Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo. Helene von Druskowitz

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Escritos sobre feminismo, ateísmo y pesimismo - Helene von Druskowitz

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suprema libertad al ser humano y cuyo cultivo y desarrollo en el futuro le permitirá alcanzar mayores cotas de perfección25.

      No cabe detenerse, por consiguiente, en esa concepción de ser humano que considera que todos los actos de su voluntad están determinados por una serie infinita de causas precedentes, por mucho que esto sea evidente. Esta concepción «es solamente el estadio que precede a una concepción superior» en la que el ser humano está llamado, por naturaleza, a desarrollarse hacia la perfección. El ser humano es, como acabamos de decir,

      Un animal bueno y otro malvado son manifestaciones de diferentes potencialidades naturales, y lo mismo le sucede al ser humano, aunque al primero no le atribuimos responsabilidad moral y al otro sí. ¿En qué radica la diferencia? Permítasenos transcribir un par de largas citas de nuestra autora, en la que aparece expuesto su punto de vista sobre la moral:

      La diferencia entre el ser humano y el animal en relación con la manifestación, en el carácter, de cualidades buenas o malas, está determinada por la capacidad de discernimiento moral propia del ser humano, especialmente del ser humano mentalmente sano, adulto y civilizado, capacidad que le falta al animal, o se presenta solo de un modo muy escaso, en los animales más inteligentes. Si el ser humano, en relación con su carácter, se siente representante de determinadas cualidades de la naturaleza, también se considera responsable de su actuar, pues, en efecto, ¿qué otra cosa es el sentimiento de la responsabilidad sino reconocerse responsable de las propias acciones? Y autor de sus acciones lo es el ser humano, incluso sin la premisa de la libre voluntad, en cuanto se considera que él mismo ha de considerarse como expresión parcial de un determinado aspecto de la naturaleza. […] El amor que tributamos a todas las fuerzas armónicas que se manifiestan en la naturaleza, frente a la acción buena del ser humano, asume el carácter de admiración ética; el odio que experimentamos por la fuerza destructiva de la naturaleza, frente a la acción malvada del ser humano, asume, respectivamente, el carácter de indignación ética. En la persona buena admiramos el bien consciente; en la persona malvada nos indignamos ante el mal consciente.

      El sujeto que obra mal no dice:

      En Zur neuen Lehre: Betrachtungen [Consideraciones para una nueva doctrina] (1888), Helene continuó en la línea de desarrollar la moral en una línea evolucionista, adaptando una actitud cada vez más mística hacia la naturaleza, de la que, según ella, debía aflorar un nuevo orden ético mundial.

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