Padre rico, hijo flojo, nieto pobre. Fernando Vigorena
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¿Por qué el ingenio, la originalidad y el espíritu creativo no siempre se transmiten a las generaciones siguientes?
¿No serán los mismos padres los que de manera inconsciente atenúan la llama de la genialidad en sus hijos?
¿Qué motiva a los hijos a seguir los pasos de sus progenitores?
¿Cuáles son los componentes esenciales del éxito?
Son varios, pero quizá en algunos de ellos está la dificultad para alcanzar renombre, notoriedad y fortuna: sacrificio, esfuerzo, privaciones, disciplina férrea y constancia. Y lo más paradojal de todo, es que estos componentes podrían anularlos –sin ánimo de hacerlo, por supuesto– los mismos progenitores, que al brindarles a sus hijos todo lo que ellos no tuvieron en su infancia y adolescencia, inhabilitan el entusiasmo creador y la necesidad de crecer intelectualmente, porque lo tienen todo gracias a sus padres.
Pero hay un hecho curioso digno de destacarse. La historia íntima de la familia, a través de los siglos, ha demostrado que casi no han existido progenitores que no hayan anhelado que sus hijos fueran superiores a ellos. La máxima aspiración que tienen los padres para sus hijos es que sean mejores que ellos en todo sentido. Incluso, los delincuentes, en la privacidad de sus sueños, desean mantener apartados a sus hijos de la senda del delito. En “El padrino” de Mario Puzo, su protagonista, Vito Corleone, ambiciona que, por lo menos, uno de sus herederos, Michael, no se involucre con la mafia, lo que finalmente no ocurre.
Este libro busca una explicación a la relación padres e hijos, cuando los primeros son demasiado exitosos.
1 Los datos y referencias a la República de Chile se deben a que el autor es de nacionalidad chilena
I
HOMBRES EMPRENDEDORES
Es bueno que te despidan. Es una forma de desprenderse de la inseguridad.
George Davies
Mario es un ejemplo de emprendedor que se inició de la nada. En 1996 quedó sin empleo después de muchos años de trabajar en la gran empresa, respetar las normas, llegar a tiempo a su trabajo y cumplir con el ritual de un empleado tradicional. Sumado a todo esto, sus calificaciones y competencias no le servían para enfrentar lo que ya estaba sucediendo. Las tecnologías de información no calzaban con una mente que se desempeñó por años en la era industrial, en la línea de montaje y fabricando productos que ahora se traen de China a un precio irrisorio, comparado con los de antes. La nueva era del conocimiento lo había retrotraído por completo a la época de los dinosaurios; es decir lo había dinosaurado.
La indemnización que recibió le sirvió de poco para pensar en sobrevivir con ella y menos para alimentar y educar a sus hijos que ya habían, con suerte, entrado a cursar estudios superiores.
Mario pensó que lo único que podía hacer era reinventarse e iniciar alguna actividad como micro emprendedor. ¿Pero qué podía hacer en un mundo nuevo para él? Nunca había vendido algo, menos sabía lo que era una factura o una orden de compra.
Esta realidad nos lleva a los datos estadísticos del emprendimiento en Chile: El 80 por ciento de las pymes y micropymes están formadas por empresarios sin formación profesional y con estudios básicos, pero sí con un espíritu emprendedor que cualquier egresado de Harvard desearía tener.
Mario, entonces, se vio en la necesidad de pensar por dónde debería volver a comenzar y cómo reinventarse.
Su esposa se desempeñaba como aseadora en un edificio en el barrio alto de la ciudad y el día en que Mario fue despedido decidió ir a buscarla a su trabajo. Para llegar tuvo que caminar por muchas calles y, mientras lo hacía, lo que antes percibía como un problema, ahora lo miraba como una forma de solucionarlo. Ya había estado en otros lugares haciendo la misma observación, detectando deficiencias y buscando oportunidades para solucionarlas y, de paso, resolver su problema.
La Fundación Emprendedores nos ofrece algunos datos al respecto: “La mayoría de las ideas de nuevos negocios surgen de la siguiente visión: encontrar deficiencias, descubrir nuevas tendencias, identificar necesidades, copiar lo que ya existe y analizar profundamente las competencias y talentos personales.”
En el peregrinaje hasta el condominio donde trabajaba su esposa, Mario puso discreta atención a una discusión que sostenían una señora y un jardinero. Ella le reclamaba por el desastre que había dejado en el jardín de su casa. El pasto evidentemente había quedado mal cortado, las ligustrinas que circundaban las rejas habían sido podadas sin cuidado y quedado disparejas y en el suelo, sin barrer, se acumulaban muchas flores, entre ellas rosas muy hermosas y nuevas, que habían sido pasadas a llevar y se habían cortado cuando todavía no correspondía hacerlo.
Se detuvo unos momentos y evaluó más de cerca los estropicios. Para muchos, éste era un incidente habitual en la jardinería que, a lo mejor, no debería haber importado demasiado, pero que, en este caso, había irritado sobremanera a la propietaria del jardín. Pero, para Mario, que buscaba desesperadamente una solución a su cesantía, esta inesperada situación podía constituirse en una oportunidad. ¿Sabía algo de jardinería? Sí, algo, una vez lo castigaron cuando era pequeño y tuvo que hacer el jardín de la tía Sonia en Limache.
Con la convicción de que podía solucionar el problema que se había suscitado, se acercó con prudencia a la indignada señora, después de que el jardinero fue despedido con cajas destempladas, y se ofreció resueltamente a resolver las deficiencias que se presentaban en el jardín. La dama en cuestión, que mascullaba su ira en silencio, lo miró indecisa unos segundos y como necesitaba una solución a su problema, y ésta se presentaba de manera inesperada, lo escuchó y aunque no conocía a su interlocutor, le pareció razonable su proposición, y algo en su interior le dijo que la aceptara. Fue así como Mario se inició ofreciendo un servicio que hasta la fecha le ha dado grandes satisfacciones. Cuando ese día se encontró con su señora, había resuelto su cesantía.
Esta historia nos recuerda un ejemplo de cómo numerosos emprendedores iniciaban sus negocios en la década de 1980, en plena crisis económica internacional.
Mario partió solo, luego incorporó a su pareja a las actividades que había comenzado y veinte años más tarde, la idea que había surgido en su mente mientras caminaba, se convirtió en una empresa de jardinería y paisajismo que ocupa a más de 50 empleados, que generan varias decenas de millones mensualmente, siendo sus principales clientes: condominios, edificios de oficinas, casas del barrio, etc.
¿Cómo se generan las empresas a partir de 1990? ¿Continúa vigente y funcionando el estilo de Mario? Sí, pero limitadamente. Los nuevos emprendimientos los llevan adelante una pléyade de profesionales con formación académica. Claro que hay un detalle que nadie advirtió en las mallas universitarias. Los programas de estudios superiores se concentraron en formar profesionales dependientes y no independientes. A nadie se le ocurrió agregar las variables del emprendimiento, la creatividad y la innovación en la formación de los nuevos profesionales. En consecuencia, los que escogen el camino de la creación de empresas, deben apoyarse únicamente en su ingenio para iniciar un proyecto. No en vano, el célebre músico y director de orquesta norteamericano Leonard Bernstein llegó a decir que “Los enemigos de los descubrimientos son los profesionales.”