El gran libro de la reencarnación. Janice Wicka

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El gran libro de la reencarnación - Janice Wicka Colección Nueva Era

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en este planeta, mientras observa el resto del universo y reflexiona sobre su trascendencia.

      Lo conoce todo, y a todos, en su esencia, materia y existencia. Nada se le escapa.

      Justo cuando va a nacer, un ser de luz le toca los labios para que olvide y guarde silencio, y le dice amorosamente: “Tú que lo sabes todo, ahora tendrás que vivir, experimentar y aprender. ¡Aprende!”.

      Pero, ¿dónde estamos antes de ser concebidos?

      En el cielo.

      En el limbo.

      En las estrellas.

      En un mundo paralelo.

      En el más allá tras una muerte previa.

      En el eterno continuo a la espera de manifestarnos físicamente dentro del samsara o rueda del destino.

      En el alma de otro ser que eclosionará para dar lugar a mil vidas por lo menos.

      En otro cuerpo, muerto o vivo, esperando ocupar el cuerpo de otra persona transmigrando nuestro espíritu.

      En un sueño de Visnú.

      Junto a uno de los seis mil dioses que pueblan las creencias de la humanidad.

      Como materia dispersa en el espacio.

      Como materia dispersa en este mundo.

      Como energía.

      Como subpartículas atómicas.

      Haciendo cola y a la espera de que nos toque el turno de instalarnos en un ser en el momento de la concepción, como quien hace un viaje turístico.

      En las residencias celestiales como ángeles caídos o no caídos.

      En un paraíso.

      En el mar de la vida.

      En un gen egoísta que espera su turno para medrar y continuar existiendo a través de diferentes cuerpos.

      En el todo.

      En la nada.

      En el estado intermedio.

      En un tribunal celestial que nos ha condenado a esta vida dentro de la cárcel que es este planeta.

      En un laboratorio que experimenta con nosotros.

      En un programa de computación.

      En una ilusión que da lugar a otras ilusiones como esta vida.

      En la potencia creadora del cosmos.

      En las páginas del libro del destino.

      Simple y llanamente en la eternidad a la que volveremos muy pronto y de la cual venimos y vamos continuamente en las formas más increíbles, incluyendo la forma de seres humanos.

      No lo sabemos a ciencia cierta, y es muy posible que no sea un lugar específico como los que conocemos, pero todos tenemos la sensación de la permanencia eterna antes, durante y después de la vida presente.

      Nuestra materia es eterna, nuestro cuerpo físico está formado por las mismas energías y partículas que el resto del cosmos independientemente de si es inmanente y sempiterno, si apareció de la nada con el Big Bang o si repite ciclos de millones de trillones de años, somos polvo cósmico que se transforma y se reinventa constantemente desde el principio hasta el final delos tiempos.

      Estamos aquí y ahora, con la sensación de existir en un eterno presente, donde el pasado, el presente y el futuro se reúnen y se funden en una sola línea, círculo o espiral, como bien dice la sabiduría oriental: “Todo momento es aquí y todo lugar es ahora”, o “todo lugar es aquí y todo momento es ahora”, el resto son ilusiones infinitas, tantas como las capas de una cebolla.

      Desde la óptica de la física teórica y la mecánica cuántica, no solo es posible vivir antes y después de esta existencia física, sino que además podemos estar viviendo varias vidas, por lo menos once, en las diferentes dimensiones y mundos paralelos que envuelven a nuestro ser.

      El cuerpo físico es un vehículo del alma, pero es tan eterno, materialmente hablando, como esta, que vuelve a sus orígenes orgánicos e inertes cuando el alma se desconecta y experimenta la transformación a la que llamamos muerte.

      Si nuestro cuerpo es eterno, nuestra alma y nuestro espíritu también deberían serlo, y, según algunos estudios, la consciencia de nuestro ser etérico es, por lo menos, un cúmulo de información imposible de perderse a pesar de las diversas transformaciones a que se vea sometida, como lo son la previda, la vida y la vida más allá de la vida, entendiéndose la “vida” como existencia y consciencia más allá del proceso biótico.

      Sí, somos información que está en la nube eternamente y que se va incrementando vida tras vida y reencarnación tras reencarnación.

      La información es energía, y, como todo lo que hay en el multiverso, tampoco se crea ni se destruye, solo se transforma transmisión tras transmisión, experiencia tras experiencia, y el ser humano es en buena parte información pura y dura.

      Por tanto, es muy posible que siempre hayamos estado aquí y ahora, aunque no pudiéramos percibirnos a través de los cinco sentidos, al lado del mundo físico, como lo están los sueños, los fantasmas, los muones y otras partículas subatómicas que nos acompañan y atraviesan constantemente sin que nos demos cuenta.

      Desde ese “otro lado” más cercano de lo que imaginamos, podemos ver sin ojos y escuchar sin oídos lo que sucede en este mundo, y al que nos abocamos desde antes de la concepción a la experiencia vital.

      Por tanto, es muy posible que estemos aquí y ahora desde antes del nacimiento, observando lo que será nuestra propia existencia en el mundo presente.

      Por supuesto, la preexistencia, aunque lógica y factible, no está comprobada científicamente, y, a menudo, tampoco religiosa o teológicamente más allá de las creencias orientales, entre otras cosas porque la ausencia de jerarquías y la capacidad de libre elección del ser no son del agrado de los que mandan, del patriarcado, de la academia, de muchas religiones y, desgraciadamente, de los mismos seres que prefieren creer a pensar o a imaginar, y se sienten más cómodos si es un ser superior quien toma las decisiones y asume las responsabilidades.

      Durante milenios hemos experimentado la dependencia y el apego, por lo que ya es hora de experimentar la libertad; de eso sabemos mucho las mujeres que hemos estado bajo la sombra de los hombres durante mucho tiempo, sufriendo o aprovechando la dependencia, a sabiendas que la inmensa mayoría de los hombres tampoco eran libres.

      La vida es un aprendizaje constante e inevitable, un cúmulo de experiencias que escogemos desde antes de nacer de forma teórica para llevarlas a la práctica una vez que nacemos en este lado de la realidad.

      II

      Escogiendo la vida

      Las diversas formas de reencarnación

      Existen muchos mundos,

      pero todos están en este.

      William

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