Introduccin a la teologa cristiana AETH. Justo L. Gonzalez

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Introduccin a la teologa cristiana AETH - Justo L. Gonzalez страница 5

Автор:
Серия:
Издательство:
Introduccin a la teologa cristiana AETH - Justo L. Gonzalez

Скачать книгу

la verdad desciende por medio de la revelación. Esto quiere decir que la verdad teológica es más segura que la filosófica, y que por tanto, cuando ambas parezcan contradecirse, hay que concluir que la razón filosófica ha errado. Pero también quiere decir que la filosofía, por cuanto procede en base a la razón, produce un entendimiento de la verdad más profundo que el de la teología. Hay ciertas verdades, como la doctrina de la Trinidad, que sólo pueden conocerse por revelación, y que por tanto son de incumbencia exclusiva de la teología. Hay otras que no son necesarias para la salvación, que por tanto no son reveladas. Empero hay otras, como la existencia de Dios, que aunque pueden conocerse por la razón son necesarias para la salvación. Tales verdades Dios las ha revelado, para que la salvación de las personas no dependa de su inteligencia.

      En cierta medida, el modo en que concibamos la función de la teología determina el modo en que concibamos su relación con la filosofía. Si la teología es ante todo explicación de la realidad, es fácil confundirla con la filosofía, que es una de esas explicaciones. Esto fue lo que sucedió, por ejemplo, cuando la filosofía de Hegel pareció haber desarrollado un sistema que explicaba toda la realidad, y los teólogos que la siguieron difícilmente lograron distinguir entre ese sistema y la teología cristiana. Si la teología es ante todo apología, la filosofía cobra especial importancia, pues se vuelve el puente para convencer a los no creyentes de la verdad de la fe cristiana. Si la teología es ante todo crítica de la vida y de la proclamación de la iglesia, la filosofía no es más que uno de los muchos elementos del mundo en el cual la iglesia vive y donde tiene lugar su proclamación.

       3. La teología y las ciencias físicas y naturales

      A partir del siglo 15, hubo en el mundo occidental toda una serie de descubrimientos que revolucionaron el modo en que se concebía el universo. Ya no era el Sol el que giraba alrededor de la Tierra. Ya el mundo no se limitaba a tres partes, que antes se habían visto como un reflejo de la Trinidad: Europa, Asia y África. Ahora se comenzó a entender la enfermedad de un modo diferente, con el descubrimiento de microbios, hormonas y genes. Desde los espacios interatómicos a los espacios interestelares, las ciencias naturales—la zoología, la biología, la física, la astronomía, y otras—nos abrieron el horizonte y revolucionaron nuestro universo.

      Esto frecuentemente trajo conflictos con la teología, sobre todo con aquella teología que se veía a sí misma como interpretación de la realidad. Si, por ejemplo, la teología «sabe» que el Sol y todos los astros giran alrededor de la Tierra, tendrá que oponerse a las nuevas concepciones astronómicas. Si «sabe» que las enfermedades se deben únicamente a demonios, no podrá aceptar la medicina moderna. Si «sabe» que Dios hizo al mundo en exactamente seis días, no podrá entender ni aceptar los descubrimientos de la paleontología.

      Luego, el modo en que veamos la relación entre la teología y las ciencias naturales dependerá del modo en que veamos la función de la teología. Si es descripción de la realidad, el conflicto con las ciencias naturales será inevitable. Si es sistematización de la doctrina cristiana, defensa de la fe, o crítica de la proclamación de la iglesia, tal conflicto será diferente, o no existirá del todo.

      Es importante señalar, sin embargo, que la teología sí se interesa en las realidades físicas que las ciencias naturales estudian. Doctrinas tales como la creación, la encarnación y otras indican que Dios sí se interesa en el universo físico y en el cuerpo humano. Por tanto, la teología también ha de interesarse en ese universo, y de tomar en cuenta lo que las ciencias físicas y naturales nos dicen acerca de él.

