La vida psíquica: elementos y estructuras. Omraam Mikhaël Aïvanhov

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La vida psíquica: elementos y estructuras - Omraam Mikhaël Aïvanhov

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y átmico, que forman nuestro Yo divino. Los tres grandes círculos concéntricos indican las relaciones que existen entre los cuerpos inferiores y los superiores,

      El cuerpo físico, que representa. la fuerza, la voluntad, el poder en el plano material, está conectado con el cuerpo átmico que representa la fuerza, el poder y la voluntad divinas.

      El cuerpo astral, que representa los sentimientos y los deseos egoístas y personales, está unido al cuerpo búdico, que representa el amor divino.

      El cuerpo mental, que representa los pensamientos corrientes e interesados, está conectado con el cuerpo causal, que representa la sabiduría divina.

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      Así pues, en nuestro yo terrestre, somos una trinidad que piensa, siente y actúa. Pero esta trinidad no es más que un reflejo minúsculo de la otra trinidad celeste que espera que nos unamos a ella. Esta fusión se realizará algún día.

      Así pues, el ser humano está constituido por tres cuerpos (se puede decir también por tres almas) que componen su Yo superior. Todas las experiencias felices o desgraciadas por las que pasamos en nuestra vida sólo tienen, en realidad, una finalidad: la de permitir reencontrarnos. Cuando estas dos partes, inferior y superior, llegan a fusionarse, el Cielo y la Tierra se unen en nuestro interior plenamente, a raudales, gozosamente.

      3 La Balanza cósmica, Col. Izvor nº 237, cap. VIII: “Para hacer los milagros de una única cosa”.

      IV

      CORAZÓN, INTELECTO, ALMA, ESPÍRITU

      I

      Uno de los pasajes más conocidos de los Evangelios es aquél en que, habiéndole preguntado un escriba cuál era el primer mandamiento, Jesús respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas...”4 Con estas palabras Jesús presenta al hombre como constituido por cuatro principios: el corazón, el intelecto, el alma y el espíritu. En efecto, la palabra “fuerza” concierne al espíritu, ya que, según la Ciencia iniciática, únicamente el espíritu posee la verdadera fuerza.

      Para comprender bien el significado de estas palabras, hay que empezar por distinguir el corazón del alma, así como el intelecto del espíritu. E corazón y el alma son los vehículos de nuestras emociones, de nuestros sentimientos y de nuestros deseos; pero mientras que el corazón es la sede de los sentimientos y de las emociones ordinarias, ligados a los dolores, a las penas y a la sensualidad, así como a las alegrías y placeres puramente físicos, el alma es la sede de las emociones y de los impulsos espirituales y divinos. Entre el intelecto y el espíritu existe la misma relación que entre el corazón y el alma. El intelecto es la sede de los pensamientos y de los razonamientos ordinarios que sólo apuntan a la satisfacción de los intereses personales y de las necesidades materiales. Por el contrario, el espíritu es el principio del pensamiento y de la actividad puramente desinteresados.

      El corazón y el alma se refieren a un mismo y único principio, el principio femenino, que puede manifestarse en una región inferior, el corazón o plano astral, o en una región superior, el alma o plano búdico. El intelecto y el espíritu provienen también de un principio único, el principio masculino, que se manifiesta en dos regiones: la inferior del plano mental, o la superior del plano causal. Los dos principios masculino y femenino utilizan, pues, cuatro vehículos: el corazón y el intelecto, el alma y el espíritu. Estos dos principios y estos cuatro vehículos habitan en una misma “casa”, el cuerpo físico.

      Con el fin de clarificar más esta cuestión, que sigue siendo todavía demasiado abstracta para muchos, os contaré una historieta. Imaginad una casa en la que viven el amo y el ama con un criado y una criada. Sucede a veces que el amo de la casa se va de viaje y su mujer se queda un poco triste y lánguida, esperando la vuelta de su marido y velando por la buena marcha de la casa. Y cuando vuelve el marido, cargado de regalos, hay una gran fiesta en la casa. Otras veces, el amo y el ama se van juntos o hacen un largo viaje, y cuando el criado y la criada se encuentran solos y sin vigilancia, deciden aprovecharse de esta libertad: empiezan a explorar las almacenes en los que descubren toda clase de provisiones, y puesto que es más divertido ser muchos que pocos para festejar algo, invitan a los vecinos y vecinas... Después de unas horas de juerga, evidentemente, encontramos mesas y botellas tiradas, e incluso algunas cabezas fracturadas. Cuando vuelven los amos, se horrorizan ante tal espectáculo; naturalmente hay reprimendas y vuelven a poner orden en la casa.

      Interpretemos ahora esta historieta. La casa es el cuerpo físico; la criada es el corazón; el criado es el intelecto; el ama de la casa es el alma, y el amo el espíritu. A menudo el espíritu se va, y entonces nuestra alma se siente abandonada; pero cuando vuelve, trae inspiración, abundancia y luz. Cuando el alma y el espíritu se van de viaje, el corazón y el intelecto se funden y cometen todas las tonterías posibles... ¡en compañía de otros corazones y de otros intelectos!

      Si proseguimos con esta imagen, descubriremos en detalle los papeles respectivos del corazón, del intelecto, del alma y del espíritu. Sabéis que una criada normalmente está destinada al servicio del ama de casa, mientras que el criado se ocupa del amo. Los amos se distancian de los servidores debido a su vida, su conducta y sus preocupaciones, y no siempre les confían los secretos de su trabajo o de sus proyectos. Así, también, el alma y el espíritu actúan sin revelar sus intenciones al corazón y al intelecto.

      Pero si la criada, por su conducta irreprochable, se gana la confianza absoluta de su ama, ésta le habla a veces de sus proyectos, de su felicidad, del amor que siente por su esposo, el espíritu. Entonces la criada, el corazón, se llena de gozo por estas confidencias. Lo mismo sucede si el criado consigue, por su trabajo, la confianza de su amo; éste empieza a hacerle revelaciones, y el criado, el intelecto, se ilumina, se vuelve lúcido. Pero para que esto suceda, es necesario que la criada y el criado vivan juntos en perfecta armonía al servicio de sus amos. Si no están de acuerdo y los deseos del uno se oponen a los deseos del otro, se hace más difícil el trabajo del alma y del espíritu. Esta imagen permite múltiples combinaciones y aplicaciones sobre las que debéis meditar, porque todos los estados de salud o de enfermedad, de felicidad o de sufrimiento, pueden explicarse a través de las relaciones existentes entre estos cuatro habitantes de la casa del hombre.

      Queda claro, pues, que la pareja corazón-intelecto es una repetición en el plano inferior de la pareja alma-espíritu. El intelecto y el espíritu son principios masculinos; el corazón y el alma son principios femeninos. De la unión de las dos parejas corazón-intelecto y alma-espíritu nacen los hijos: la unión del intelecto y del corazón produce los actos en el plano físico, mientras que la unión del alma y del espíritu produce los actos en el plano divino.

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      Las conexiones que hay entre estos cuatro principios explican por qué, cuando no están sometidos al alma (que representa el amor divino), y al espíritu (que representa la sabiduría divina), el corazón y el intelecto no hacen más que tonterías. Cuando hayan crecido en la vía del amor y de la sabiduría, el corazón y el intelecto llegarán a ser el hijo y la hija de Dios; pero de momento, tan sólo son sirvientes. El hijo hace todo lo que su padre le ordena, y la hija todo lo que le pide su madre. Así, pues, cuando el corazón y el intelecto

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