Traicionada (Libro # 3 Del Diario Del Vampiro). Morgan Rice

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Traicionada (Libro # 3 Del Diario Del Vampiro) - Morgan Rice Diario de un Vampiro

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un ser humano, sin embargo, el dolor era incalculable, y el castigo implicaba, seguramente, una muerte horrible. Llevaban Sam a su ejecución. Y la obligaban a mirar.

      Rexius sonrió aún más cuando encadenaron a Sam al lugar. Cuando Rexius asintió, uno de los asistentes arrancó la cinta de su boca.

      Inmediatamente, Sam miró a Samantha con miedo en sus ojos.

      "Samantha", gritó. "¡Por favor! ¡Sálvame! "

      A su pesar, Samantha se echó a llorar. No había nada, absolutamente nada que pudiera hacer.

      Seis vampiros deslizaron un enorme caldero de hierro, que burbujeaba y silbaba, en la parte superior de una escalera. Pusieron el caldero en posición, justo por sobre la cabeza de Sam.

      Sam levantó la mirada hacia el caldero.

      Y lo último que vio fue el líquido salir de la caldera, burbujeando y silbando, cayendo directamente sobre su rostro.

      CUATRO

      Caitlin estaba corriendo. El campo de flores llegaba a su cintura, y al correr, Caitlin abría un camino entre las flores. El sol, rojo sangre, estaba sentado, como una enorme bola, sobre el horizonte.

       De pie, dando su espalda al sol, en el horizonte, estaba su padre. O al menos su silueta. Sus rasgos eran difíciles de reconocer, pero ella sabía que se trataba de él.

       Mientras Caitlin corría y corría desesperadamente para verlo y abrazarlo, el sol se hundió rápidamente, demasiado rápido. Todo ocurrió en un instante y, en cuestión de segundos, el sol había desaparecido por completo.

       Se dio cuenta que estaba atravesando el campo en el medio de la noche. Su padre seguía allí, esperando. Ella sentía que él quería que ella corriera más rápido, él quería abrazarla. Pero sus piernas no le permitían correr más rápido y, aun por mucho que lo intentara, él parecía alejarse cada vez más.

       Mientras corría, la luna se elevó en el horizonte - una luna enorme, rojo sangre- cubriendo todo el cielo. Caitlin pudo notar todos sus detalles, las marcas, los cráteres. Todo era muy claro. Su padre estaba de pie, como una silueta y, cuando ella trató de correr aún más rápido, parecía estar corriendo hacia la luna.

       Pero no podía llegar. De pronto, sus piernas y sus pies no se movieron más. Miró hacia abajo: las flores se habían enroscado en sus tobillos y sus piernas y se transformaban en vides. Eran tan gruesas y fuertes que ya no pudo moverse en absoluto.

       Mientras observaba, una enorme serpiente se deslizó hacia ella, por el campo. Trató de zafarse, escapar, pero no podía. Solo podía observarla mientras la víbora se acercaba. Cuando estuvo cerca, la serpiente saltó en el aire, lanzándose directamente hacia su garganta. Caitlin se dio la vuelta y gritó mientras sentía los largos colmillos perforar su garganta. El dolor era horrible.

      Caitlin se despertó sobresaltada, se sentó en la cama, respirando con dificultad. Tocó su garganta y sintió las dos cicatrices endurecidas. Por un momento, confundió su sueño con la realidad y miró alrededor de la habitación buscando la serpiente. No había nada.

      Se frotó la garganta. La herida aún le dolía pero no tanto como en el sueño. Respiró profundamente.

      Caitlin estaba cubierta de un sudor frío, su corazón aún latía con fuerza. Se limpió la cara y los lados de las sienes y sentía su pelo húmedo y frío pegado a su cara. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se había bañado? ¿Se lavó el pelo? No lograba recordar. ¿Cuánto tiempo había estado acostada allí? ¿Y dónde estaba exactamente?

