Vida, pasión y muerte en Pisagua. Bernardo Guerrero Jiménez

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Vida, pasión y muerte en Pisagua - Bernardo Guerrero Jiménez страница 2

Vida, pasión y muerte en Pisagua - Bernardo Guerrero Jiménez

Скачать книгу

de ese puerto-caleta. Pero, se hace necesario también saberlo todo acerca de Pisagua. Aunque ese “saberlo todo” suene a ambición desmedida.

      ¿Qué sabemos acerca de Pisagua?. Creo que muy poco, y lo que sabemos siempre está en relación a hechos puntuales y dramáticos. Y si son estos hechos puntuales, conocemos solo situaciones fragmentadas, producto de la situación o ubicación de quien la cuenta.

      Chile y el Norte Grande de la patria, reclaman conocer la biografía social del dolor y la esperanza de este Pisagua, que vive de espalda al cerro y al mar, pero que siempre ha sabido estar a la hora puntual cuando la historia lo reclama. Aun cuando esta puntualidad signifique la muerte para los hombres.

      Este libro pretende cumplir esa misión: develar los principales hitos históricos en la que se ha visto envuelto Pisagua. Y decimos pretende, por la sencilla razón, de que un puerto-caleta como éste, abriga muchas más historias que las que aquí se esbozan. En ese sentido, éste sigue siendo, afortunadamente, un libro incompleto. Digo afortunadamente, porque a todas luces, hace falta más investigación arqueológica, histórica, arquitectónica, sociológica, etc. y este estudio, debe ser encarado bajo la premisa de que el conocer

      ayuda también al que el tan apreciado “nunca más” sea una realidad, y no solamente una consigna.

      Este es un libro que tiene un doble componente. Por un lado, es histórico, y por el otro, testimonial. Y hemos querido combinar esos dos aspectos por las mismas características de lo que ha ocurrido en este puerto-caleta. Hemos querido rescatar el análisis histórico, como un modo de entregar al lector una visión sistemática de los principales hitos históricos por el cual ha pasado Pisagua.

      En este sentido el trabajo de Lautaro Núñez A., logra esbozar con amena prosa, lo que ha sido Pisagua desde la prehistoria hasta hoy: una continum de cementerios. En carta a Freddy Taberna nos lleva de la mano por la historia, donde junto a este dirigente socialista, morrino e iquiqueño, buscaban otros muertos. Lo insólito de la vida, hace que Lautaro Núñez busque ahora a su amigo entre tantos muertos.

      Como una paradoja, el artículo de Luis Gómez Morales, logre dibujarnos el rol que le cupo al ejército chileno en la Guerra del Pacífico. Digo de paradoja, porque en 1973 este mismo ejército heroico, le da las espaldas a su pueblo, le pone vendas y le dispara por la espalda. Cuando comparamos a ese ejército con el de hoy, un escalofrío nos recorre el cuerpo. ¿Y el heroísmo dónde quedó?. ¿Por qué no ser también heroico frente a sus propios hermanos?. ¿Por qué torturar y por qué matar?. ¿Por qué enterrar a escondidas?. ¿Qué vergüenza corre por los uniformes de los hombres de armas de hoy?

      Pero, también está el Pisagua del esplendor y del ocaso, es el Pisagua del Ciclo Salitrero escrito por Mario Zolezzi Velásquez, estudioso erudito que gracias al buen manejo de las fuentes documentales, logra dar una visión del auge y de la caída del puerto-caleta.

      Testimonial como un modo de dejar en evidencia, a través de testimonios directos, de personas que tuvieron un rol de importancia en esos eventos.

      Desde esta perspectiva el trabajo de Luis Muñoz Orellana basado en su propia experiencia como prisionero político en tiempos de González Videla es de un alto valor. Es bien poco lo que se conoce de esa época, y me he encontrado con la suerte de conocer a Luis Muñoz Orellana, y de contar con su confianza para que este artículo apareciera en este libro.

      En el mismo tono –pero con una fuerza dramática e impresionante- mi buen amigo Héctor Taberna Gallegos, apodado cariñosamente como “Pichón” hermano de Freddy, asesinado en Pisagua y cuyo cuerpo aún no se encuentra, logra transmitirnos los últimos momentos en que vio a su hermano con vida; logra comunicarnos la entereza que siempre tuvo Freddy, Juan Antonio Ruz, José Sampson y Rodolfo Fuenzalida en esos momentos en que la muerte ya era una realidad. Este es un testimonio que permanecerá en la historia de los derechos humanos y de las luchas sociales por mucho tiempo. “Pichón” nos da una magnífica lección de humildad y de respeto por sus muertos, que son también nuestros muertos.

