De la dictadura a la democracia limitada del Frente Nacional. Edna Carolina Sastoque Ramírez
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VII. APRECIACIONES CONTEMPORÁNEAS Y POSTERIORES SOBRE LA NEGOCIACIÓN Y SUS RESULTADOS
Los resultados de la negociación
Conflicto, negociación y rigidez constitucional
Los autores expresan su agradecimiento a Julián Arévalo, que sugirió el tema de esta investigación dentro del marco del proyecto de negociación de la Facultad de Economía del Externado. De igual manera, reconocen los aportes de información, la retroalimentación y los comentarios de muchos colegas, dentro de quienes se cuentan Gonzalo Cataño, Javier Torres Velasco, Lucía Montoya, Alberto Castrillón, Rafael Antonio Díaz, Juan Manuel Ospina, Alberto Supelano, Jorge Iván González, Camilo Echandía, Rafael Barrera y los pares anónimos que evaluaron el manuscrito. En forma especial, nuestras gracias por el invaluable apoyo editorial de Giselle Turga, a lo largo de la elaboración del libro.
Las transformaciones de la República Liberal, la victoria conservadora en las elecciones de 1946 y el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, sumieron a Colombia en un conflicto conocido como la Violencia. Esta se agudizó luego, cuando llegó a la presidencia el intransigente Laureano Gómez, en 1950.
Tres años después, en lo que algunos caracterizaron como un golpe de opinión, el general Gustavo Rojas Pinilla asumió el poder. Si bien inicialmente tuvo amplio apoyo político, Rojas gravitó a posiciones que lo asemejaban a dictadores militares de otros países de la región, quienes trataban al Estado como patrimonio familiar y buscaban perpetuarse indefinidamente en el poder.
El objeto de estudio de esta obra es una negociación exitosa entre los partidos históricos, el Liberal y el Conservador, que permitió a Colombia volver a los cauces constitucionales –pero con limitaciones al ejercicio de la democracia. Este acuerdo es el del Frente Nacional, que rigió entre 1958 y 1974.
Los principales artífices de la negociación fueron Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez. Ambos expresidentes de la República, periodistas influyentes, grandes oradores e intelectuales prestigiosos. Eran enconados adversarios ideológicos y líderes de los bandos cuyo conflicto violento había precipitado el golpe de Rojas en 1953. Los separaba también su talante. El conservador Gómez desde principios de su carrera política se había destacado por su beligerancia verbal, haciéndose al apodo del “hombre tempestad”. El liberal Lleras era ecuánime, de discurso razonado y había entregado de manera pacífica la presidencia al conservador elegido en los comicios de 1946, Mariano Ospina Pérez.
El problema a resolver en la negociación era el deterioro progresivo del clima político durante las décadas anteriores y la creciente disfuncionalidad de las instituciones que regulaban la competencia política entre los partidos tradicionales. A nivel jurídico, el recurso frecuente al estado de sitio había desdibujado las garantías constitucionales. La falta de gobernabilidad dentro de un marco de contienda democrática fue aducida por Rojas (y aceptada en su momento por el grueso de la opinión pública) como justificación del golpe de 1953.
El objetivo de esa negociación puede resumirse con la frase de Jesús Antonio Bejarano (aunque referida a otro contexto): “la desmilitarización de la sociedad y... la reconstrucción de las instituciones democráticas... y derechos que han sido cancelados por cuenta de la dictadura”1.
La negociación fue compleja. No solo porque hubo varias etapas entre 1956 y 1959, sino porque el acuerdo, para ser exitoso, debía asegurar al apoyo de diversos estamentos de la sociedad colombiana. En primer lugar, los partidos tradicionales y sus militantes. Lleras Camargo y Gómez eran jefes políticos, pero el respaldo de sus copartidarios no era incondicional. De entrada, hubo una asimetría que marcó el proceso. Había unión liberal (aunque algunos líderes, los llamados “lentejos”, respaldaban a Rojas) pero el conservatismo estaba dividido en tres facciones: los laureanistas (entonces mayoritarios en el partido), los ospinistas (que habían apoyado el golpe de Rojas) y los alzatistas.
En segundo lugar, era necesario convocar a la sociedad civil. La movilización de la opinión involucraba a la prensa, los sindicatos y empresarios, las universidades (estudiantes y directivas) y la Iglesia. La mitad de la población –las mujeres– no había gozado de derechos políticos y la Asamblea Nacional Constituyente de Rojas les había conferido el sufragio –sin que la dictadura hubiera celebrado elecciones. Un acuerdo viable tenía que lograr un consenso amplio de la sociedad colombiana.
Finalmente, estaban las Fuerzas Armadas que en la tradición colombiana eran formalmente apolíticas2. Rojas había sido ambiguo, oscilando entre el personalismo de su dictadura y la afirmación de que era vocero e intérprete de la institución militar que gobernaba el país. La remoción de Rojas requería el asentimiento de esta, mientras se reafirmase el principio de su naturaleza no deliberativa.
En la construcción de la coalición que sería el Frente Nacional, un factor de unidad fue la oposición a Rojas y su dictadura. La esencia de la retórica pública de la negociación fue presentarlos como obstáculo para la paz, en vez de su garante indispensable.
Las negociaciones políticas tienen momentos públicos y etapas privadas. Esta investigación se concentrará en los primeros, por la disponibilidad de fuentes primarias que no han sido analizadas de manera exhaustiva y porque un elemento clave del éxito fue la capacidad de Lleras y Gómez de persuadir, con retórica pública, a los militares, los estamentos sociales y la gran mayoría de los colombianos de que el acuerdo que proponían era la mejor solución de los problemas nacionales del momento.
Buena parte de la historiografía del Frente Nacional subraya su carácter excluyente. Al establecer la paridad política entre liberales y conservadores, sin contemplar la participación de otras fuerzas políticas, habría sentado las bases de lo que sería el conflicto interno de las décadas finales del siglo pasado. De hecho, y esto es consistente con la narrativa del presente artículo, fue un acuerdo que “despejaba el camino de las relaciones interoligárquicas” (Sánchez, 1989, p. 168). Pero a la luz de las fuentes contemporáneas, la nota dominante del acuerdo entre Lleras Camargo y Gómez fue la inclusión –construir un consenso nacional, que fue ratificado de manera abrumadora en el plebiscito de 1957–. Un balance historiográfico del desarrollo y las consecuencias del Frente Nacional sobrepasa los objetivos de este libro. Sobre ese tema, la literatura es inmensa. Su propósito es examinar el cómo de una negociación exitosa. El qué se verá a la luz de las condiciones concretas del momento de la negociación y los objetivos buscados por los protagonistas.
Este libro tiene ocho capítulos, además de esta introducción. Se presenta un marco conceptual, cuyos elementos son la teoría del conflicto, elementos de la técnica negociadora