Género y juventudes. Angélica Aremy Evangelista García
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El capítulo de apertura “Géneros y juventudes. Pistas para la trama de sujetos etariamente (a) sexuados” de Tania Cruz Salazar, Angélica A. Evangelista García, R. Abraham Mena Farrera, hace una revisión cronológica (1950-2007) de textos académicos apuntalada, en ciertos momentos, por material cinematográfico en torno a género(s) y juventud(es). Este trabajo evidencia la manera en que en los imaginarios sociales se norma a lo joven a lo largo de un tiempo histórico en distintos contextos socioculturales. Los autores recuperan algunos movimientos sociales que reivindicaron el ser mujer, el ser joven y el ser otro sexo-género para mostrar la carencia de estudios en dichas temáticas y en particular la invisibilidad de dichos sujetos.
El primer trabajo del eje temático las relaciones e identidades de género en jóvenes indígenas está titulado “La construcción de lo juvenil en las experiencias migratorias de mujeres y hombres jóvenes indígenas en dos contextos metropolitanos en México”. Los autores, Jahel López Guerrero y Luis Fernando García Álvarez, tratan de responder a la pregunta: ¿cómo se sintetizan las condiciones de género, edad, etnia y clase en la construcción de lo juvenil en las experiencias migratorias de jóvenes indígenas? Usando y definiendo los conceptos juventud, jóvenes y condición juvenil en relación con cada contexto, y reflexionando con base en datos etnográficos, muestran cómo el género, la etnia y la clase se articulan en la construcción juvenil de indígenas en un contexto de migración interna rural-urbana en México. El principal aporte de este trabajo se encuentra en la profunda revisión de la literatura sobre juventudes indígenas y en el análisis de la intersección de las categorías género, clase y etnia.
En el trabajo “¿Quién canta para quién?: el género y el consumo de música”, Juris Tipa analiza cómo la categoría de género es un referente de diferenciación en el consumo y las preferencias musicales. Este estudio está ubicado en el contexto juvenil y multiétnico de la Universidad Intercultural de Chiapas, ubicada en San Cristóbal de Las Casas. A través de observación etnográfica y entrevistas realizadas a alumnos de esta universidad, se vislumbran los distintos contextos socioculturales de los cuales estos jóvenes provienen, en los que operan, y que consecuentemente cuestionan. Se concluye que, en efecto, existen diferencias de género en las elecciones musicales, al igual que en las nociones simbólicas de lo masculino y lo femenino. Además, tales diferencias también están sustantivamente condicionadas por otras categorías sociales, como la clase social y la etnicidad. Se trata de un abordaje novedoso dentro de los estudios sobre el cambio social y cultural de los pueblos originarios en México, que enriquece los campos de estudio de género y de las identidades juveniles a partir de una metodología cualitativa.
La segunda parte del libro se integra por tres trabajos cuyas temáticas giran en torno a las estructuras violentas en las que viven los jóvenes; así, el trabajo de Nohora Constanza Niño Vega, titulado “Jóvenes excombatientes de las guerrillas colombianas: subjetividades en tránsito”, trata sobre el modo en que el conflicto armado colombiano se convierte en escenario para que niños, niñas y jóvenes se vinculen como víctimas o como combatientes activos al interior de los grupos armados ilegales. La autora aborda la experiencia de cinco jóvenes excombatientes de las guerrillas de las FARC y el ELN en Colombia, con el fin de comprender cómo han construido su subjetividad atravesada por el género a partir de sus experiencias previas a la vinculación con estos grupos armados, de la vivencia como combatientes al interior de éstos y de su tránsito a la vida civil. Destaca el análisis de la evolución que realizan las protagonistas desde su contexto de origen campesino a la zona de combate, y posteriormente al ámbito urbano. Explica cómo, a través de estos tránsitos, su experiencia liberadora se vio coartada por los estereotipos de género y los estigmas hacia la guerrilla, lo que les provocó conflictos subjetivos y relacionales en los espacios familiares y comunitarios en los que se reinsertaron.
