Reinventa las reglas. Meg-John Barker
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La primera edición de Reinventa las reglas se publicó en 2013. Fue el colofón de la década previa de mi vida. Durante ese tiempo investigué desde la academia a comunidades que estaban encontrando nuevas formas de poner en práctica el amor, el sexo y el género1 al mismo tiempo que exploraba esas opciones en mi propia vida. Siempre había querido escribir un libro de (anti-)2 autoayuda que reuniese todo lo que había aprendido. Encontré el título Reinventa las reglas en 2003, y boceté los títulos y esquemas de los capítulos durante los años siguientes. No fue hasta 2009 cuando tuve el valor suficiente para sentarme y escribir el libro. Incluso después de eso, me costó años encontrar una editorial para su publicación (gracias, Routledge).
Reinventa las reglas fue un libro que me costó publicar. Era la primera vez que salía de mi zona de confort, que hasta ese momento habían sido los textos académicos, para escribir para el público general. Siempre había pensado que ahí yo podría encajar mejor —que incluso podría ser mi trabajo principal—, así que había mucho en juego.
Además de eso, había tenido una experiencia aterradora unos años antes cuando mi trabajo fue citado en los medios de comunicación sin poder tener ningún control sobre ello. Temía que sucediera de nuevo algo parecido al publicar Reinventa las reglas. En 2005, di una charla sobre el lenguaje del poliamor en un congreso de psicología (ver capítulo 6). Como sucede siempre en esas charlas, mencioné que, además de estudiarlas, yo mantenía ese tipo de relaciones. Cuando los medios de comunicación asistentes al congreso me preguntaron sobre mi trabajo y me hicieron una foto, imaginé que aparecería un breve resumen de mi investigación —junto a las de otras personas— en un par de diarios. En lugar de eso, los artículos sobre mi trabajo y también mi vida privada ocuparon una parte significativa de las primeras páginas de la mayoría de diarios nacionales —y algunos internacionales— tanto el lunes como el fin de semana siguiente. ¡Si el Papa no se hubiese muerto esa semana, no quiero imaginar lo terrible que podía haber sido! Para que te hagas una idea, el titular de The Sun fue friki bisexual: soy un putón; un columnista de uno de los diarios de la prensa seria me regaló una sesión de psicoanálisis en el número del fin de semana a pesar de no haberme conocido nunca; otro me acusó de quitarle toda la gracia a la infidelidad y de haber decepcionado a mi familia.
La experiencia de ver cómo me habían reflejado —y distorsionado— en los medios fue aterradora y vergonzosa, especialmente cuando se acompaña de periodistas intentando localizar a tus exparejas, colegas diciendo que ya no saben cómo dirigirse a ti, declaraciones de que puedes perder tu trabajo por haber «desprestigiado a tu institución» y que lo que ha sucedido te va a marcar de por vida. La experiencia afectó a mi salud mental, a mi seguridad personal y a mis relaciones.
Espero que esto explique por qué publicar Reinventa las reglas me parecía tan arriesgado. Había aprendido mucho de esa experiencia, por lo que esta vez me aseguré de que mi universidad —que ahora me apoya totalmente— supiera qué estaba pasando, preparé a mis amistades y colegas todo lo posible, y me dediqué mucho autocuidado (ver capítulo 10). Me estaba preparando para titulares como: ¡friki bisexual ataca de nuevo! Afortunadamente, la experiencia fue completamente diferente, lo que parecía sugerir que quizá el mundo —y los medios de comunicación— habían superado su visión sensacionalista de la no monogamia, o más cínicamente, que yo ya no era tan joven ni tenía un atractivo lo suficientemente convencional como para atraer ese tipo de atención. Reinventa las reglas recibió varias reseñas muy amables, recomendándolo frente a un par de libros publicados en torno a las mismas fechas en los que se sugería que la manera correcta de tener relaciones hoy en día era ser infiel a escondidas.3
Recuerdo haberme concentrado tanto en publicar Reinventa las reglas que casi ni había imaginado cómo sería mi vida después. Incluso albergaba miedos profundos de no vivir lo suficiente para ver el libro publicado. Por suerte, sobreviví no solo hasta entonces, sino que estoy publicando una segunda edición. He tenido la oportunidad de escribir y co-escribir varios libros más de (anti-) autoayuda para desarrollar las ideas de muchos de los capítulos del libro, y espero escribir muchos más —en formato libro y en formato cómic— en el futuro.
