaba que de mostrarse demasiado ansiosa, él podría inquietarse y desechar de forma permanente la dirección de correo electrónico, dejándola sin opciones de encontrarlo en algún momento, a él o a Evie.

      Y ahora, al cabo de todas esas torturantes semanas de silencio, él finalmente se había puesto en contacto de nuevo. Por supuesto, él no sabía que se estaba comunicando con la madre de Evie, ni siquiera que ella era una mujer. Todo lo que sabía es que era un cliente potencial interesado en discutir un contrato de secuestro.

      Esta vez ella desplegaría un plan mejor que el anterior. La última vez, dispuso de menos de una hora para llegar al sitio de reunión asignado. Intentó poner un señuelo que fuese en su lugar y evaluar la situación desde la distancia. Pero de alguna manera él supo que el señuelo no era legítimo y no vino. Ella no podía permitir que eso sucediera de nuevo.

      Quédate tranquila. Has aguantado esto por bastante tiempo y ha dado resultado. No lo arruines haciendo algo impulsivo. De todas formas ahora mismo no hay nada que puedas hacer. El balón está en su campo. Solo dale una respuesta básica y aguarda a que conteste.

      Keri digitó una palabra:

      comprendido

      Puso entonces su teléfono en el bolso y se levantó de su escritorio, demasiado nerviosa y excitada para quedarse sentada. Sabiendo que no había nada más que pudiera hacer, trató de sacar al Coleccionista de su cabeza.

      Se encaminó hacia el salón de descanso para comer algo. Eran las 4 p.m. pasadas y su estómago lanzaba gruñidos, aunque no estaba segura si era porque se había saltado el almuerzo o era debido a la ansiedad general.

      Al entrar, vio a su pareja, Ray Sands, rebuscando en el refrigerador. Era notoria su costumbre de meterle mano a cualquier comida que no estuviera debidamente identificada. Afortunadamente la ensalada de pollo de ella, con su nombre claramente colocado en el contenedor, estaba oculta en la esquina inferior, al fondo. Ray, un negro de uno noventa y tres y 104 kilos, con una cabeza calva y una constitución muscular robusta, tendría que estar muy desesperado para inclinarse y contorsionarse solo por una ensalada.

      Keri permaneció en la entrada, disfrutando en silencio el contoneo de las nalgas de Ray mientras maniobraba. Además de ser su pareja, era también su mejor amigo y últimamente, quizás algo más. Ambos sentían una fuerte y mutua atracción, y así lo había admitido uno al otro hacía menos de dos meses, cuando Ray se recuperaba de un tiro recibido cuando dieron de baja a un secuestrador de niñas.

      Desde entonces, sin embargo, solo habían dado pasos de bebé. Flirteaban más abiertamente cuando estaban solos, y habían habido varias citas a medias, donde uno iba al apartamento del otro a ver una película.

      Pero ambos parecían temerosos de dar el siguiente paso. Keri sabía por qué se sentía así y sospechaba que Ray sentía lo mismo. A ella le preocupaba que si se decidían y no funcionaba, tanto su sociedad como su amistad podría ponerse en riesgo. Era una preocupación legítima.

      Ninguno de los dos tenía un gran historial romántico. Ambos estaban divorciados. Ambos le habían sido infieles a sus cónyuges. Ray, un antiguo boxeador profesional, era un notorio mujeriego. Y Keri tenía que admitir que desde que se llevaron a Evie, ella había sido un saco de nervios, constantemente a punto de perder el control. Match.com no los pondría en sus carteles en un futuro cercano.

      Ray sintió que era observado y se giró, con la mitad de un sándwich sin dueño en la mano. Viendo que no había nadie más en la habitación aparte de Keri, preguntó:

      —¿Te gusta lo que ves? —y guiñó un ojo.

      —No

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