Narrar el oficio. Mariana Sirimarco

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Narrar el oficio - Mariana Sirimarco

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de ceremonias”; las imágenes religiosas del salesiano Don Bosco,6 Cristo en la cruz, la Virgen María. Un cuadro con una breve reseña histórica trae la Orden del Día de la creación del Museo. A mano derecha nos encontramos con otra breve reseña, esta vez de “Antecedentes históricos de la institución policial”, que comienzan con la colonia Chubut fundada en 1865 por un grupo de inmigrantes galeses. Dentro del cuadro se destaca una foto de gran tamaño de Edwyn C. Roberts vestido con uniforme militar en Estados Unidos. Reconozco, a juzgar por su apellido y por el período, que Roberts podría ser uno de los primeros colonos galeses que llegó a la región. En el libro del comisario general Iralde (2017) se explica que fue el teniente a cargo de la Guardia Nacional de la Colonia Galesa del Chubut, fundada en 1868. Es decir, tres años después del arribo del buque Mimosa con los colonos galeses que llegaron a la Patagonia, aun antes que el propio estado argentino y con permiso de este.

      La foto está seguida por una de su bisnieto Pennant K. Roberts –quien fuera policía entre 1946 y 1982, retirado como comisario mayor– y por la de Denis Roberts, 1965-1991, también retirado como comisario mayor. Este cuadro, aunque en apariencia fuera de lugar, cobra sentido a medida que uno se interna en la lógica del museo policial.

      Una vez adentro, me encuentro con el cabo primero Sánchez, que oficiará de guía por las instalaciones. Hacer el recorrido con guía es un gesto de amabilidad del Museo para asistir a las preguntas o dudas del visitante (a la vez que entrena también al agente en cuestión). Sánchez me presenta a su compañera, la sargenta primera Silvia Villegas; ambos mantienen el espacio a diario y administran las formas de contacto del Museo, como Facebook. Recomencé, ahora acompañada entonces, el recorrido por la sala 1.

      La sala 1, además del mobiliario en madera –en cuyas vitrinas se resguardan los libros históricos de la colonia Chubut, que consultara en otros años para conocer el pasado policial de la provincia, rodeados de bidones de vidrio con tinta–, está enmarcada en fotografías de los jefes policiales, desde 1887 hasta el presente. Además, se destacan dos grandes banners organizados como cuadros sinópticos con fotos y descriptores. El primero es sobre la comisaría de Rawson (1866-1876), el ineludible punto de partida de la narrativa oficial de Chubut. El segundo me llama mucho la atención: el título registra “Recuperación de la jurisdicción policial en la zona oeste” y, en letras más pequeñas, “perdidas en 1942 por disposición del gobierno nacional”. Primero pensé que refería a la gobernación militar de Comodoro Rivadavia, que existió entre 1945 y 1955, un espacio territorial diferenciado dentro del estado nacional y administrado por las fuerzas armadas.7 Aunque luego me topé con un cartel que la anunciaba sin más, y además eso era, en todo caso, en el sur y el este provincial.

      Esta primera sala contiene también el busto del primer capellán de la policía, el comisario padre Juan Corti (o el “cura gaucho”), aparentemente un ícono de la policía de Comodoro Rivadavia, quien prestó servicio por más de medio siglo, “consejero para el personal, se convertía en un policía cuando las circunstancias lo aconsejaban” (Iralde, 2017: 48). La sala contiene también los rostros de las primeras mujeres policías. Entre ellas, el de Delia Speroni de Borrajo, quien según cuenta el relato comenzó sus tareas en reemplazo de su marido fallecido en 1928.8 Delia está secundada por aquellas incorporadas durante el peronismo clásico (1945-1955) y, finalmente, por las mujeres que conformaron la “brigada femenina de asuntos juveniles” en 1978. Este último espacio –nuevo y en crecimiento dentro del Museo– se encuentra en apariencia acorde con la movilización feminista de nuestro país en años recientes.9

