Porno feminista. Группа авторов

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pornográficas educativas. Hartley explica cómo ha utilizado el porno para educar en sus más de veinticinco años en la industria, y Taormino describe su práctica como pornógrafa feminista que ofrece porno de comercio justo, orgánico, que tiene en cuenta el trabajo de sus empleados. El actor Danny Wylde documenta sus experiencias personales con el poder, el consentimiento y la explotación frente a un telón de fondo de retórica antipornográfica. Lorelei Lee ofrece un potente manifiesto que exige que todos nos hagamos mejores estudiantes para obtener un discurso más matizado, más perspicaz y más reflexivo sobre el porno y el sexo.

      En «Ahora suena: porno feminista» se consideran cuestiones como la hipercorporeidad, lo genderqueer, la transfeminidad, la masculinidad feminizada, la interpretación racial transgresiva y la discapacidad. Jiz Lee analiza cómo utiliza su cuerpo femenino transgresor y su identidad genderqueer (en inglés prefiere el pronombre «they») para desafiar la categorización. April Flores se describe a sí misma como «una latina gorda de piel clara, tatuajes y pelo tan rojo como un camión de bomberos» y presenta su punto de vista único sobre ser (y no ser) una intérprete bbw (mujer grande atractiva, por las siglas en inglés de Big Beautiful Woman). Bobby Noble explora el papel de los hombres trans y la interrogación de las masculinidades en el porno feminista, mientras que el famoso intérprete masculino trans Buck Angel hace estallar las dicotomías de género al encarnar su identidad de hombre con vagina. También preocupada por la compleja representación e interpretación de la hombría en la pornografía feminista, Celine Parreñas Shimizu se pregunta cómo la raza da forma al trabajo de Keni Styles como actor masculino heterosexual asiático. Loree Erickson, una pornógrafa feminista y estudiante de doctorado, representa no solo una convergencia de la investigación científica y el trabajo sexual, sino también uno de los temas más ignorados en la pornografía y deserotizados en la sociedad: «queer femmegimp». Surgiendo de identidades grupales previamente ausentes o mal denominadas, los autores de las contribuciones de esta sección son personas que muestran la belleza de sus deseos, dan forma a sus realidades, rechazan y reclaman atribuciones realizadas por otros y describen cómo crean mundos sexuales en los que se denuncia la desigualdad.

      En todo el libro exploramos las múltiples definiciones de porno feminista, pero nos negamos a fijar unas fronteras. El porno feminista es un género y una visión política. A diferencia de otros géneros cinematográficos o audiovisuales, el porno feminista tiene temas, estéticas y objetivos comunes, a pesar de que sus parámetros no están claramente demarcados. Puesto que ha nacido de un feminismo que no es único, sino una creación viva, que respira y se mueve, necesariamente ha de cuestionarse: es una discusión, una polémica, un debate. Dado que es al mismo tiempo un género y una práctica, debemos tenerlo en cuenta como ambas cosas a la vez al leer y analizar sus textos culturales y al examinar los ideales, intenciones y experiencias de sus productores. Al hacerlo, ofrecemos una alternativa a la simplificación excesiva infundada y a la retórica paternalista. Reconocemos la complejidad de ver, crear y analizar pornografías. Y creemos en el potencial radical del porno feminista para transformar la representación sexual y la manera en que vivimos nuestras sexualidades.

      1. Robin Morgan, «Theory and Practice: Pornography and Rape», en Take Back the Night, ed. Laura Lederer (William Morrow, 1980), p. 139. Para más información sobre las guerras del porno o del sexo, véase: Carolyn Bronstein, Battling Pornography: The American Feminist Antipornography Movement, 1976–1986 (Cambridge University Press, 2011); Lisa Duggan y Nan D. Hunter, Sex Wars: Sexual Dissent and Political Culture (Routledge, 1995); Carole Vance, ed. Pleasure and Danger: Exploring Female Sexuality (Routledge, 1984); Pamela Church Gibson y Roma Gibson, eds., Dirty Looks: Women, Pornography and Power (British Film Institute, 1993); y el documental de Harriet Koskoff, Patently Offensive: Porn Under Siege (1991).

