Derechos ambientales en perspectiva de integralidad : concepto y fundamentación de nuevas demandas y resistencias actuales hacia el estado ambiental de derecho . Gregorio Mesa Cuadros

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Derechos ambientales en perspectiva de integralidad : concepto y fundamentación de nuevas demandas y resistencias actuales hacia el estado ambiental de derecho  - Gregorio Mesa Cuadros

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desde una nueva perspectiva. En tal sentido, sugiere entender de una manera más renovada la concepción de los derechos humanos y fundamentales, que recogiendo el acumulado de más de tres siglos, no se quede en precisar “frenos” a nuevos derechos, sino que busca avanzar en propuestas no tan novedosas, pero sí comprensivas de la necesidad de buscar nuevas razones y argumentos para fundamentar, y ante todo, para proteger derechos.

      Son muchas las preguntas, los temas y los debates que importan en la problemática de los derechos ambientales. Muchos de ellos tienen que ver con acciones cotidianas que desde diversos ángulos son vistas como las razones “naturales” de ser de una sociedad y un Estado. Muchas de ellas serán abordadas en esta tesis, para mirar en detalle cómo se generan y qué efectos producen sobre la vida y el quehacer de los seres humanos. Casi todas hacen parte de las “perversiones”, “obscenidades”, “burlas” o “inversiones” de los derechos humanos; entre otras:

      ¿Por qué en la sociedad del “libre mercado” siempre hay unos que ganan y otros que pierden? ¿Por qué ganan siempre las transnacionales y se regodean con la victoria del capital cuando pueblos y comunidades son al mismo tiempo desplazados social y ambientalmente por ellas, para que los ciudadanos con derechos puedan sobreconsumir libremente, aprovecharse gratis y libremente del conocimiento construido colectivamente por comunidades “salvajes” o comunicarse libremente a través de cables de fibra óptica, y los perdedores deben morir o salir corriendo de sus territorios antes llenos de petróleo, gas, carbón, bosques y biodiversidad, y hoy contaminados y destruidos por el paso del “progreso”?

      ¿Por qué se siguen defendiendo los “mercados de derechos de contaminación” y se sigue pensando y actuando en la supuesta “sostenibilidad” de unos, a costa de la insostenibilidad de otros?

      ¿Por qué se “invierte” más dinero y energía para alimentar vacas, perros y mascotas en los países enriquecidos que lo que se dedica a la manutención básica de millones de niños y niñas en los países empobrecidos? ¿Por qué tanta diferencia? ¿Y por qué vale en Basilea (Suiza) una cantidad extraordinariamente mayor indemnizar a una persona o a una comunidad por los atentados a su derecho al ambiente sano, y en Bophal (India) tal indemnización es una suma ridícula de menos del 5 por ciento de lo que se paga a un europeo? ¿Por qué el mismo derecho es tan desigual?

      ¿Por qué se defienden como legítimos, hechos aberrantes que se suceden en nuestros países del Sur, como cuando una empresa transnacional francesa en Cochabamba, Bolivia, además de cobrar precios exorbitantes por un servicio público esencial como es el derecho fundamental al agua, se arroga además la capacidad de prohibir a sus usuarios acumular agua de lluvia en sus pozos? ¿Y por qué las empresas transnacionales agroindustriales que obtienen derechos de propiedad intelectual (DPI) de semillas genéticamente modificadas, adquieren además la facultad de prohibir a comunidades indígenas y tribales, campesinas y agrarias la capacidad o el derecho fundamental de replicar sus semillas?

      ¿Qué hacer con sistemas de cuentas nacionales creados para medir el crecimiento económico en términos del PIB que consideran que cuando los productores consumen lo que producen no generan riqueza, y por tanto lo que hacen o lo que producen no entran en las cuentas nacionales? ¿Y por qué no se cuentan en los servicios ambientales los servicios familiares y sociales, desvalorizando el trabajo, tanto de las mujeres como el de las economías locales de autosubsistencia, los cuales son considerados como fallas del mercado?

      ¿Por qué no figura la expresión derechos humanos en los tratados de la OMC y por qué se ha aceptado en el párrafo 31 iii) del Programa de Doha para el Desarrollo la “reducción o, según proceda, la eliminación de los obstáculos arancelarios y no arancelarios a los bienes y servicios ambientales”? ¿Y por qué el capítulo sobre “medio ambiente” en la OMC es tan importante? ¿No será que más que por su necesaria protección, es por su necesario tráfico comercial?