      Caitlin miró alrededor de la habitación. Era el mismo lugar que recordaba de un tiempo atrás - ¿era de un sueño o había estado despierta aquí antes? La habitación era totalmente de piedra y tenía una larga ventana arqueada, a través de la cual podía ver el cielo nocturno y la enorme luna llena, su luz se vertía en la habitación.

      Se sentó en el borde de la cama y se frotó la frente tratando de recordar, cuando sintió un dolor tremendo en su costado. Se agachó y pudo palpar la costra de una herida. Trató de recordar de que era. ¿Alguien la había atacado?

      Caitlin se puso a pensar y, de a poco pero sin pausa, empezó a recordar los detalles. Boston. El Camino de la Libertad . La Capilla del Rey. La espada. Luego ... sera atacada. Luego...

      Caleb. Él había estado allí, mirándola desde arriba. Ella había sentido como su mundo se desvanecía y le había pedido. Conviérteme, se lo había rogado...

      Caitlin levantó sus manos y palpó las dos marcas en el costado de su cuello, y se dio cuenta que él la había escuchado.

      Eso aclaraba todo. Caitlin se paró de un salto. Estaba claro, había sido convertida. La habían llevado a alguna parte, probablemente, para su recuperación, probablemente bajo la mirada vigilante de Caleb. Se tocó los brazos y las piernas, torció su cuello, palpó su cuerpo...

      Se sentía diferente, no tenía duda. Ya no era la misma de antes. Sintió una fuerza sin límites corriendo por ella. Un deseo de correr, de correr a velocidad, de atravesar las paredes, de saltar en el aire. También sintió algo más: dos protuberancias leves en la espalda detrás de sus omóplatos. Eran muy sutiles, pero las sentía. Alas. Ella sabía, sentía, que si fuera a volar, se abrirían.

      Caitlin cayó embriagada por su fuerza que apenas descubría. Desesperadamente, deseaba probarla. Se sentía encerrada, no tenía idea de cuánto tiempo había estado allí - y quería saber cómo era esta nueva vida. También sintió algo más que era novedoso: el sentido de la imprudencia. La sensación que no podía morir. Que podía cometer errores estúpidos, que tenía vidas infinitas para probar. Quería llevar las cosas al límite.

      Caitlin se volvió y miró por la ventana al cielo nocturno . La ventana tenía un amplio arco, no tenía vidrio, y estaba abierta a los elementos. Típico de un antiguo claustro medieval.

      En el pasado, la anterior, la Caitlin humana habría dudado, habría pensado lo que iba a hacer, habría dudado. Pero la Caitlin vuelta a nacer no tenía dudas. Prácticamente al segundo que lo pensó, tomó carrera directamente hacia la ventana.

      Con unos pocos pasos, Caitlin saltó al alféizar de la ventana y se lanzó en el aire.

      Una parte de ella, algún instinto, le dijo que una vez que estuviera en el aire, brotarían sus alas. Si estaba equivocada, se desplomaría cientos de pies en la tierra. Pero la Caitlin vuelta a nacer sentía como si nunca más podría equivocarse.

      Y no lo estaba. Cuando Caitlin saltó hacia la noche, sus alas brotaron desde detrás de sus hombros y sintió la emocionante sensación de volar, de deslizarse por el aire. Estaba encantada con sus alas anchas y largas, estaba encantada de sentir el aire fresco y limpio de la noche en su rostro, su cabello y su cuerpo. La luna estaba tan llena y tan grande que iluminaba la noche como si fuera de día.

      Cuando Caitlin miró hacia abajo, se le concedió una vista de pájaro. Había sentido la presencia del agua y había tenido razón. Estaba en una isla. A su alrededor, en todas direcciones, se extendía un río enorme y hermoso, sus aguas estaban tranquilas, iluminadas por la luz de la luna. Era el río más ancho que jamás hubiera visto. Y, en el medio, estaba la pequeña isla donde había dormido. Era una pequeña isla, de poco más de una docena de acres, en un extremo se erguía un castillo escocés desmoronado, parcialmente en ruinas. Un espeso bosque ocupaba

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