      2. Annie Sprinkle, Post-Porn Modernist: My 25 Years as a Multimedia Whore (Cleis Press, 1998), pp. 149–51.

      3. Annette Fuentes y Margaret Schrage, «Deep Inside Porn Stars», Jump Cut: A Review of Contemporary Media 32 (1987): pp. 41–43, http://www.ejumpcut.org/archive/ onlinessays/JC32folder/PornWomenInt.html.

      4. Susie Bright, Big Sex, Little Death: A Memoir (Seal Press, 2011) y Susie Bright, «A History Of On Our Backs: Entertainment for the Adventurous Lesbian, The Original: 1984–1990», http://susiebright.blogs.com/History_of_oob.pdf. Véase también: «About Fatale Media», visitado el 5 de septiembre de 2011, http://www.fatalemedia. com/about.html.

      5. En Europa hay feministas que han usado cine y fotografía sexualmente explícitos para explorar temas como el placer femenino, el s/m, el bondage, los roles de género y el deseo queer, como Monika Treut (Alemania), Cleo Uebelmann (Suiza), Krista Beinstein (Alemania y Austria), y Della Grace (Inglaterra). En 1998, la productora danesa Zentropa escribió el Puzzy Power Manifesto que establecía sus directrices para una nueva línea de porno para mujeres que se hacía eco de la visión de Royalle. Sus películas incluían narrativas con argumento que mostraban preliminares y conexión emocional, placer y deseo femenino y los cuerpos masculino y femenino más allá de los genitales. Véase: Laura Merrit, «PorYes! The European Feminist Porn Movement», (manuscrito inédito) y Zentropa, «The Manifesto», visitado el 29 de enero de 2012, http://www.puzzypower.dk/UK/index.php/om-os/manifest.

      6. Además, cabe reconocer las primeras obras de Sachi Hamano, la primera mujer en dirigir «pink films» (porno blando japonés). Hamano dirigió más de trescientas películas en los años ochenta y noventa, con el objetivo de retratar el poder sexual y la agencia de la mujer, y desafiar la representación de las mujeres como objetos sexuales solo presentes para satisfacer las fantasías de los hombres. Véase «Interview with Sachi Hamano» de Virginie Sélavy, visitado el 1 de diciembre de 2009, http://www.electricsheepmagazine.co.uk/features/2009/12/01/interview-with-sachi-hamano/.

      7. Feminist Porn Awards, visitado el 5 de septiembre de 2011, http://goodforher.com/feminist_porn_awards.

      8. Laura Kipnis, Bound and Gagged: Pornography and the Politics of Fantasy in America (Grove Press, 1996), p. viii.

      9. Véase, de la Feminist Anti-Censorship Task Force, Caught Looking: Feminism, Pornography and Censorship, 3rd ed. (LongRiver Books, (1986) 1992); Linda Williams, Hard Core: Power, Pleasure, and the «Frenzy of the Visible» (University of California Press, 1989); Jane Juffer, At Home with Pornography: Women, Sex, and Everyday Life (nyu Press, 1998); Jump Cut: A Review of Contemporary Media, eds. Julia Lesage, Chuck Kleinhans, John Hess (http://www.ejumpcut.org); Drucilla Cornell, ed., Feminism and Pornography (Oxford University Press, 2000); Linda Williams, ed., Porn Studies (Duke University Press, 2004); y, de Pamela Church Gibson, ed., More Dirty Looks: Gender, Pornography and Power (British Film Institute, 2004).

      10. Gayle Rubin, «Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality», en Pleasure and Danger: Exploring Female Sexuality, editado por Carole S. Vance (Routledge and Kegan Paul, 1984), p. 279.

      11. Rubin, «Thinking Sex», p. 280.

      12. Tom Waugh, «Homoerotic Representation in the Stag Film 1920–1940: Imagining An Audience», Wide Angle 14, no. 2 (1992): p. 4.

      

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