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la querida, nada de saludos. De eso no quiero oír ni una palabra.

      FROSCH

      A la querida, saludo y beso. No serás tú quien me lo estorbe. (Canta.) "¡Cerrojo descorrido!, en la noche silenciosa. ¡Cerrojo descorrido!, el amado vela. ¡Cerrojo echado!, al despuntar el día."

      SIEBEL

      Sí, canta, canta y ensálzala y celébrala. Ya reiré yo a mi vez. Me engañó a mí, y lo mismo hará contigo. ¡Que le den por amante un diablillo que pueda refocilarse con ella en una encrucijada! ¡Que un viejo cabrón, al regresar del Blocksberg, con su voz temblona le dé aún las buenas noches al galope! Un bravo mozo de carne y hueso es demasiado bueno para esa perdida. No quiero saber de otro saludo que romperle a pedrada limpia los vidrios de su ventana.

      BRANDER

      (Golpeando la mesa.) ¡Cuidado!, ¡cuidado! ¡Obedecedme! Confesad, señores, que yo sé vivir: hay aquí presentes algunos enamorados, a quienes yo he de obsequiar, como se debe a su condición, con alguna cosa para pasar bien la noche. Estadme atentos. Ahí va una canción de novísimo corte. A grito pelado cantad conmigo el estribillo. (Canta.) "En un agujero de la despensa había un ratón; vivía solo de grasa y manteca, y había echado una tripita lo mismo que el doctor Lutero. La cocinera preparó su veneno, y entonces sintióse tan estrecho en el mundo, cual si tuviera amor en el cuerpo."

      CORO

      (Con algazara.) "Cual si tuviera amor en el cuerpo."

      BRANDER

      "Corre de aquí para allí, sale disparado, bebe con afán en todos los charcos, roe, araña toda la casa; de nada sirve su furor. Da muchos brincos de angustia, pero pronto se cansa el pobre animalito, cual si tuviera amor en el cuerpo."

      CORO

      "Cual si tuviera amor en el cuerpo."

      BRANDER

      "Corre azorado a la cocina en pleno día; cae junto al fogón, sacude las patitas y quédase tendido jadeando que da lástima. Ríese aún entonces la envenenadora. ¡Ay! Está ya en las últimas, cual si tuviera amor en el cuerpo."

      CORO

      "Cual si tuviera amor en el cuerpo."

      SIEBEL

      ¡Cómo se divierten los badulaques! ¡Pues sí que hace falta gran habilidad, me parece a mí, para echar veneno a los pobres ratones!

      BRANDER

      ¿Es que ellos disfrutan de tu favor?

      ALTMAYER

      ¡Miren el barrigón de cabeza pelada! La desgracia le vuelve afable y tierno. En el hinchado ratón ve su perfecto retrato.

      Entran Fausto y Mefistófeles.

      MEFISTÓFELES

      Ante todo, debo ahora introducirte en una alegre compaña, a fin de que veas cuán fácil es vivir. Para esa gente, cada día es una fiesta. Con un poquito de agudeza y mucho agrado, cada uno gira danzando en su estrecho círculo, como los gatitos al jugar con su cola. Cuando no se quejan de dolor de cabeza, y si el tabernero les fía, viven alegres y exentos de cuidados.

      BRANDER

      Ésos acaban de llegar de viaje; bien se echa de ver por su aspecto raro. No hace una hora que están aquí.

      FROSCH

      De veras, tienes razón. No me hables más que de mi Leipzig. Es un pequeño París, y educa a su gente.

      SIEBEL

      ¿Por quién tomas tú a esos forasteros?

      FROSCH

      Dejadme a mí. En teniendo yo cerca un vaso lleno, les saco a esos camaradas lo que tengan dentro con la misma facilidad con que se le saca un diente a un niño. Paréceme que son de noble casa; tienen un aire altivo y displicente.

      BRANDER

      A buen seguro son charlatanes, ¡apuesto!

      ALTMAYER

      Tal vez.

      FROSCH

      Prestad atención. Voy a darles zumba.

      MEFISTÓFELES

      (A Fausto.) Esa gentecilla nunca huele al diablo, aunque la tenga él agarrada por el gañote.

      FAUSTO

      Recibid nuestro saludo, señores.

      SIEBEL

      Con mil gracias os lo devolvemos. (En voz baja, mirando de soslayo a Mefistófeles.) ¡Qué! ¿Cojea de un pie el tío ese?

      MEFISTÓFELES

      ¿Podemos sentarnos también nosotros a vuestro lado? A falta de una buena bebida, que no es posible tener, la compañía nos deleitará.

      ALTMAYER

      Parecéis hombre muy mal acostumbrado.

      FROSCH

      Seguramente habréis salido tarde de Rippach. ¿Habéis cenado con maese Juan5 antes de partir?

      MEFISTÓFELES

      Hoy hemos pasado de largo por delante de su casa. La última vez que le hablamos nos dijo muchas cosas de sus primos, y nos encargó muchos saludos para cada uno de ellos.

      Inclinándose hacia Frosch.

      ALTMAYER

      (En voz baja, a Frosch.) ¡Ahí tienes! No se mama el dedo.

      SIEBEL

      ¡Es un tío ladino!

      FROSCH

      Espera un poco. Verás como le atrapo.

      MEFISTÓFELES

      Si no me engaño, hemos oído cantar un coro de voces adiestradas. Sin duda el canto debe resonar magnífico bajo esta bóveda.

      FROSCH

      ¿Sois tal vez un virtuoso?

      MEFISTÓFELES

      ¡Ah, no! La afición es grande, pero el talento escaso.

      ALTMAYER

      Cantadnos una canción.

      MEFISTÓFELES

      Muchas, si queréis.

      SIEBEL

      Pero que sea una pieza flamante.

      MEFISTÓFELES

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