Un secreto desvelado. Moyra Tarling

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Un secreto desvelado - Moyra Tarling Julia

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se mordió el labio inferior. Al momento, los músculos del estómago de Spencer se tensaron al sentir una emoción adormecida en él desde hacía mucho tiempo.

      —Bueno, de acuerdo.

      —Estupendo, ahora mismo te la sirvo.

      Spencer dejó su vaso en la barra, abrió el pequeño frigorífico que había debajo y sacó una botella de vino.

      Con la facilidad de la experiencia, la descorchó con un sacacorchos grande de cobre que formaba parte de la barra de bar.

      —Es un sacacorchos maravilloso —comentó Maura mientras le veía servir el claro líquido en una copa.

      —Y muy eficaz —añadió Spencer al tiempo que le daba la copa.

      —Gracias —los dedos de Maura rozaron los de él y, al momento, un temblor le subió por el brazo.

      Maura, sorprendida, lo miró. En el momento en que sus ojos se encontraron, a Maura le dio un vuelco el corazón.

      —Oh, ya estás aquí, Maura —dijo Nora Diamond rompiendo la tensión.

      Aliviada por la interrupción, Maura se volvió a su anfitriona.

      —¿Has encontrado tu habitación cómoda? —preguntó Nora.

      —Sí, es preciosa, gracias —respondió Maura.

      —Por favor, si necesitas algo, dímelo —dijo Nora con una sonrisa—. ¿Estás bebiendo Chardonnay?

      Maura asintió.

      —Sí, su hijo me ha servido una copa.

      —Spencer, querido, si no te importa, sírveme una a mí también —dijo Nora—. Maura, mi marido me ha pedido que os diga que la cena está lista; así que, por favor, siéntate a la mesa. Y ahora, si me perdonas, voy a echar una mano a Elliot.

      Evitando la mirada de Spencer, Maura se acercó a la mesa de roble. Dejó el vaso encima de la mesa y sacó la silla más cercana.

      —¿Qué te parece el vino? —le preguntó Spencer acercándose a la mesa.

      Le sujetó la silla para ayudarla y, cuando Maura se sentó, sintió el cálido aliento de él en la nuca.

      La piel se le erizó, y Maura tuvo que hacer un inmenso esfuerzo por evitar que la mano le temblara al ir a levantar la copa.

      Bebió un sorbo de Chardonnay, más para tranquilizar sus nervios que por probarlo; cuando la sedosa frescura del líquido le refrescó la garganta, sintió que la tensión de su cuerpo empezaba a desvanecerse.

      —Mmmm… delicioso. Muy refrescante y con sabor a fruta —comentó ella.

      —Me dejas impresionado —Spencer dejó la copa que su madre le había pedido delante de su plato—, creía que los de Kentucky solo bebían bourbon.

      —Bueno… es verdad —comentó Maura disimulando una sonrisa—. Y, como debes saber, es el mejor bourbon del mundo. No obstante, algunos de nosotros somos capaces de apreciar una copa de vino decente.

      Spencer lanzó una carcajada. El sonido de aquella risa hizo que Maura volviera a temblar.

      De repente, apareció Elliot con una bandeja humeante que llevó a la mesa. Lanzó a Maura una sonrisa mientras dejaba la bandeja con pechugas de pollo sumergidas en una cremosa salsa de champiñón.

      Nora apareció con otras dos bandejas: una con patatas al vapor y otra con verduras salteadas.

      Una vez que se hubieron sentado y que la comida estuvo servida, la conversación fluyó con facilidad mientras comían.

      Spencer ocupaba la silla opuesta a la de Maura, lo que la molestó, ya que cada vez que sus miradas se encontraban, el corazón le daba un vuelco.

      —¿Habéis dicho que Michael vuelve mañana? —preguntó Spencer.

      Rápidamente, Maura contuvo la respiración mientras esperaba la respuesta.

      —Sí, creo que llega al mediodía —contestó Nora.

      —¿Por dónde era el crucero? —preguntó Maura con la esperanza de continuar la conversación sobre su padre.

      —Por el Caribe —respondió Elliot—, aunque no sé exactamente en qué puertos ha parado.

      —¿Viaja mucho? —preguntó Maura en tono ligero.

      —Sí. A él y a su esposa les gustaba mucho viajar —contestó Nora—. Cuando Ruth vivía, fuimos de viaje juntos en varias ocasiones. Este es el primer viaje que hace después de la muerte de Ruth.

      —Debe echar mucho de menos a su mujer —comentó Maura, cuidándose de no parecer excesivamente interesada.

      —Sí, mucho —respondió Elliot.

      —El pobre Michael lleva unos años de muy mala racha —añadió Nora, lanzando una mirada de preocupación a su hijo.

      —Michael también perdió a su hija Lucy, que era mi esposa —dijo Spencer controlando la voz.

      Maura hizo un esfuerzo para no mostrar ninguna reacción; sin embargo, por dentro, estaba conmovida. Hacía unas horas se había enterado de que su padre era viudo; ahora, se enteraba de que ella había tenido una medio hermana, que ésta había estado casada con Spencer, y que también había fallecido.

      —Lucy era hija única —continuó Nora, atrayendo la atención de Maura de nuevo—. Ella y Spencer solo llevaban casados un año…

      Nora se interrumpió y miró a su hijo antes de añadir:

      —Lucy murió hace dos años en un accidente automovilístico. Ruth nunca se sobrepuso a la muerte de su hija.

      Maura respiró profundamente y miró a Spencer. La expresión de él era ilegible. Evidentemente, aún lloraba la muerte de su esposa.

      —Qué tragedia. Lo siento mucho —dijo Maura.

      Spencer apartó la mirada de ella sin hacer más comentarios. Después, alargó la mano para levantar su copa de agua.

      —Lucy era una chica muy guapa —comentó Elliot, interrumpiendo el breve silencio—. Como era hija única, estaba algo mimada y era un poco alocada.

      —La muerte de Lucy nos afectó mucho a todos —prosiguió Nora, lanzando a su hijo una compasiva mirada—. Ruth no se sobrepuso y al año siguiente murió de un infarto.

      —A pesar de lo mal que Michael lo ha pasado, este viaje nos ha parecido buena señal. Por fin, ha empezado a superar su tragedia personal y a continuar con su vida —dijo Elliot.

      Mientras Maura escuchaba a Nora y a Elliot hablar de su nuera, le sorprendió y le intrigó el silencio de Spencer, que parecía ensimismado en sus pensamientos.

      Nora se levantó de la mesa y empezó a recoger los platos, poniendo fin a la conversación.

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