Superentrenamiento. Yury Verkhoshansky
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Recientemente, se han introducido varios ejercicios de saltos en las sesiones de aeróbic (p. ej; en la forma de «step aerobics») y en el entrenamiento deportivo con la pliometría. En ambos casos, los ejercicios entendidos como pliométricos en estos contextos son saltos bastante convencionales que no reproducen las características del verdadero entrenamiento de choque. Los científicos rusos prefieren mantener el término «método de choque» cuando se refieren a métodos generales de rebote explosivo y el término «saltos en profundidad» cuando se trata de métodos de rebote de las extremidades inferiores. Para evitar la confusión con el shock eléctrico, parece preferible referirse a métodos explosivos reactivos como el entrenamiento por impulsión. Sin embargo, el convincente atractivo entre la utilización popular asegura que se continuará utilizando el término pliometría con preferencia a cualquier otra palabra, sin importar si es la adecuada. Por ejemplo, a pesar de la inexactitud del término aeróbic al describir el ejercicio con música y el de entrenamiento mixto para describir el entrenamiento deportivo complementario, el mercado ha decretado que estos términos populares son las palabras que hay que utilizar.
Todo lo que el científico puede hacer es aceptar esta situación pero redefiniendo estas palabras con el máximo de precisión. De este modo, el término pliometría (opuesto a la contracción pliométrica) debería utilizarse para referirse a métodos en los que la acción muscular excéntrica termina súbitamente en una contracción isométrica explosiva, produciendo, por tanto, un potente reflejo miotático, una extensión aguda de los componentes pasivos del sistema muscular y una subsiguiente acción muscular concéntrica explosiva. Aunque asociado con el saltar, uno no se debería referir al salto ordinario en donde puede existir un significativo retraso y una disipación de la energía elástica durante una fase isométrica más larga entre las acciones musculares excéntrica y concéntrica (ver cap. 5).
Fuerza y tejido conectivo
Además de su rol en movimientos balísticos y rápidos, el tejido conectivo puede también incrementar la masa global del complejo muscular y ayudar en la producción de una fuerza utilizable. Recientemente se ha descubierto que los incrementos en la calidad (o tipo) y cantidad de tejido conectivo pueden mejorar la transmisión de fuerza desde las fibras musculares individuales hasta el sistema esquelético.
Por ejemplo, una vaina del tejido conectivo insuficientemente fuerte o extensa permitirá que el músculo disipe parte de su fuerza en una dirección perpendicular a su línea de acción y, por tanto, disminuya la eficacia al intentar superar la carga.
Los tejidos conectivos que no están unidos estructuralmente a los músculos, como los de los ligamentos, las cápsulas articulares, la piel y los cartílagos, desempeñan el papel esencial de estabilizar las articulaciones, facilitando el contacto entre las partes en movimiento y la absorción del choque. La importancia de este rol pasivo no debe olvidarse en el conjunto del entrenamiento, ya que es inútil desarrollar la masa muscular y la fuerza si el resto del sistema musculoesquelético no se prepara para soportar este aumento del nivel de fuerza. Para mejorar el rendimiento global y disminuir el riesgo de lesión, se debe acondicionar el músculo, el hueso y el tejido conectivo.
Un excesivo énfasis en el desarrollo de la fuerza del músculo a expensas del tendón y del reforzamiento de otro tejido conectivo puede producir un sistema muscular que tienda a lesionarse fácilmente y sea ineficiente en la generación de fuerza reactiva. Ésta es una de las razones por las que la utilización de esteroides anabólicos puede ser perjudicial: éstos tienden a hipertrofiar y a incrementar el nivel de fuerza de los músculos en relación con los tendones, de forma que las lesiones músculo-tendinosas son muchos más frecuentes entre los deportistas que utilizan esteroides.
Por otra parte, el tejido muscular no se adapta al incremento de la carga hasta pasados unos días, mientras que los tejidos conectivos (tendones, ligamentos y cápsulas articulares) o sistemas que contienen una elevada proporción de tejido conectivo (hueso y cartílago) sólo muestran una significativa adaptación e hipertrofia después de varias semanas o meses de carga progresiva (McDonagh y Davies, 1984). Resulta esencial que la programación del entrenamiento tenga en cuenta los diferentes ritmos de adaptación de todos los sistemas involucrados y evite el sobreentrenamiento de los sistemas con ritmos de adaptación más lentos. Un incremento gradual de la carga del entrenamiento y el evitar los métodos de entrenamiento por impulsión o explosivos resulta esencial para minimizar la posibilidad de dolor o lesión del tejido conectivo, en particular durante la fase de preparación física general (PPG) y en los deportistas relativamente principiantes en entrenamientos de la fuerza.
Es importante destacar que la mayoría de los factores mencionados anteriormente esenciales para la producción de fuerza son funcionales y no estructurales. Aquéllos determinados por la eficacia del sistema nervioso son fundamentales para el desarrollo de la fuerza, ya que los «motores» musculares son accionados por impulsos eléctricos sincronizados por los nervios que proporcionan a los músculos. La actual preocupación en torno a la utilización de esteroides anabólicos para producir masa muscular se puede entender, por tanto, como la reacción a una acción equivocada, a no ser que el único objetivo sea el aumento de volumen muscular para el culturismo. El desarrollo de regímenes de entrenamiento especializados para mejorar el acondicionamiento del sistema nervioso sería más aconsejable bajo una perspectiva científica y moral, particularmente en vista de los efectos secundarios de las drogas y de los aspectos éticos de su utilización.
FIGURA 1.10 Organización del músculo a diferentes niveles.
SISTEMA MUSCULAR
El músculo consta de un componente activo contráctil y de un componente pasivo no contráctil. El primero consiste en un sistema de fibras entrelazadas cuyo propósito se basa en movilizar unas en relación con las otras y producir una contracción global. El segundo comprende una serie de diferentes tipos de tejido conectivo como los tendones, ligamentos y vainas alrededor de las fibras musculares. Éstos proporcionan un marco de referencia estructural para los músculos y una red de conexiones entre las partes del sistema musculoesquelético, que estabilizan y transmiten fuerzas por todo el cuerpo. Funcionalmente, tienen un papel importante en la absorción y liberación de energía elástica para mejorar la eficacia de la acción muscular.
ESTRUCTURA DEL MÚSCULO
El músculo esquelético comprende cientos o miles de pequeñas fibras, cada una rodeada en niveles de tamaño sucesivos por una vaina de tejido conectivo abastecida por fibras nerviosas, junto con un rico suministro de sangre. Cada una de las fibras musculares está rodeada por una vaina llamada endomisio. Varias de estas fibras se agrupan para formar unos haces, llamados fascículos, encerrados en sus propias vainas o perimisio. Grupos de estos fascículos forman el total del músculo, que se encuentra dentro de una fuerte vaina llamada epimisio o fascia (fig. 1.10).
A un nivel más microscópico, cada celda de fibra muscular contiene de cientos a miles de miofibrillas (mio significa músculo) en paralelo en forma de vara, cada una de las cuales, por su parte, contiene una cadena de unidades contráctiles, denominadas sarcómeros. Los sarcómeros están compuestos por un complejo de aproximadamente 1.500 filamentos gruesos y 3.000 delgados entrelazado los filamentos gruesos están compuestos por miosina los filamentos finos por actina. Existen pequeñas proyecciones desde la superficie