Los recursos naturales del país son inmensos y diversificados. La explotación petrolera comenzó en 1956 en Ozouri, al sur de Port-Gentil. El manganeso ha sido extraído por Comilog (Compañía Minera del Ogooué) desde 1953 y el uranio, el oro y los diamantes fueron descubiertos entre 1940 y 1950. En 1970, la gran mayoría de los recursos procedían de la minería: el petróleo en la región de Ogooué-Maritime, y el manganeso y el uranio de la región de Haut-Ogooué. La minería de uranio fue abandonada en 1999 debido a la baja rentabilidad de los yacimientos, pero se valoraba su reactivación antes de que comenzara la crisis. El grupo francés Areva retomó la prospección en el país. En la actualidad no se están explotando todos los recursos disponibles. Es el caso del oro, los diamantes y el cobalto, que guardan reservas potenciales. En 2013, la industria petrolera representaba alrededor del 50 % del PIB. Sin embargo, con la caída del precio del petróleo en torno al 40 % en 2014, el sector solo alcanzó el 31,6 % del PIB al año siguiente. Estados Unidos es el principal comprador, mientras que China, Singapur y Francia comparten el resto. Sin embargo, gracias a la industria minera, el país ha pasado a ocupar el segundo lugar en la clasificación del PIB per cápita del África subsahariana y, aunque la producción está estancada, coloca a Gabón en una situación económica cómoda. Ocupa el puesto 37.º del mundo y el 8.º del continente y cuenta con una población muy pequeña. Tras beneficiarse de unos ingresos excepcionales provenientes del petróleo, Gabón está sufriendo ahora la caída de los precios del crudo, a la par que una reducción de la producción que alcanzó el 6 % en 2018. Las perspectivas a largo plazo son preocupantes, a menos que la exploración de la cuenca del océano profundo repita los mismos resultados que en el sur de Angola. Gracias al nuevo código petrolero, el gobierno pretende impulsar la inversión ofreciendo a las empresas beneficios fiscales y tasas preferenciales. El manganeso explotado por Comilog (66 % de la empresa francesa Eramet) representa el 4 % del PIB del país y el 6 % de sus exportaciones. En 2009, la producción cayó de forma muy acusada, pero en 2013, un año excepcional, la recuperación efectiva de la producción mundial de acero impulsó la producción gabonesa a 3,7 millones de toneladas. El nuevo complejo metalúrgico de extracción de manganeso, que costó 200 millones de euros, inaugurado en junio de 2015, es una señal contundente del compromiso y confianza por parte de un operador francés. El país es ahora el segundo productor mundial de manganeso, después de Sudáfrica. El sector tiene un futuro prometedor, ya que con la apertura de la mina de Okouma alrededor de Moanda, Comilog pretende alcanzar una producción de 7 millones de toneladas anuales en todo el país en 2023. En resumen, la economía de Gabón depende en gran medida de la política exterior, debido a los desafíos mundiales en los sectores del petróleo y la minería.
La industria maderera ha sufrido un cambio importante desde la llegada de Ali Bongo al poder. El veto a la exportación de madera en 2010 fue una de las decisiones tomadas al asumir la presidencia. De este modo, se impuso el procesamiento de la madera en la explotación pensando en que la industria dejara sus frutos en la economía gabonesa. Fue una decisión radical y controvertida que en un principio provocó una crisis en el sector, pero que ahora permite que la industria maderera se desarrolle en fábricas locales y no en el extranjero. De otro modo, la explotación forestal se limitaba a la exportación de troncos al extranjero: a Francia y al sudeste asiático. Solo una pequeña parte se procesaba localmente para la producción nacional. El fin del monopolio en enero de 2006 todavía no ha dado lugar a una reestructuración del sistema y la crisis mundial ha asestado el golpe final a esta industria, que ahora se encuentra en dificultades. Empresas legendarias como Rougier han cerrado la explotación de algunas concesiones. En 2010 se introdujeron y aplicaron incentivos para la industria de transformación de la madera. Estas medidas, junto con las reforestaciones puestas en marcha por el Ministerio de Recursos Hídricos y Bosques deberían contribuir a la recuperación de este sector. La gestión sostenible de los ecosistemas forestales y la mejora de la biodiversidad son elementos clave de la política gubernamental y la estrategia de desarrollo económico del país. Estos son los grandes temas de «Gabón emergente». Este sector de actividad se considera una forma de diversificación y alternativa económica sostenible al sector petrolero.
