Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo. Helene von Druskowitz

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Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo - Helene von Druskowitz

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es pequeña.

      Disculpe, mi estimada señorita, pero no soy de aquellos que «hacen lit[eratura]», ni mucho menos de los que creen que se puede hablar públicamente de todas las cosas. A quien no me está agradecido desde el fondo más profundo de su corazón por el hecho de que simplemente haya expresado algo así como mi Z[aratustra], a quien no bendice toda existencia por el hecho de que sea posible en él algo como este Z[aratustra], le falta todo, oído, entendimiento, profundidad, formación, gusto y, en general, la naturaleza de un «ser humano escogido». A estos escogidos quiero atraer a mí con ello: — — —

      Ps. El ejemplar enviado, mi querida y estimada señorita, le pertenece por supuesto en propiedad.

      Transcurrido poco más de un año, en una carta a Malwida von Meysenbug, de finales de febrero de 1887, Nietzsche le dice:

      Druskowitz llevaría su decepción hacia Nietzsche y su pensamiento hasta el punto de describirlo unos años más tarde, en Pessimistische Kardinalsätze, como un «enemigo mortal de la filosofía»:

      Entre las memeces más infames a las que se ha visto sometido el mundo germánico se encuentra el homenaje a un tal Nietzsche,

      que ha promocionado aquel malvado rasgo fundamental [i. e.: la voluntad de poder] de la manera más condenable y estúpida. Es, y sigue siendo, inconcebible cómo pudo llegar la inteligencia germánica a la desgracia que ha supuesto este ridículo filólogo suizo, tan estupendamente caricaturizado por el escritor y novelista G. Keller bajo el personaje del conde Strapinski, en su relato El hábito hace al monje. Afortunadamente, pronto se ha tomado posición frente a este escritor tonto y de espíritu completamente idiotizado, por lo que esperamos no vernos más en la penosa tesitura de tener que poner en ridículo a un sujeto de tal manera inflamado por la nobleza vulgar, por la clerigalla y sus ridiculeces. Pues aquel loco no solo fue, por una parte, un enemigo mortal de la filosofía, sino que también lo fue del simple cristianismo, cuya doctrina moral, aunque no muy profunda, puede, no obstante, llamarse buena, y no tiene nada que ver con la vulgar arbitrariedad.

      Retomando la trayectoria intelectual de la pensadora austríaca, parece evidente que dicha trayectoria se fue situando de forma cada vez más acusada al margen y a la contra de los parámetros femeninos de su época (como se pone de manifiesto en su obra Unerwartet [Lo inesperado] (1889): nunca llegó a sentirse a gusto en ningún país ni con credo religioso alguno. Abiertamente atea, rechazó, además, el matrimonio, al que consideraba:

      Bebía, fumaba y se declaraba, además, orgullosamente «anormal», aludiendo a sus inclinaciones lésbicas, que la llevarían a entablar relaciones amorosas con la cantante de ópera Therese Malten, soprano dramática, activa sobre todo en el Teatro de la Ópera de Dresde (y que había sido elegida por Wagner para alternar con Amalie Materna y Marianne Brandt en el papel de Kundry en la primera representación del Parsifal). Al mismo tiempo desarrolla una importante actividad en el marco del feminismo: escribe en las revistas Der heilige Kampf [La lucha sagrada] y Der Fehderuf [Llamada a las armas] y publica piezas literarias como Die Emanzipations-Schwärmerin (1890), en la que se pone de manifiesto que, aunque consideraba que las mujeres poseen los mismos derechos que los hombres, no por eso debe perseguirse una confusión de los sexos. En esta comedia, Druskowitz opone a las mujeres supuestamente «emancipadas», que sueñan con la liberación mediante grandilocuentes discursos, la figura de una estudiante que afirma:

      Tras perder entre 1886 y 1888 a sus dos hermanos y a su madre, Helene se trasladó a Dresde, donde fue cayendo progresivamente en el alcoholismo y en una bancarrota tanto financiera como emocional, lo que contribuyó a su ruptura con Malten en 1891.

      Traute Hensch ha seguido con detenimiento los informes médicos que se fueron emitiendo sobre aquella paciente tan peculiar, en los que se da cuenta de su estado y actividad:

      La paciente recibe a los médicos con una noble y condescendiente dignidad; de primeras habla poco y responde solo con una imperceptible inclinación de la cabeza. Se lamenta del crimen social perpetrado contra ella. (Mauer-Öhling, 15-06-1891)

      Está tranquila y algo indignada por haber sido trasladada en contra de su voluntad. [...] En este período lee mucho. [...] Se encuentra completamente orientada en el tiempo, es ordenada y, por lo general, se muestra calmada. (Ibid., 8-10-1894)

      A la altura de 1904-1905, después de catorce años de internamiento y de estar sometida a un tratamiento

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