El segundo capítulo de esta parte del libro se titula “Jóvenes excéntricas en el rock: cuerpo femenino en el escenario rockero de Tijuana y la Ciudad de México”, de Merarit Viera Alcazar, quien muestra cómo el rock resignifica la representación del cuerpo de mujer mediante actos de agencia asociados con la excentricidad, expuesta ésta como una posición dentro de la normatividad de género. A decir de la autora, a pesar de que el rock ha sido considerado históricamente como un “espacio alternativo” y de contracultura juvenil, cuando éste es analizado desde una perspectiva crítica de género se muestra dominado por símbolos principalmente masculinos. Por ello, la tecnología de género que se aborda en el texto lleva consigo la producción de representaciones femeninas y masculinas —acordes incluso con un deber ser mujer joven en el rock—, las cuales tienen efectos en las actitudes y cuerpos de las rockeras. Es así como, en su trabajo, Viera Alcazar rastrea algunas estrategias de negociación que las jóvenes adoptan en el diálogo entre la representación y su autorrepresentación en el rock como mujeres y jóvenes excéntricas.
Se cierra este segunda parte del libro con el trabajo: “El primer incidente de acoso en lugares públicos experimentado por adolescentes en Querétaro, México” de María Elena Meza de Luna, Rosario González Arias y Sulima García Falconi. Las autoras ofrecen un estudio que aborda las primeras experiencias de acoso que experimentan las y los adolescentes en lugares públicos. Los objetivos de su investigación fueron: 1) conocer el tipo de acoso que experimentan los adolescentes en su primera experiencia, y 2) analizar si estas experiencias están diferenciadas en función del género. Contestaron un cuestionario de propósito específico 521 adolescentes, y otros veinticuatro —veinte mujeres y cuatro hombres— participaron en dos series de grupos focales con un total de trece sesiones. Los autores analizaron los datos cualitativos y la asociación entre las variables de la primera experiencia de acoso según el género aplicando chi cuadrada de Pearson, pruebas exactas de Fisher o pruebas t, según el caso. En relación con los hombres, las mujeres vivieron en su primera experiencia más acosos sexuales: coerción sexual, como manoseos o nalgadas, 15.25 veces más; sonidos sexuales, 9.74 veces más; persecuciones, tres veces más; comentarios obscenos, 4.89 veces más, o amenazantes, 4.89 veces más. Por otro lado, los hombres recibieron más insultos verbales que no corresponden a acoso sexual; específicamente, ellos recibieron 11.67 veces más insultos o críticas que las mujeres. Estos resultados muestran una realidad diferenciada para mujeres y hombres en los lugares públicos. Para ellas representa una amenaza más fuerte a su libertad que para los hombres, no sólo porque son más acosadas —2.65 veces más—, sino porque el tipo de acoso que viven es más agresivo al involucrar su cuerpo, su sexualidad y su sentido de seguridad cuando son perseguidas. Los hallazgos evidencian la necesidad de atender esta forma de violencia soslayada que tiene mayor sesgo hacia las mujeres. En este sentido, el capítulo revela la importancia de unir esfuerzos para hacer visible el acoso en lugares públicos y revertir la inacción, que se traduce en complicidad comunitaria, no sólo a través de estudios como éste, sino por medio del diseño de políticas públicas en contra de la violencia.
La tercera parte del libro la abren María del Mar Carrillo Hernández, Marco Antonio Carrillo Pacheco y Gabriela Calderón Guerrero con su trabajo “La juventud queretana: problematizaciones en torno a la salud sexual y reproductiva”, donde presentan los resultados de un estudio con perspectiva de género realizado entre 2011 y 2012. Su trabajo se orienta a conocer las percepciones de las mujeres y hombres jóvenes del estado de Querétaro respecto a su salud sexual y reproductiva, el conocimiento y uso de métodos anticonceptivos y los riesgos de contraer alguna infección de transmisión sexual. También se aborda la percepción que tienen sobre los servicios que ofrecen las instituciones públicas de salud. Los principales resultados muestran dos problemáticas específicas: a) la necesidad de trabajar desde la perspectiva de género para fortalecer una cultura en materia de salud sexual y reproductiva, y b) la importancia de fomentar el diseño de políticas públicas que contribuyan de manera efectiva al derecho al pleno acceso de la juventud queretana a la salud sexual y reproductiva. El estudio concluye con un conjunto de recomendaciones a los responsables de las instituciones de salud para mejorar tanto la información, como la atención a este sector de la juventud. Se trata de un estudio de caso que ilustra los rezagos que aún existen en el diseño de programas