      Don Javier Prado Aránguiz, el obispo que conquistó a los iquiqueños por su humildad y sensibilidad, logra en su relato de Pisagua 1984-1985 entregarnos una visión realista y descarnada de esos momentos tan difíciles, en que la Patria buscaba nuevos caminos para salir de la dictadura. Agradezco la confianza que me deposito el Obispo Prado al enviarme su artículo.

      Nelson Muñoz Morales no necesita grandes presentaciones. El juez de Pozo Almonte, con su acción ha logrado prestigiar al Poder Judicial de Chile, tan a mal traer. El con su relato, nos narra los momentos en que la tierra pisaguina cansada de tanta muerte logra parir a sus muertos –y con ello le da vida- al permitir que Iquique y Chile entero los entierre y los despida con orgullo, y de hecho, 17 años más tarde, los corone con las consignas que a ellos les hubiese gustado gritar.

      Pisagua también ha sido objeto de literatura. Y en esa perspectiva Laura Salinas C., nos entrega un breve, pero interesante análisis de las principales obras que sobre este puerto-caleta se ha escrito. Desde Mario Bahamondes pasando por Andrés Sabella hasta nuestro Premio Nobel Pablo Neruda, todos ellos, de una u otra manera, han logrado en su prosa y poesía eternizar sus sentimientos acerca de Pisagua.

      En el transcurso de la implementación de este libro, nos surgió la idea de escribir un artículo acerca del Pisagua de cada día. La pregunta básica que nos hacíamos era: ¿Qué se sabe de ese Pisagua de pescadores que habita en ese puerto-caleta?. ¿Qué hay de su historia que es independiente de la historia del dolor con la cual frecuentemente se le asocia?. Personalmente asumí el desafío de escribir ese artículo.

      Finalmente, Juan Podestá A., actual Secretario Regional de Economía, intenta proponer, al final de este libro, algunas ideas para que Pisagua sea asumido por la comunidad, no solo como una mala conciencia regional, sino también como una lección constante para los chilenos.

      Cuando el sábado 10 de junio, las campanas de la Catedral doblaron por los muertos de Pisagua, esas campanas tuvieron el sabor de la sal de la pampa y del mar de ese puerto. Fueron campanadas de dolor, pero también de alegría. De dolor, por cuento la duda se convertía definitivamente en certeza bajo la palabra muerte. De alegría, por cuanto el peregrinar había llegado a su fin, y en consecuencia, gracias a la democracia, los muertos de Pisagua desfilaron por última vez por sus calles: Obispo Labbé, Tarapacá, Vivar, Zegers hasta llegar al Cementerio N° 3 justo al lado del regimiento Telecomunicaciones, donde casi todos ellos pasaron sus primeras horas detenidos, acusados del “delito” de querer cambiar la sociedad.

      Ese fue un peregrinar que sirvió para expiar las culpas de todo un pueblo, que aun no logra sobreponerse de tanta barbarie. Ese día Iquique entero se desgarró entre el dolor y la impotencia. El dolor que sus profesores como Humberto Lizardi o de sus obreros como Germán Palominos hayan sido asesinados. La impotencia de que sus asesinos sigan

      gozando de buena salud, lamentándose tal vez de su desidia al permitir que se descubriera la fosa.

      Iquique lloró a sus muertos, por la sencilla razón de que esos muertos eran nuestros muertos, vecinos, amigos, profesores, compañeros de idealismo, en fin, sus nombres, vivieron con los nuestros en la escuela, en el club deportivo, en el barrio, en el liceo o en el “Camino” en Cavancha o en los paseos de domingo en la Plaza Prat. Sus vidas cotidianas la tuvimos que confrontar con la muerte nada de cotidiana. Cuando los enterramos, nos fuimos un poco con ellos también.

      Pero más allá de la injusta muerte de ellos, se nos impone como un deber la lección que tenemos que aprender, para que de ese modo no volvernos a tener que lamentar tanta muerte, tanto dolor, tanta injusticia. Esa es una tarea que todos, hombres de izquierda y porque no decirlo,

Скачать книгу