El concepto de un libro de (anti-) autoayuda que se centra en los problemas de los mensajes culturales, en lugar de los individuos, era bastante innovador en 2013, lo que quizá explica la reticencia de muchas editoriales a arriesgarse con Reinventa las reglas. De todos modos, ahora parece que hay demanda de este tipo de libros. Por ejemplo, uno de mis últimos libros favoritos sobre el amor —What Love Is, And What It Could Be de Carrie Jenkins— tiene mucho que decir sobre mensajes culturales más generales, y Carrie incluso describe su libro como un libro de autoayuda para la cultura más que para los individuos (ver capítulo 3).
Cuando volví a leer la primera edición de este libro para prepararme para trabajar en la segunda, me chocó cuánto había estado escribiendo sobre mí cuando escribía Reinventa las reglas. Cada capítulo reflejaba cómo quería relacionarme conmigo y con otras personas, aunque, en aquel momento, a menudo no estaba nada cerca de haber llegado a ese punto. Resulta enternecedor darse cuenta de que me voy acercando cada día más, aunque sigue sin ser fácil salirse de todos los cubos de cangrejos (ver capítulo 10).
Escribir la segunda edición ha supuesto una experiencia profunda debido al diálogo con mi propia versión anterior, por darme cuenta de nuestra fluidez y de cómo cambiamos continuamente, como comentaré en el capítulo 2. Espero haber conseguido un equilibrio aceptable entre mantener lo más valorado por quienes leyeron la primera edición y hacer del libro una lectura más accesible y atractiva, incluyendo lo que he aprendido desde entonces. En muchos sentidos, esta segunda edición ha sido un proyecto más colaborativo que un libro escrito por una sola persona, incluso más ahora que mi nombre e identidad de género han cambiado desde la primera edición (ver capítulo 5). Quería mantener parte de la voz de Meg Barker cuando la entremezclaba con las ideas y el estilo de Meg-John Barker.
Quizá la razón principal para escribir una segunda edición es que el mundo también ha cambiado mucho en los temas abordados por el libro, aunque solo hayan pasado cinco años. Hemos visto la legalización del matrimonio igualitario, un punto de inflexión en las cuestiones de las personas trans, la proliferación de apps para ligar y para todo tipo de relaciones, y una explosión de terminología para las diversas formas de llevar a la práctica —y vivir— el género, el amor y el sexo. Al mismo tiempo, se ha desatado una inmensa reacción en contra de todo eso, y una tendencia a la intolerancia de la diferencia, adherencia estricta a los roles de género y la aplicación de leyes y denuncias homófobas, bífobas y tránsfobas. A quienes transgreden las normas convencionales del amor, sexo y género se les ha etiquetado como snowflakes o «generación copo de nieve» y se les ha acusado de «corrección política pasada de vueltas» o de obstaculizar la libertad de expresión. Más bien al contrario: la cultura mainstream es todavía más individualista respecto a nuestros problemas de lo que lo era en 2013, aunque también hay, entre las personas más jóvenes, una concienciación mucho mayor de las críticas al neoliberalismo y las desigualdades estructurales a través de revistas para adolescentes, redes sociales, vídeos y podcasts abriendo camino en estos terrenos. Quería asegurarme de que esta segunda edición incluía todo eso.
En lo personal también he aprendido muchas cosas que he incluido en esta segunda edición. Quizá la principal ha sido entender cómo construimos patrones de relación basándonos en mensajes culturales más generales, combinados con las lecciones que hemos aprendido sobre quiénes somos y cómo somos en nuestras familias de origen y nuestras experiencias sobre la amistad y las relaciones según crecemos. Concentrarme en la cultura mayoritaria en la primera edición a veces me impidió ver cómo el trauma intergeneracional y la vergüenza en la infancia también resultan claves para entender cómo aprendemos a relacionarnos con nuestro propio yo y con otras personas. Probablemente entonces me daba miedo mirar desde demasiado cerca esas cosas en mi propia vida.