Ética bibliotecaria. Adolfo Rodríguez Gallardo
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Ética bibliotecaria. Entre la tradición, la tecnología y la educación |
Rodríguez Gallardo, Adolfo |
DR ©Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información |
ISBN: 978-607-30-2239-2 |
Primera edición 2019 |
Colección: Teoría y Métodos |
Publicación dictaminada |
La presente obra está bajo una licencia de Creative Commons by nc sa 4.0 |
Contenido
La organización, tarea primigenia del bibliotecario y pilar de los servicios
La tecnología y el bibliotecario
La formación profesional del bibliotecario y sus valores
Introducción
La ética profesional es la manifestación de los valores sociales que asume una profesión; estos son regulados a través de códigos aceptados por los profesionistas. En las profesiones de carácter humanista, la ética profesional es aún más sensible, dado que en ellas un individuo interactúa directamente con otro ser humano y esa interacción afecta la vida de ese ser.
La bibliotecología es una disciplina humanística y debe responder a ciertos valores; pero para algunos profesionales de la bibliotecología hablar de los valores de su profesión es un reto, teniendo en cuenta que algunos grupos o comunidades llevan a cabo actividades que se asemejan a las que forman parte del mundo de la biblioteca y de los bibliotecarios profesionales; sin embargo, a través de un análisis profundo de estas actividades, a partir de sus características, sus propósitos y objetivos, se concluye que son diferentes.
Entre las agrupaciones a las que se hace referencia en las líneas previas, están los libreros, editores y productores de bases de datos. Tómese a manera de ilustración el último caso: Un productor de bases de datos, referenciales o de texto completo, para elaborar su producto, realiza una selección de los documentos o información que serán incluidos para posteriormente registrarlos de forma ordenada y facilitar su almacenamiento, recuperación y comercialización. Dado que un bibliotecario selecciona documentos y los describe en un catálogo o base de datos para facilitar la recuperación de la información, ¿cuáles serían las diferencias? Acaso las más evidentes son: 1) la descripción documental bibliotecaria se basa en códigos internacionales que facilitan el intercambio e interpretación de la información; 2) el bibliotecario construye una serie de referencias y relaciones que pretenden evitar la dispersión y facilitar la recuperación más allá de las variaciones naturales de términos; 3) las bibliotecas y los bibliotecarios no tienen intereses pecuniarios, es decir, no consideran a la información como bien de consumo, y 4) están ocupados en la conservación de sus colecciones.
Uno de los objetivos de la biblioteca es preservar y difundir el conocimiento humano, entendido como aquél que nos permite saber las características de un fenómeno, cómo funciona y para qué sirve; todo aquello que debe conservarse como la memoria de la sociedad, que sirva además de sostén a la generación de nuevo conocimiento y que sea considerado parte de la cultura. Pero el acervo de una biblioteca no es adusto, también posee productos de la sensibilidad humana y documentos que transmiten emociones, que permiten compartir sentimientos, disfrutar del placer estético de la belleza y que, en última instancia, fomentan el placer de leer.
Los quehaceres que los bibliotecarios hemos asumido y construido con el mayor rigor posible se han visto cuestionados en los últimos años con la incorporación de la tecnología de la información, como si ésta desplazara los valores tradicionales y fuera la esencia de la enseñanza y el ejercicio profesional. Se debe reconocer que no todas las profesiones comparten los mismos principios éticos y que estos, aunque permanentes, afrontan dilemas a través del tiempo.
En esta oportunidad, se abordarán tres aspectos considerados fundamentales en la enseñanza y práctica bibliotecaria: la organización en sus diferentes modalidades, las innovaciones tecnológicas y los valores que afirman la existencia de la bibliotecología. Estos aspectos deben ser transmitidos a través de la enseñanza bibliotecológica y practicados en el servicio bibliotecario. Los temas aquí tratados han dado forma y sentido a la bibliotecología; no son los únicos que pueden ser estudiados, pero son los que hemos creído que permiten realizar una reflexión que explica a la bibliotecología como una disciplina, con una larga tradición de servicio a la comunidad, capaz de transformar algunas de sus prácticas sin que por ello deje de ser una disciplina vital para la sociedad y pierda sus valores.
Se ha intentado darle sentido a las actividades de recopilación, divulgación y resguardo de información, y aumentar la visibilidad de una disciplina que cuenta con principios y valores que rigen su desarrollo. Pensar que la bibliotecología es tan sólo la acumulación de información es una idea muy pobre de lo que en realidad representa la disciplina con su soporte teórico, las metodologías que emplea —tanto propias como asociadas a otras disciplinas— y los servicios que se desprenden de esta estructura académica; pensar que la bibliotecología se modifica y pierde su esencia a causa del uso de la tecnología resulta igualmente erróneo.
El trabajo se divide en tres partes. La primera está abocada a comprender cuál es la función básica de la bibliotecología: la razón por la que realiza actividades de acopio, organización, conservación y diseminación de información. A partir de estas funciones, se ha conservado el conocimiento, pero el acopio de la información no ha sido desordenado, sino que se han desarrollado técnicas y métodos para su almacenamiento y recuperación, características a partir de las cuales se han ofrecido servicios de distinto tipo a lo largo de la historia. Para realizar estas actividades, se han trazado procedimientos manuales y otros que han requerido del uso de tecnologías simples y complejas.
La segunda parte está destinada a ofrecer una visión general de la utilización de los distintos instrumentos tecnológicos que han modificado las características de los servicios bibliotecarios, y de cómo la bibliotecología se ha servido de ellos para ofrecer servicios más eficientes, potenciando la difusión rápida y sencilla del conocimiento universal. Cuando se tratan los aspectos tecnológicos no se deben excluir algunos tan sencillos como la incorporación del catálogo en tarjetas que permitió la recuperación dinámica de la información a través de su autor, título, tema, y mediante cualquier otro punto de acceso adicional.
La tercera y última parte aborda los valores, principios y postulados éticos que le dan sentido a la bibliotecología, pues sin ellos nuestra disciplina sería una serie de prácticas desarticuladas y sin propósitos definidos respecto del servicio a los individuos y a la sociedad. Estos son principios que convierten a la bibliotecología