Una mirada al futuro demográfico de México. Manuel Ordorica Mellado

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Una mirada al futuro demográfico de México - Manuel Ordorica Mellado Grandes problemas

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seres humanos en el planeta.

      El cálculo de la población futura constituye uno de los trabajos fundamentales de la demografía. Prever cuál será la población es de interés para planear nuestro porvenir. Las perspectivas se elaboran a partir del establecimiento de un conjunto de hipótesis sobre la evolución de los componentes demográficos: natalidad, mortalidad y migración, calculados a partir de modelos que buscan establecer los cambios más probables en la dinámica poblacional. A partir de las perspectivas es posible establecer los perfiles de las variables demográficas que tendría una población y, en consecuencia, evaluar las implicaciones de orden social, económico y político que plantean esas nuevas condiciones. Las proyecciones constituyen la base esencial para fines de la planificación social y económica, ya que es de gran interés saber el número de personas que habrá en los años por venir. En el eje de la planeación se encuentran las personas, quienes constituyen el centro de atención de las políticas públicas, porque lo que se busca es mejorar sus condiciones de vida. Un elemento fundamental de las proyecciones es la elección de las hipótesis sobre la evolución de los componentes demográficos, la cual se realiza a partir de la experiencia observada y de los acontecimientos pasados.

      Antes de la Segunda Guerra Mundial, prácticamente no se habían realizado proyecciones de población de manera regular. Se tenían los conocimientos demográficos, los datos y las técnicas para poder hacerlas, sin embargo, los políticos no se aventuraban a usar estos elementos para aproximarse al futuro. Un gran paso, sin duda alguna, fue el uso de las matemáticas como una herramienta fundamental en estos ejercicios de pronóstico. El álgebra de matrices y los elementos teóricos que la componen fueron los instrumentos matemáticos que permitieron un avance en la elaboración de proyecciones de población. Hoy, en cambio, no se toman decisiones sin utilizar la ciencia y la tecnología. Además, los demógrafos aprovechan la inercia de los fenómenos que estudian, a no ser que se presenten catástrofes, guerras, epidemias, crisis económicas que alteren la dinámica poblacional. La evolución de los procesos demográficos es lenta. Imaginemos un barco navegando a varios nudos por hora. Si queremos frenar el barco o desviar su rumbo, se necesita muchos tiempo y muchos metros para pararlo o para cambiar su dirección. Por la inercia, continúa avanzando. Lo mismo ocurre con la población. Cuando se detiene su crecimiento, la población continúa aumentando debido al momentum demográfico. Las poblaciones tienen oculto su impulso en la estructura por edad de la población.

      En fin, los astrofísicos analizan lo que podría ocurrir en miles de millones de años en el universo. Los demógrafos no hacemos proyecciones de población a un futuro tan lejano. El largo plazo para nosotros los estudiosos en este campo es apenas de medio siglo o un siglo, porque es un tiempo en que podemos observar a la raza humana, debido a que nuestra esperanza de vida al nacer ya sobrepasa, en nuestro país, los tres cuartos de siglo. Podemos apenas estudiar a los seres humanos por algunos siglos en el pasado y acercarnos al futuro con certeza por varios decenios. Aunque debemos reconocer que la raza humana transmite información de generación en generación, lo que nos permite conocer bien nuestro pasado.

      En el universo, el tiempo de la vida es muy variable. Quienes estudian la vida de los insectos o las plantas y flores, miden el tiempo en minutos, en horas o quizás en días. Quienes analizan la historia de los seres humanos utilizan lustros, decenios o siglos como unidad de medida; las décimas de segundo para saber quién fue el ganador en una carrera de 100 metros; los meses para esperar el nacimiento de un niño o una niña; los años para festejar los cumpleaños; los sexenios para estudiar los cambios de gobierno (en México); los decenios para estudiar a las generaciones; los siglos para estudiar la historia de los países; en miles de años para analizar las etapas de la Tierra y los orígenes del homo sapiens; los millones de años para estudiar nuestra galaxia, y los miles de millones de años para estudiar los confines del universo. Éstas últimas son cifras que no entendemos, no podemos imaginarnos el significado de mil millones de años. Imaginamos lo que pasará mañana, en una semana, en un mes; pero los millones de años son magnitudes que nuestro cerebro no alcanza a entender. Lo que sí podemos apreciar es lo ocurrido en dos mil años y observar cómo los seres humanos en prácticamente un suspiro en la vida del cosmos han cambiado al planeta.

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