He atravesado el mar. Ricardo Ernesto Torres Castro OP
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También, entre la tormenta y la calma, está un rector, capitán, artista, gerente y líder que alza su voz, para que navegando todos juntos hacia un mismo lugar lleguemos al destino deseado: una sociedad mejor para todos, transformada desde lo humano, la equidad, el sentir por el otro, la empatía y la compasión, una sociedad donde todos cabemos. De manera que cuando miremos hacia atrás, al trayecto recorrido, podamos decir que ha valido la pena, que juntos lo hemos logrado, que hemos entregado un mundo mejor que el que recibimos.
Al autor un profundo agradecimiento por entregarnos tanto, por mostrarnos que la vida es navegar y que tiene un destino, que no navegamos a la deriva y que nos espera ese puerto que nos hará mejores como personas y como sociedad. Como lo dijo el papa Francisco recientemente: “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos llamados a confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos”1.
CARLOS RAÚL YEPES JIMÉNEZ
1Prensa Celam, “Bendición Urbi et Orbi: frases para pensar”, 29 de marzo de
2020.
Nota del ilustrador
Una travesía por dibujos y líneas
Después de haber recibido el bello reto de ilustrar el libro He atravesado el mar de Ricardo Ernesto Torres Castro, O. P., a partir de algunas de sus líneas entendí que este reto debía, tal como dice el autor, “atravesarse con las propias fuerzas sin depender de otro vehículo, es decir, a mano alzada. Una comunión íntima entre cuerpo y trazo con dibujos introspectivos como la reflexión que el mismo texto sugiere.
Seleccionar dichos dibujos implicó no solo repasar las viejas libretas de ilustraciones, sino concatenar los escritos con la imagen, los sonidos con la vista. Una suerte de sinestesia que, aparte de compleja, merecía gran responsabilidad.
En esta serie de dibujos inéditos y rescatados de los archivos se plasma, en parte, mi aprendizaje en arquitectura. No solo son dibujos que se sincronizan con las “brazadas” del autor atravesando su mar, sino que también dejan explícitamente una autobiografía de mi obsesión por dibujar todo lo que experimento. Estos trazos también plasman miedos, anhelos, proyecciones de vida y recuerdos memorables. Algunos de estos dibujos también presentan utopías y mundos posibles. Cruzar el mar de la educación, en mi caso en arquitectura, solo es posible con los dibujos, con el trazo, con las manos como médium entre cerebro, alma y realidad. No creo que exista una mejor manera de ilustrar este libro, cuyo foco es la educación, que mediante una versión análoga de manuscritos y la memoria laberíntica de las líneas interminables de un boceto.
La actividad de colectar conscientemente decenas de ilustraciones conlleva recrear los procesos de enseñanza, de retroalimentación pedagógica y enfrentar a la memoria. Es un repaso similar al que se vive al hojear los antiguos álbumes familiares: buscar, escudriñar, recordar, seleccionar y proyectar con dibujos. La simpleza y austeridad de los dibujos seleccionados cuenta otra historia similar al relato expresado en el texto, y desprovisto de cualquier aditamento, color, textura y fondo, muestra la simpleza y la intuición del dibujo. La colección que acompaña este documento se basa en ciudades imaginadas, en croquis de viajes, en proyectos arquitectónicos que nunca fueron, en diagramas y esquemas surrealistas, y en proyecciones de arquitectura que hacen parte de la piel de algunas ciudades.
Así como el autor llega a comprender y ser consciente del alma que habita en las universidades, reconozco que es en el dibujo donde se encuentra en gran medida el espíritu de la arquitectura. Proyectar significa ver más allá y todo proceso de proyección, de paso de un lado a otro imaginando lo que aún no existe, es en gran medida el espectro al que invita el autor del presente libro.
Que sea el momento para desglosar el texto y sus profundidades, que las líneas de cada dibujo acompañen la travesía, que sea el momento para cruzar nuestros propios mares, de perdernos a ratos en sus profundidades, de leer los dibujos y dibujar textos, de fundir y trastocar los sentidos con libertad y sin ataduras. Que sea una invitación no solo a tomar notas, sino a conocer con esta declaración el mundo de la educación desde la experiencia personal del autor, a proyectar nuevos retos, a atravesar el mar.
ÓSCAR MAURICIO SANTANA VÉLEZ
Decano, Facultad de Arquitectura
de la Universidad Santo Tomás, Sede Medellín
3 de marzo de 2020
Presentación
Me gusta ver el mar, sentir la brisa e imaginar lo que puede haber en las profundidades. Me gusta imaginar que ese mar se puede atravesar con las propias fuerzas, sin depender de otro vehículo más que el propio cuerpo. Me gustan el mar y su grandeza, su música y su color. El 25 de agosto de 1969, Jorge Luis Borges, en el prólogo de Luna de enfrente, recogía las palabras que en 1905 proclamara Hermman Bahr: “el único deber, ser moderno”1. Algunos pensarán que querer lo mismo sería algo anacrónico, quizá difícil. No obstante, tan real es querer ser moderno como ser humano. Este libro pretende tanto lo uno como lo otro. No es otra cosa que el intento de un atrevido escritor por presentar una mirada moderna y humana del mundo de las universidades, tan solo esto: una mirada. Se trata de la misma de quien sentado al borde de la playa mira el mar, siente la brisa, imagina lo que hay en sus profundidades y, en un arranque de valentía, se lanza porque lo quiere atravesar con sus propias fuerzas, nadando no más, avanzando a su propio ritmo, sabiendo que con cada brazada la profundidad es cada vez mayor y, con la misma mirada de los modernos, no se disculpa frente a las olas sino que sigue hasta que siente que lo ha atravesado aunque no haya llegado muy lejos.
Ser moderno en la actualidad no es solo una declaración atrevida, es una actitud desafiante y pertinente frente a la vida misma. La pertinencia está muy ligada a la verdad, de ella surge todo el proyecto originario para el que fueron creadas las universidades: hacedoras, constructoras de conocimiento y guías hacia la verdad. Ser moderno en el inmenso mar de la universidad no es otra cosa que querer ir a las profundidades, no solo sintiendo que se está atravesando, sino que se está llegando muy lejos. Esta ha sido nuestra lucha en la universidad, ir siempre orientados, de la mano de la memoria hacia la verdad pensada, comunicada y convivida.
La humanidad es nuestra fuerza. De ella surge toda la maravillosa aventura de emprender ese viaje dentro del mar. Brazada tras brazada, con la fuerza que sale de nuestra condición humana, uno va hacia la profundidad, uno va avanzando y aunque se pueda cansar, uno tiene todo para dejarse sumergir en la profundidad o simplemente para atravesar el mar, soñando volver, si es el caso, o sumergirse y morir. De eso se trata, de morir atravesando el mar.
¿Qué son las universidades? ¿De dónde vienen? ¿Para dónde van? Son las tres preguntas que me he formulado para sumergirme en la profundidad del mundo universitario. No se trata de un relato histórico, mucho menos de los resultados