Fausto. J.W. Goethe

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Fausto - J.W. Goethe Clásicos

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Ven, dame tu ropón y tu gorro. Tal disfraz debe sentarme a maravilla. (Se cambia de vestido.) Ahora deja eso para mi ingenio. No necesito más que un breve cuarto de hora. Mientras tanto, prepárate para el hermoso viaje.

      Vase Fausto.

      MEFISTÓFELES

      (Vestido con el ropón de Fausto.) Desdeña la razón y el saber, supremas fuerzas del hombre; déjate afirmar, por el espíritu de mentira, en las obras de ilusión y prestigio: te tengo incondicionalmente... Diole el destino un espíritu que, indómito, se lanza siempre adelante y, en su harto precipitado esfuerzo, salta por cima de los goces terrenos. Yo le arrastraré por una vida desordenada, por la trivial frivolidad; es preciso que se me revuelva, se obstine y se adhiera, e insaciable como es, verá suspendidos manjares y bebidas ante sus ávidos labios, sin que llegue a tocarlos. En vano implorará consuelo para él, y aunque no se hubiese dado al diablo, habría de perderse sin remedio.

      Entra un Estudiante.

      ESTUDIANTE

      Poco tiempo hace que estoy aquí, y vengo sumiso para hablar y conocer a un hombre a quien todos me nombran con respeto.

      MEFISTÓFELES

      Vuestra cortesía me halaga en extremo. Veis un hombre como tantos otros. ¿Os habéis dirigido ya a otras partes?

      ESTUDIANTE

      Ruégoos que os intereséis por mí. Llego con la mayor voluntad, algún dinero y sangre joven. A duras penas consintió mi madre en separarse de mí. Bien quisiera yo aprender algo bueno.

      MEFISTÓFELES

      Entonces os halláis cabalmente en el sitio debido.

      ESTUDIANTE

      Francamente, quisiera volverme ya. Entre estos muros, en estos recintos, no me hallo a gusto en manera alguna. Es un espacio harto reducido, no se descubre nada de verdor, ningún árbol, y en esas aulas, en esos bancos, se me van el oído, la vista y el pensamiento.

      MEFISTÓFELES

      Eso no es sino cuestión de hábito. Tampoco, al principio, toma el niño de buen grado el pecho de su madre, pero bien pronto se alimenta con delicia. Así también, junto a los pechos de la sabiduría, sentiréis cada día acrecentarse vuestro afán.

      ESTUDIANTE

      A su cuello quiero colgarme con deleite. Mas decidme: ¿cómo puedo conseguirlo?

      MEFISTÓFELES

      Explicaos antes que vayáis más lejos. ¿Qué facultad elegís?

      ESTUDIANTE

      Quisiera llegar a ser muy sabio, y me gustaría comprender todo cuanto hay en la tierra y el cielo, la ciencia y la naturaleza.

      MEFISTÓFELES

      Estáis, pues, en el verdadero camino, pero no debéis dejaros distraer.

      ESTUDIANTE

      Conforme estoy en alma y cuerpo; pero sin duda no me vendría mal un poco de libertad y esparcimiento en las hermosas vacaciones de verano.

      MEFISTÓFELES

      Aprovechad el tiempo; ¡pasa tan pronto!... Pero el método os enseñará a ganarlo. Para ello, caro amigo, os aconsejo ante todo el Collegium logicum. Allí se adiestrará bien vuestro espíritu, aprisionado en borceguíes españoles, a fin de que así, más reflexivo, en adelante recorra con paso mesurado la vía del pensamiento y no divague tal vez como un fuego fatuo de aquí para allí, a diestro y siniestro. Luego se os enseñará durante muchos días que aquello que antes solíais ejecutar de un solo golpe con toda libertad, como el comer y el beber, es necesario hacerlo en uno, dos, tres tiempos. No hay duda que con la elaboración de las ideas pasa lo mismo que con una obra maestra de tejedor, en la cual una simple presión del pie pone en movimiento un millar de hilos, las lanzaderas se disparan hacia aquí y hacia allí, los hilos corren invisibles, y un golpe único forma de repente mil trabazones. Viene el filósofo, y os demuestra que ello debe ser de este modo: lo primero era así y lo segundo así, luego lo tercero y lo cuarto son así; y si lo primero y lo segundo no existiesen, lo tercero y lo cuarto jamás podrían existir. Los estudiantes de todas partes ponen esto sobre las nubes, mas no han llegado a ser tejedores. El que quiere conocer y describir alguna cosa viviente, procura ante todo sacar de ella el espíritu; entonces tiene en su mano las partes; lo único que falta, ¡ay!, es el lazo espiritual que las une. Encheiresin naturae llama a eso la química, que, sin saberlo, se burla de sí misma.

      ESTUDIANTE

      No puedo acabar de comprenderos.

      MEFISTÓFELES

      Pronto lo entenderéis mejor cuando aprendáis a reducirlo y clasificarlo todo como es debido.

      ESTUDIANTE

      Tan aturdido estoy con todo ello, como si dentro de la cabeza me diera vueltas una rueda de molino.

      MEFISTÓFELES

      En seguida, antes que ninguna otra cosa, es menester que os apliquéis a la Metafísica. En ella, ved de abarcar con espíritu profundo lo que no se adapta al cerebro humano. Para aquello que entra en él o deja de entrar, tenéis a vuestra disposición un nombre magnífico. Pero sobre todo, en este medio año observad bien el mejor método. Cinco horas de lección tenéis cada día; estad dentro al toque de campana. Venid bien preparado de antemano y tened bien aprendidos los parágrafos, a fin de que luego veáis más claro que el profesor no dice sino lo que está en el libro. No obstante, aplicaos de veras a escribir, como si os dictara el Espíritu Santo.

      ESTUDIANTE

      Eso no tendréis que decírmelo dos veces. Ya me figuro cuán provechoso es, puesto que lo que se posee en negro sobre blanco, puede uno llevárselo confiado a su casa.

      MEFISTÓFELES

      Elegidme, pues, una facultad.

      ESTUDIANTE

      A la Jurisprudencia no puedo acomodarme.

      MEFISTÓFELES

      No encuentro eso tan mal de parte vuestra. Bien sé lo que pasa con esta ciencia. Leyes y derechos se transmiten de un modo hereditario como una enfermedad perenne; van arrastrándose de generación en generación y avanzan lentamente de un lugar a otro. La razón se convierte en sinrazón, el beneficio en ofensa. ¡Desgraciado de ti que eres nieto! Del derecho que con nosotros ha nacido, de él, ¡ay!, nunca se trata.

      ESTUDIANTE

      Mi aversión crece al oíros. ¡Oh! ¡Dichoso aquel a quien vos adoctrináis! Ahora casi estoy por estudiar Teología.

      MEFISTÓFELES

      No quisiera yo induciros en error. Tocante a esta ciencia, es muy difícil evitar el falso camino; hay en ella tanto veneno escondido, que apenas puede distinguirse del remedio. También aquí lo mejor será que no escuchéis sino a un solo maestro y que juréis por su palabra. En suma, ateneos a las palabras. Entonces, entráis en el templo de la certeza por la puerta segura.

      ESTUDIANTE

      Pero

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