Economía social y solidaria en la educación superior: un espacio para la innovación (Tomo 3). Luz Stella Cáceres Gómez

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Economía social y solidaria en la educación superior: un espacio para la innovación (Tomo 3) - Luz Stella Cáceres Gómez

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a la teoría y para ello utilizó el “diálogo de saberes”, que se convirtió en uno de los elementos principales de su acción investigativa. A este se le denominó como una “episteme comprometida”:

      La episteme comprometida significó, también, una visión de la ciencia preocupada por los problemas locales y cómo resolverlos, más que acostumbrarse a obedecer al mandato de una comunidad científica internacional que poco reconoce la cultura y los valores locales. Sobre esta episteme se generó un proceso de construcción simbólica de la organización universitaria y una trama de significación que reguló tanto las concepciones como las prácticas de los miembros del ier (y de la unes) en el trabajo académico. De ahí surgió la propuesta de trabajo colectivo para el abordaje de la interdisciplinariedad y el enfoque de metodologías participativas. De la episteme comprometida surgió una contracultura, una controversia y una forma de debate. (Dávila, s. f., p. 3)

      Si la necesidad de un conocimiento endógeno reconocedor de los campesinos como sujetos de conocimiento fue el presupuesto básico que acompañó el inicio y el desarrollo de la experiencia de los estudios rurales y campesinos en la fcea de la Pontificia Universidad Javeriana, la unes lo consideró fundamental para el caso de los estudios solidarios y cooperativos, en razón a que el conocimiento que se trataba en los procesos educativos y capacitadores que se realizaban en el marco de la acción cooperativa y solidaria del país se basaba primordialmente en un conocimiento exógeno procedente del pensamiento eurocéntrico que imperaba en el territorio americano durante el siglo xx.

      Otra manera de hacer economía

      La perspectiva teórica y conceptual en la cual se enmarcó esta propuesta epistemológica fue la corriente de pensamiento denominada “otras maneras de hacer economía”, que proveniente del sur del continente americano, irrumpía con fortaleza al finalizar el siglo xx y rescataba la propuesta de Polanyi (2007) de valorar otras relaciones de intercambio y no solamente las de carácter mercantil, así como la idea del mercado como un constructo de carácter social y la economía sustantiva.

      Guerra (2018, pp. 6, 14, 16), uno de los representantes de esta corriente de pensamiento y acción, la define así:

      Gestar un marco teórico alternativo para dar cuenta de formatos económicos que muestran una racionalidad, motivaciones y uso de instrumentos que se diferencian tanto de la economía capitalista como de la economía estatal. […] Dicho de otra manera, el estudio plural de los mercados y una concepción amplia de la economía nos permiten concluir que muchos de nuestros comportamientos económicos son solidarios (y no egoístas como creen los seguidores de Smith), algunos de los cuales se expresan incluso en el mercado (tanto en su variante como lugar físico así como sistema). Llamemos a este primer nivel de análisis “estudio de la solidaridad en la economía […] Basta a los efectos de este trabajo reconocer la existencia de lógicas empresariales que actúan movidas por fines sociales y solidarios lo suficientemente relevantes como para distinguirlas tanto de las empresas capitalistas como de la empresa estatal.

      En esta corriente, se integraban los planteamientos de Varsavsky (1972, citado en Dávila, s. f., p. 3), quien proponía unas ideas que se pueden resumir en los siguientes tres principios:

      El principio de realidad; entendido como la relación entre ciencia y las condiciones de producción en las cuales se debe generar este conocimiento. El científico debe tener claras las coordenadas de su ubicación histórica, ya que la ciencia es un producto humano que se encuentra condicionado a su situación histórica y a un tipo determinado de sociedad. El investigador debe comprender que cada tipo de sociedad requiere de su propio estilo de vida, el cual difiere al de otros países y regiones por su contenido y sus problemas prioritarios.

      El principio de la autonomía: según este principio el científico social debe crear un estilo de ciencia propio que, nutriéndose en las leyes generales, encuentre en lo particular el sentido de su propia existencia. Este principio le reconoce al científico el derecho a la autorregulación de sus prácticas por medio de otros criterios y otras normas que legitimen la validez de su producción científica. Este principio queda reflejado en la idea de comprender el conocimiento como una interpretación creativa del mundo humano […] El principio de la pertinencia: este principio está relacionado con la idea de lograr la correspondencia deseable entre el conocimiento producido y las necesidades surgidas de nuestra propia forma de vida. Lo que se investiga debe tener sentido para que produzca resultados positivos. No es el conocimiento por el conocimiento, sino el conocimiento como un medio para mejorar las condiciones de vida de la sociedad. Este principio tenía que ver con la necesidad de lograr la verificabilidad social del conocimiento que se produce.

      Desde esta perspectiva, se presentan a continuación los principales aportes que la experiencia expuesta ofrece a los aspectos teóricos, conceptuales y metodológicos.

      Los resultados alcanzados a lo largo del devenir de la experiencia se exponen presentando, en primer lugar, los relacionados con el desarrollo de mecanismos de visibilización; luego se muestran los aportes y logros conseguidos; y en tercer lugar, se exponen los aportes de carácter conceptual, metodológico, académico y los relacionados con la gestión de la investigación.

      Desarrollo de mecanismos de visibilización

      Los desarrollos de mecanismos de visibilización se ordenan en cuatro aspectos, a saber: i) la presencia en las regiones y el trabajo directo con los actores institucionales y productivos, ii) la difusión de resultados de investigación, iii) la participación en redes internacionales y nacionales, y iv) la concreción y participación efectiva en la creación de la fear.

      Presencia en las regiones y trabajo directo con actores institucionales y productivos

      Una de las características importantes del trabajo realizado por la unes desde su creación y en su fase anterior fue la relación directa que tuvo con los territorios, las comunidades y los actores y agentes que en dichos territorios impulsaban las formas solidarias, en particular las cooperativas.

      Esta situación se asumió como parte de la tradición que se comenzó a desarrollar a finales de la década de los setenta:

      El trabajo directo en campo y con los actores regionales y locales ha sido una característica de la investigación que se ha mantenido desde los orígenes del grupo de investigación rural en la fcea. Este mecanismo ha sido clave para su articulación con las regiones y los problemas concretos de nuestro país. A su vez, esto se ha convertido en una estrategia de generación de conocimiento regional y nacional. (Corrales, 2012, p. 126)

      Difusión de los resultados de investigación

      Un aspecto al que se le dio

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