El aceite de palma es la inversión agrícola más prometedora hasta la fecha (49 949 toneladas en 2018). Este «aceite rojo» es un componente básico de la cocina gabonesa. Se utiliza localmente para producir aceite de mesa y jabón. En el extranjero, se emplea en muchos alimentos y productos de belleza porque sigue siendo barato. El aceite de palma se identifica a menudo como causa de obesidad y enfermedades cardiovasculares. La posibilidad de que se cree un «impuesto Nutella» ha indignado a los países productores, aunque la idea parece haber caído en el olvido. La ambición de Gabón es convertirse en el primer productor africano, alcanzando las 250 000 toneladas en 2025 para desesperación de los ecologistas. Señalan que las plantaciones de palma aceitera implican la destrucción de los bosques tropicales y sus ecosistemas.
El aceite de cacahuete, el cacao y el café se producen a pequeña escala. Se consumen en la cocina local y también se exportan.
Importancia del turismo
En la actualidad, el turismo aporta solo el 4 % del PIB nacional. Hay varias razones para ello.
El coste de los viajes para los extranjeros y, en particular, para los occidentales, está frenando el entusiasmo de muchos viajeros. El visado sigue siendo caro. Cruzar el país en doce horas con el Transgabonés cuesta 65 E en 2.ª clase y 100 E en clase VIP. Los vuelos nacionales tampoco bajan de los cien euros por trayecto de ida, incluso en la ruta que conecta las dos ciudades más grandes del país. Estos costes alejan también al turista más acaudalado. El alojamiento turístico, incluso en la capital, ofrece una mala relación calidad-precio, al igual que la restauración. El turismo en Gabón sigue siendo un privilegio para un pequeño segmento de la población mundial y para la parte más rica de la sociedad gabonesa. Aun así, los gaboneses siguen prefiriendo viajar al extranjero antes que por su propio país, excepto para volver a su pueblo natal.
Las infraestructuras turísticas siguen estando poco desarrolladas en relación al potencial turístico que ofrece la naturaleza gabonesa. Incluso parques emblemáticos como Loango o Lopé ofrecen pocas alternativas de alojamiento. Qué decir de los parques más remotos, pero muy ricos, como Moukalaba-Doudou, donde apenas hay alojamiento.
La dificultad del gobierno para crear o mantener la infraestructura vial. El clima la deteriora regularmente, en especial durante la temporada de lluvias, lo que dificulta o incluso imposibilita el acceso al interior del país. Los receptivos turísticos ubicados en los parques están aislados. Sigue siendo necesario establecer una formación en materia de acogida, información, orientación y servicios hoteleros, que son ingredientes esenciales para el desarrollo de una prestación de servicios de calidad y garantizan la sostenibilidad de las estructuras.
Sin embargo, existe la voluntad de desarrollar el sector. El turismo se orienta hacia el ecoturismo, la única economía aceptable para preservar el medioambiente teniendo en cuenta el bienestar de las poblaciones locales. Con todo, seguirá siendo un turismo excepcional y de alto coste. El deseo de apoyar al sector privado y el fomento de las inversiones de los principales grupos internacionales sugieren que el sector turístico se está convirtiendo en un verdadero desafío económico para Gabón. En la actualidad, los operadores turísticos privados asumen los costes de explotación, mantenimiento e innovación de las principales estructuras o redes de carreteras. Algunos han formado