La Sonrisa Escondida de Dios. John Piper
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“Más Dios lo encaminó a bien”
Y luego está la Biblia misma con Su rotunda afirmación sobre cada mal perpetrado contra el pueblo de Dios: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20). Esto es lo que José les dijo a sus hermanos quienes habían pecado contra él al venderlo como esclavo y mentirle a su padre Jacob. Lo que él dice no es simplemente que Dios cambió este mal para bien después de que sucedió, sino que Dios lo pensó (utilizando en hebreo el mismo verbo que se usó al hablar de la intención de sus hermanos) para bien. Esto es confirmado en Génesis 45:7, donde José dice: “Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra”. De hecho, en siglos posteriores, el pueblo de Israel celebró precisamente este diseño soberano de Dios en las tribulaciones de José, junto con la convicción de que Dios planeó traer el hambre que hizo tan necesaria la presencia de José en Egipto, y la convicción de que Dios probó a José con dificultades severas:
[Dios] Trajo hambre sobre la tierra,
Y quebrantó todo sustento de pan.
Envió un varón delante de ellos;
A José, que fue vendido por siervo.
Afligieron sus pies con grillos;
En cárcel fue puesta su persona.
Hasta la hora que se cumplió Su palabra,
El dicho de Jehová le probó.
Salmo 105:16-19
Lo que dicen los cisnes que sufren
Y luego están los cisnes que sufrieron. Para John Bunyan, William Cowper y David Brainerd, el propósito amoroso de Dios en el dolor fue una de las verdades más preciosas en la Biblia y una de las experiencias más poderosas de sus vidas. Cowper lo expresó en uno de sus himnos más famosos. Observa especialmente las líneas, “Él atesora Sus resplandecientes designios” y “Detrás de una ceñuda providencia”, y “Sus propósitos pronto madurarán” y “Y escudriña Su obra en vano”. Cada una de estas líneas apunta a la convicción profunda y llena de esperanza de que Dios tiene “designios” y “propósitos” en Su dolorosa “providencia” y enigmática “obra”.
En lo profundo de minas insondables
Hechas con una habilidad que nunca falla,
Atesora Sus resplandecientes designios
Y obra Su soberana voluntad.
No juzguen al Señor con sus débiles sentidos,
Sino confíen en Él por Su gracia;
Detrás de una ceñuda providencia
Él esconde un rostro sonriente.
Sus propósitos pronto madurarán,
Revelándose hora tras hora;
El capullo podrá tener un amargo sabor,
Pero dulce va a ser la flor.
La incredulidad ciega yerra con toda seguridad,
Y escudriña Su obra en vano;
Dios es Su propio intérprete,
Y es Él quien nos lo explicará todo21.
David Brainerd compartía la confianza de Cowper en que Dios gobernaba todo lo que le sucedía. Esto despertó en él lo que llamó una “dulce resignación” en todos sus extraordinarios sufrimientos con la tuberculosis y soledad y peligros y toda clase de privaciones lejos de la civilización. Escribió en su diario el domingo 10 de marzo de 1744: “Mi alma estaba dulcemente resignada a lo que Dios dispusiera de mí, en todos los aspectos; y vi que nada me había sucedido que no fuera lo mejor para mí”22. Incluso las desilusiones de ministrar en una condición espiritual “seca y estéril” las vio como algo dentro de los designios del cuidado de su Padre:
Le agradó a Dios dejar que yo estuviera muy seco y estéril; tanto que no recuerdo haber sido enderezado de tal forma durante los últimos doce meses seguidos. Dios es justo, y Él ha hecho que mi alma acepte Su voluntad en este aspecto. Es contrario a la “carne y sangre” estar alejado de toda libertad en medio de un amplio auditorio [audiencia], donde las expectativas son muy altas; pero así eran las cosas conmigo: y Dios me ayudó a decir “Amén” a ello; buena es la voluntad del Señor23.
Si alguien comienza a preguntarse si tal sumisión a la voluntad soberana de Dios sobre todas las cosas produciría un fatalismo pasivo, todo lo que tiene que hacer es mirar honestamente la vida de Brainerd. Produjo lo opuesto. Él fue facultado para seguir adelante contra inmensos obstáculos con la confianza de que Dios estaba obrando a su favor en cada prueba. “Esto, por medio de la gracia, puedo decir en el presente, con respecto a la vida o la muerte: ‘Que el Señor haga conmigo como bien le parezca’”24.
El contexto del Antiguo Testamento para esa última cita confirma el efecto de empoderamiento y liberación de creer en la soberanía triunfante de Dios sobre las batallas de la vida. Joab y su hermano Abisai, con el ejército de Israel, estaban armados contra los sirios y los amonitas. El resultado parecía precario. Entonces Joab le dijo a su hermano: “Si los sirios fueren más fuertes que yo, tú me ayudarás; y si los amonitas fueren más fuertes que tú, yo te ayudaré. Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que bien le parezca” (1 Crónicas 19:12-13). El Señor tenía el control del resultado. Pero esto no paralizó a Joab con fatalismo; lo fortaleció con esperanza. Pase lo que pase –derrota o victoria– el Señor tiene el control y tiene Sus “brillantes designios”. Incluso si el “capullo” sangriento de la batalla resulta tener un sabor amargo, “dulce” será la “flor” del diseño de Dios.
El consejo de Bunyan para los que sufren
John Bunyan escribió más sobre el sufrimiento y lo fructífero de la aflicción que Cowper o Brainerd. Él fue aún más explícito en que hay un propósito y diseño divino en el sufrimiento para el bien de los hijos de Dios y para la gloria de Su nombre. El gran Progreso del peregrino, como dijo George Whitefield, “huele a prisión”. Nació en el sufrimiento, y retrata la vida cristiana como una vida de aflicción. Pero Bunyan veía que su encarcelamiento no era más que lo que Dios había diseñado para él: “Así que, habiendo sido entregado en manos del carcelero, convirtieron la prisión en mi hogar, y he permanecido allí doce años completos, en espera de ver lo que Dios va a soportar que esos hombres me hagan”25.
La fuente más rica de enseñanzas sobre el sufrimiento en los escritos de Bunyan es un libro que escribió para su propia congregación titulado Seasonable Counsel, or Advice to Sufferers [Consejo a tiempo, o ayuda a los sufrientes]26. Apareció en 1684 justo antes de los “Juicios Sangrientos”27. La necesidad de este “consejo a tiempo” no era teórica. Algunos de sus feligreses ya habían sido encarcelados con él. La amenaza era tan real nuevamente que Bunyan transfirió todas sus posesiones a su esposa Elizabeth ante la posibilidad de que fuera encarcelado y obligado a pagar multas que le quitarían todas sus posesiones28. No fue una exageración cuando Bunyan escribió: “Ciertamente, nuestros días han sido días de tribulación, en especial desde que se descubrió el complot papista, porque entonces comenzamos a temer que nos degollaran, que nos quemaran en nuestras camas y que destrozaran a nuestros