      A esta altura, mi obsesión cronológica producto de mi formateo profesional ya había desistido de encontrar salas divididas por períodos. La organización de la temporalidad del museo era una pregunta que de todas maneras no me abandonaba y que retomaré más adelante. La sala 2 reúne varios de los instrumentos que hacen a la práctica técnico-profesional, a veces llamada científica, de la policía. Esto es, cámaras de fotos, aparatos para tomar impresiones dactiloscópicas (con un relato sobre quien fue el creador de esta técnica, Juan Vucetich), edictos, fotografías de calabozos o “depósitos de encausados”, un microscopio comparador balístico y documental, el código de justicia policial, entre otros libros y objetos. Estos a su vez están rodeados de fotografías de funcionarios policiales destacados, como Justo Alsua, jefe de la década de 1930, cuyo nombre recuerdo de los expedientes y registros de comisarías, pero cuyo peso en la institución no logro entender. Las fotos que se recogen en esta sala son de todo el territorio o provincia –sobre todo de localidades del interior, como Las Plumas, Sarmiento, Paso de Indios– e incluyen algunas imágenes de fines del siglo XIX, donde no queda expresa la relación con la policía –por ejemplo, en la “construcción del puente de Rawson” de 1890– o donde se suman también opiniones publicadas en la prensa por parte de “vecinos”.10

      Las salas 4 y 5 son quizás las más cargadas de artefactos esperables en un museo policial. La sala 4 tiene los uniformes del personal femenino y masculino de distintos períodos, vitrinas con gorras, birretes e insignias que distinguen las jerarquías policiales, máquinas de escribir, placas y escudos de escuelas de policía y comisarías de Chubut. La sala 5 –enjaulada y de acceso restringido, solo con compañía del guía– contiene armas. Esta sala no puede fotografiarse ni filmarse. Entre las rejas y la imposibilidad de registro, la sala captura la curiosidad de los visitantes. Lo secreto dentro de lo policial es un recurso que la institución sabe explotar. Entre las armas hay sables del siglo XIX, bayonetas, grilletes, esposas, fusiles, pistolas y revólveres de todo tipo y tamaño. Sin saber prácticamente nada de armas, me doy cuenta de que algunas no son ni fueron nunca de uso policial. La respuesta del guía es que la estrecha relación entre policía y delincuencia amerita la exposición de todo tipo de armas. Estas no tienen mayores descripciones, tampoco los uniformes. Sin embargo, son artefactos clave que distinguen a esta institución de otras.

      La sala 6 es la más amplia y aparentemente la más ajena a lo policial. Lo primero disonante para mi ojo, producto seguramente de prejuicios, es una amplia biblioteca que se llama Justo José de Urquiza.11 Además de los anaqueles donde hay libros de historia (predominantemente), hay un busto de Urquiza. Sin entender, me acerco a leer las largas explicaciones del Museo. La biblioteca, fundada en 1933, fue la primera biblioteca popular de Chubut, antecedente inmediato del Círculo Policial, cuya misión principal –según se explica en la descripción– era enviar libros al interior del territorio para que el personal “se instruyera”. Esta sala tiene otros bustos vinculados con la iglesia, imágenes de Malvinas, banderines de otras dependencias policiales y trofeos. En un lugar central se encuentra un libro de fotos donde predominan los soldados de la gobernación militar de Comodoro Rivadavia homenajeando el centenario de la muerte del Libertador José de San Martín, en 1950.

      Las salas 7 y 8 se encargan de abrir un abanico respecto de las múltiples tareas que realiza la policía, tareas que se van sumando y varían notablemente entre sí. Ellas corren la lectura habitual de las salas 4 y 5 y reúnen información (en descripciones o fotografías) y artefactos muy distantes entre sí. Así, la sala 7 nos recibe con un póster de tamaño considerable de Sigmund Freud que desde lo alto observa los aparatos de la División Sanidad (y sus maniquíes), la moto de la División Transporte, las máquinas del área de finanzas, la vitrina dedicada a los galeses –con su bandera con un dragón rojo–, la nota del doctor Guillermo Rawson, quien les cede tierras para instalar la colonia, y la foto de “los rifleros” (una suerte de próceres de la colonización del oeste del Chubut en 1885) y la División Bomberos. También encontramos en lo alto de las paredes de la sala los cuadros destinados al Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP), formado en 1993 para enfrentar el convulsionado efecto social del neoliberalismo; junto a las fotos del jardín maternal policial fundado en 1998, erigido para paliar la situación socioeconómica del personal policial en el mismo período. La sala 8, por su parte, está dedicada a homenajear al personal de sastrería (en su mayoría femenino y con reconocibles apellidos galeses), a la División Comunicaciones y a las bandas de música policiales.

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