Padre rico, hijo flojo, nieto pobre. Fernando Vigorena
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Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.
Woody Allen
Si te atrae una lucecita, síguela. Si te conduce al pantano, ya saldrás de él, pero si no la sigues, toda la vida te mortificarás pensando que acaso era tu estrella.
Lucio Anneo Séneca
Los consumidores no son los responsables del desarrollo de un país. Los consumidores tienen aspiraciones, necesidades o deseos, que permanecerían sin satisfacerse, si no existiera un emprendedor que invirtiera en proyectos para encontrar maneras de suplir esas necesidades. Los emprendedores y los empresarios invierten su patrimonio, su tiempo y sus ideas en la creación y desarrollo de nuevos y mejores productos y servicios para satisfacer los deseos de los consumidores. Sólo cuando esa decisión se toma, los consumidores adquieren lo que el mercado les ofrece y consumen en amplia escala lo que está a su disposición y se benefician de menores costos y mejores productos.
De esta forma, el emprendedor conquista nuevos mercados y su negocio va expandiéndose continuamente, para convertirse en un integrante esencial del sistema económico.
Algunas características de los emprendedores
Dispuestos a enfrentar riesgos
La palabra riesgo a pesar de estar registrada en el Diccionario de la Lengua Española, como sinónimo de contingencia y peligro, no está considerada en el vocabulario del emprendedor o no le teme a ella. Las escuelas la han eliminado de los textos de estudio, o la ignoran, y en las universidades es un tema complejo al momento de abordarla, sobre todo cuando se trata de estudiar proyectos que los emprendedores han llevado a cabo.
El estudio del riesgo, el fracaso y el verdadero emprendimiento no lo contemplan los planes de estudio de las universidades, porque estas instituciones están orientadas a formar empleados para puestos seguros y de larga duración, salvo en los cursos aislados, que se ofrecen de vez en cuando, para marquetear la formación tradicional de los empleados.
Sin embargo, los emprendedores asumen los riesgos como hechos ciertos y propios de su quehacer y los enfrentan sin temor, porque tienen la certeza que son inherentes a un emprendimiento. Por lo tanto, siempre están en disposición de enfrentarlos.
El emprendedor que desea iniciar un negocio y quiere administrar bien el riesgo, sigue esta premisa: Aumentar al doble los costos de su proyecto y disminuirá la mitad los ingresos, lo que le permite ver resultados en su primer año de operaciones.
Dispuesto a asumir los fracasos y los errores
Si la palabra riesgo no está considerada en el lenguaje educativo de niños y adultos, para qué hablar de los fracasos y los errores. Pareciera que estuviera prohibido mencionar estos dos sustantivos en la formación media y universitaria, porque constituyen faltas de alto grado y peligrosidad, que deben ocultarse para que nadie ni siquiera sepa de ellos.
Un emprendedor moderno simplemente no tiene miedo de cometer errores para llevar adelante sus proyectos. ¿Por qué cometer los mismos errores, si existe una larga lista de nuevos errores por cometer? En consecuencia, hay que cometer errores inteligentes y no negligentes. Ser un emprendedor exitoso no es otra cosa que la sumatoria de fracasos bien concebidos. Los fracasos no existen, sólo existen los resultados. Para Henry Ford, el fundador de la empresa que lleva su apellido, el fracaso era la oportunidad para empezar de nuevo, pero con más inteligencia.
Con respecto al riesgo, Mark Zuckerberg, uno de los creadores de Facebook, advirtió que el mayor riesgo es precisamente no correr ningún riesgo. Luego agregó que en un mundo que cambia muy rápidamente, la única estrategia que garantiza fallar es no correr riesgos.
Atreverse a ser pionero
Atreverse a ser pionero es una difícil misión en un país y en un continente donde la costumbre es adaptarse a las nuevas tendencias que impone el mercado de los países desarrollados. A pesar de esta dificultad, hay muchos que se autodenominan pioneros en algún rubro del emprendimiento.
Se gastan millones de dólares en investigación en las universidades, y muchas de ellas emplean esos fondos para adaptar las nuevas tecnologías al paradigma anterior o, lo que es más delicado, no son utilizados para producir una real innovación que pueda beneficiar a las comunidades en que están insertas y a la misma humanidad. El escritor francés Victor Hugo, célebre autor de Los miserables, en el siglo XIX ya advertía que lo que conduce y arrastra al mundo no son las máquinas sino las ideas, a lo que la ingeniera industrial española Amparo Moraleda agregó, cuando estaba en IBM, que la innovación es un desafío y no un drama, una oportunidad y no una amenaza.
A los entusiastas del pasado y de las adaptaciones espurias, habría que darles el nombre de simples continuadores de las tendencias mundiales pero, desde ningún punto de vista, son innovadores.
Los que disfrutan del camino hacia la meta y no sólo de la llegada
A la empresa actual le sobran las palabras grandilocuentes que las definen y describen, los discursos moralistas y las reuniones estériles; le falta silencio activo y creador como también acción ejemplar y comprometida. Esta crítica se hace extensiva también al mundo de la formación educacional, excedida de diplomas, banalidades y, para colmo, contagiada con la enfermedad de la titulitis. La empresa actual se percibe huérfana de ideas, sueños, conflictos y desafíos concretos.
Los jóvenes emprendedores no quieren la protección del Estado, sino el despertar de sus pasiones y objetivos. No buscan la riqueza fácil, menos el poder político y están llanos a asumir los riesgos del emprendimiento. Todo lo contrario, los buscan, para generar bienestar a las generaciones futuras.
Ellos son diferentes a la denominada gente seria, que privilegia la razón en lugar de la pasión. La gente seria trabaja en grandes corporaciones aplicando sus conocimientos para el bienestar de la misma y, desgraciadamente, no reconoce a quienes buscan hacer cosas diferentes.
Sus aspiraciones van más allá del dinero
Mientras el emprendedor/pyme buscaba la riqueza y el bienestar material, las nuevas generaciones de emprendedores buscan su realización personal, su identidad, el sentido de la vida que lo diferencie de la masa, que le permita el día de mañana caminar con su hijo por la calle y decirle eso que vez ahí, lo hice yo.
Desean además dejar una marca en la vida, como lo hacían los pioneros en el viejo oeste norteamericano, que estampaban su nombre en las rocas, para hacer saber que habían estado en ese lugar y habían contribuido al desarrollo de su país.
¿Por qué cometer los mismos errores si hay tanto nuevos errores por cometer? Claro, pero como decíamos, cometer errores inteligentes y no negligentes.
Los nuevos emprendedores enseñan que determinar un alto nivel de objetivos constituye el primer paso para convertir lo invisible en visible, que son los cimientos de todo éxito en la vida. Es