      Una frase tradicional que se usó por largo tiempo para expresar la relación entre la teología y las demás disciplinas es que la teología es la reina de las ciencias. Esto se justificaba afirmando que, puesto que la teología se ocupa de Dios, quien reina sobre el universo, la teología ha de reinar sobre todas las ciencias que se ocupan de las criaturas. Naturalmente, tal entendimiento de la teología ha sido parte de los conflictos mencionados arriba. Empero si recordamos que Dios reina sobre las criaturas, no como un tirano, sino como Dios de amor, y que su reinado se manifiesta sobre todo en la cruz, tenemos que decir que, si en efecto la teología tiene algún reinado, lo tendrá sola y únicamente en cuanto se ponga al servicio de todas las demás ciencias.

       4. La teología y las ciencias sociales y humanas

      Durante el siglo 19, y especialmente durante el 20, se desarrollaron varias disciplinas relativamente nuevas, o que al menos no habían alcanzado antes la categoría de ciencias. La antropología, la sicología, la sociología y la economía, por ejemplo, aunque tienen antecedentes en épocas anteriores, han cobrado impulso en tiempos más recientes. Esto a su vez plantea la pregunta de la relación entre tales disciplinas y la teología.

      Por algún tiempo se pensó que esas disciplinas no eran en modo alguno de la incumbencia de la teología. Después de todo, la teología—al igual que la filosofía—trata acerca de verdades eternas, y las verdades de estas otras disciplinas son, en el mejor de los casos, pasajeras y circunstanciales.

      Empero estas disciplinas y sus estudios sí tienen que ver con la teología, al menos por dos razones:

       a) A la teología le interesa la realidad humana

      Si la teología se interesase solamente en la naturaleza de Dios, posiblemente podría desentenderse de las ciencias sociales. Empero si la teología tiene que ver con la vida y con la proclamación de la iglesia, y si ésta tiene que llevar a cabo su proclamación en un contexto humano, estas ciencias se vuelven en extremo importantes. Para entender el contexto en el cual la iglesia vive y proclama, así como para entender a la iglesia misma, las ciencias sociales y humanas son imprescindibles.

      Pero hay más. En su tarea de juzgar la proclamación y la vida de la iglesia a la luz del evangelio, la teología ha señalado repetidamente que la iglesia no puede olvidarse de las dimensiones humanas, económicas y sociales del mensaje bíblico. En la Biblia, por ejemplo, se le ordena repetidamente al pueblo de Dios que se ocupe de personas desamparadas tales como las viudas, los huérfanos, los extranjeros y los pobres (Ex. 22:21-23; 23:9; Lv. 19:9-10; 23:22; Dt. 14:29; 24:17-22; 27:19; Is. 1:17; Jer. 7:6; 22:3; Ez. 22:7, 29; Zac. 7:10; Mal. 3:5; Mc. 12:40; Lc. 20:47; Stg. 1:17). Lo que es más, esto no es únicamente cuestión de ética, sino que refleja el carácter mismo de Dios, quien se ocupa de los desamparados (Dt. 11:17-19; Sal. 10:14, 18; 68:5-6). Lo que todo esto quiere decir es que si la teología ha de llamar a la iglesia a la obediencia tiene que entender todo cuanto le sea posible en cuanto a la realidad humana de que la iglesia participa y a la cual tiene que responder.

       b) Las condiciones sociales y humanas afectan a la teología

      Uno de los resultados del desarrollo de todas estas ciencias es que hoy comprendemos mucho más que antes hasta qué punto nuestra perspectiva y condición afectan lo que vemos y cómo lo vemos. Por ejemplo, gracias a la sicología ahora sabemos algo del modo en que realidades inconscientes y subconscientes afectan el modo en que pensamos y sentimos. La sociología nos dice asimismo que el modo en que vemos las cosas depende en mucho de nuestras circunstancias sociales.

      Lo que todo esto implica es que los teólogos no pueden ya hablar como si fuesen espíritus desencarnados, sino que tienen que tomar en cuenta sus circunstancias sociales, así como las de la iglesia y las de la humanidad en general. Las ciencias sociales y humanas nos ayudan a alcanzar esa comprensión.

      La modernidad se caracteriza por su énfasis en la objetividad científica. Su ideal es el experimento en el que el científico no interviene

Скачать книгу