      ¿Por qué los funcionarios públicos ante los organismos multilaterales de crédito o ante la mayor agencia comercial del mundo (la OMC) no son investigados y sancionados por vender injustamente los bienes naturales y ambientales (a los que desde comienzos de la modernidad denominan recursos naturales) y sus conciudadanos al mercado global?

      ¿Por qué los Estados Unidos no firman ningún tratado sobre protección ambiental o los dilatan o ponen sus particulares condiciones? ¿Por qué la Unión Europea (UE) y los otros países ricos, a pesar de firmarlos, los incumplen? ¿Y por qué los Estados Unidos y la UE dicen defender el “libre mercado” y a la vez se atrincheran en la defensa de las subvenciones a la producción y las exportaciones de los productos agrícolas en sus respectivos países?

      ¿Por qué, como afirma Peter Fitzpatrick, si la globalización económica es tan “inevitable” y “natural”, los gobiernos de los países del Norte y las empresas transnacionales y las empresas nacionales grandes no hacen sino desarrollar actuaciones de carácter económico, político, jurídico, ideológico, técnico-científico y académico para “empujarla” y forzarla todos los días?

      ¿Por qué hay la tendencia a conferir un reforzamiento de la posibilidad de las empresas transnacionales de ser sujetos de derecho internacional en pie de igualdad frente a los Estados, y no en reforzar la idea de derechos fundamentales de todas y todos para la satisfacción de las necesidades básicas de los seres humanos?

      ¿Por qué en Colombia se da el nombre de “ley de bosques” a una propuesta que ya es ley y que sólo es una autorización para la apropiación de la madera y el agua? ¿Y por qué las políticas ambientales de un país están dirigidas desde otro país más poderoso y con otros intereses ligados especialmente al negocio de las drogas donde ese país tiene casi el 10% de su población como consumidora permanente de ellas?

      ¿Por qué desde las sociedades desarrolladas, quienes dicen defender la libertad la conceden a toda mercancía pero la niegan a los seres humanos, nuevos migrantes que quieren buscar un mundo mejor para sí y sus familias? ¿Y por qué será que la mayoría, si no todas las Constituciones políticas consagran los derechos humanos y los aplican sólo como derechos de “sus” ciudadanos?

      ¿Por qué siendo la democracia el gobierno de las mayorías, éstas no gobiernan? ¿Acaso la democracia no es un proceso abierto e inacabado que debe ampliarse permanentemente? ¿Y por qué las tres cuartas partes del globo (la mayoría cualificada en el juego democrático) no gobiernan?

      Muy seguramente, a casi todos los anteriores cuestionamientos se les responde desde la mayoritaria perspectiva liberal de los derechos. Es claro que es posible pensar que tenemos el derecho a contaminar, a explotar, a depredar, a apropiarnos de todo, pero sabemos que no es ético hacerlo y tampoco defenderlo, así haya intelectuales orgánicos del capital que –como Locke en un comienzo, y Hayek o Nozick, más recientemente, y los demás teóricos e ideólogos del neoliberalismo– lo promuevan y tengan sus más fervientes admiradores en los defensores del capital y la tecnociencia, que de ello viven.

      Por ello, estamos convencidos de la necesidad de pensar críticamente los derechos humanos frente a las adversidades del siglo XXI, para superar tanto el déficit como los excesos del capital, que hoy tiene como meta central imponer todos los obstáculos posibles para que los derechos humanos se den, cumplan y apliquen. Significa entonces “tomarse en serio” los derechos y pasar de una fundamentación economicista (neoliberal) a una nueva fundamentación, más antropológica pero menos antropocéntrica, más centrada en lo humano y ecosistémico y más allá de la visión restringida del capital que todo lo “invierte”, no sólo el dinero, sino la percepción del mundo, de la vida, del cuidado y de la humanidad.

      Esta tesis no pretende dar respuestas a todas las inquietudes referenciadas a lo largo y ancho del escrito, pero sí trata de presentar elementos centrales para un debate más en profundidad a favor de los derechos y en contra de los privilegios, especialmente de aquellos que desde la propiedad privada ilimitada

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